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Una cala recóndita del litoral murciano, un cadáver desnudo sobre la arena y un curioso tatuaje. Este es el punto de partida de la historia. Esta muerte es tan solo la primera de lo que parece ser una racha de suicidios, con un denominador común: las víctimas presentan tatuajes recientes y extrañamente relacionados con las causas de sus muertes.

Cuando todos sean sombra Manuel Susarte Roman

Editorial: COSECHA NEGRA EDICIONES

Año de edición: 2022

Materia: Genero policiaco y de misterio

ISBN: 978-84-125903-9-5

Idioma: CASTELLANO

Páginas: 364

Alto: 210cm

Ancho: 150cm

Colección: NOVELA NEGRA

 

 

Editorial:Editora Regional de Murcia

 
Colección: Textos jóvenes, 9
 
Encuadernación: No definida.
 
País de publicación : España
 
Idioma de publicación : Castellano
 
Idioma original : Castellano
 
 
Autor/a: : Morata Hurtado, Marisa
 
ISBN: 978-84-7564-333-5
 
EAN: 9788475643335
 
Nº páginas: 202
 
Fecha publicación : 19-07-2006

 

Autores: Aboal Sanjurjo, Marina - San Nicolás del Toro, Miguel

AÑO:2009

 
EDITOR:CARM
 
ISBM:- 978-84-7564-526-1
 
Deposito Legal MU 2146-2009
 
RESUMEN:
 
El conjunto prehistórico y de arte rupestre de El Milano (Mula) está formado por una sepultura de inhumación múltiple del Neolítico final y de carácter megalítico, adosada a un abrigo rocoso de escasas dimensiones. En un momento campaniforme se adosa una nueva sepultura de incineración. A pocos metros, un abrigo de grandes dimensiones aloja en su interior numerosos motivos esquemáticos pintados en rojo. En una hornacina exterior del mismo abrigo, concentramos una cuidada composición de estilo levantino con figuras humanas y de animales. Esta obra es la memoria de las excavaciones realizadas en 1986 y del estudio de sus pinturas.
 

El Museo de Albacete es una institución museística de arqueología, bellas artes, numismática, etnografía y documentales situada en la ciudad española de Albacete. Representa el devenir histórico y cultural del territorio histórico de Albacete.

Su sede, obra del prestigioso arquitecto Antonio Escario, está situada en el interior del parque Abelardo Sánchez, en pleno Centro de la ciudad. De titularidad estatal, su origen se remonta al siglo xix.

 

Las primeras tentativas museológicas de la arqueología albacetense parten de la Comisión Provincial de Monumentos, formada en 1844, la cual en 1876 acuerda la creación de un Museo de Bellas Artes y Antigüedades que estará ubicado hasta 1894 en las habitaciones del segundo piso del Gobierno Civil.

 

El 22 de junio de 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera, se inaugura el Museo de la Comisión Provincial de Monumentos, ubicado en la segunda planta de la Diputación Provincial. Por primera vez se ordenan y se exponen de una manera más o menos científica los fondos arqueológicos y artísticos con los que contaba el museo. La Comisión es disuelta con el inicio de la Guerra Civil, y no será hasta 1943 cuando las colecciones pasen al recién creado Museo Arqueológico Provincial, dirigido por Joaquín Sánchez Jiménez e instalado ahora en la planta baja del edificio de la Diputación.

 

La falta de espacio y la escasa iluminación proporcionaban unas condiciones nada óptimas para las colecciones del museo, por lo que la Diputación Provincial encargará al entonces arquitecto de la Diputación Provincial Antonio Escario Martínez, la realización de un nuevo proyecto arquitectónico, aprobado en 1969. Los elevados costes provocan que el museo se integre en el Patronato Nacional de Museos en 1975. Será el Estado el que finalice el proyecto y emprenda labores de restauración en algunas piezas. Desde el año 1984, la gestión del mismo corresponderá a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, manteniéndose la titularidad estatal.

 
Entrada desde la calle Arcángel San Gabriel.
 

El nuevo edificio, inaugurado en 1978, se basará en las indicaciones del libro publicado en 1960 por la Unesco (The organization of Museums. Practical Adviece). Se construirá en una esquina del Parque Abelardo Sánchez, auténtico pulmón de la ciudad, y completamente adaptado e integrado al entorno natural que lo rodea. En el interior observamos que todos los espacios son completamente distintos, funcionales y bien articulados. En la actualidad, la exposición permanente se divide en trece salas. Las nueve primeras para la arqueología desde la Prehistoria hasta fines de la Edad Moderna, que muestran excepcionales materiales procedentes de los numerosos yacimientos de la provincia; estos espacios están dedicados a la figura de Joaquín Sánchez Jiménez. Las cuatro siguientes recogen colecciones de Bellas Artes, de la Edad Moderna a la Contemporánea, y se dedican a Benjamín Palencia.

 

Además, el edificio cuenta con una sala para exposiciones temporales, —bajo el nombre de Samuel de los Santos—; biblioteca; salón de actos; sala de investigadores y talleres de didáctica. En la planta sótano se ubican las salas de reserva, donde se exponen objetos no exhibidos en las de exposición permanente y se encuentran los laboratorios de restauración.

 

Museo de la Cuchillería de Albacete

El edificio está situado en la céntrica plaza de la Catedral de la capital albaceteña. Su sede y entrada principal es la casa de Hortelano, edificio modernista de principios del siglo xx, obra del arquitecto Daniel Rubio. Una pasarela conecta la casa de Hortelano con la antigua comisaría de la Policía Local de Albacete subterránea, sede también del museo.

En el museo se exponen obras de arte únicas del mundo de la cuchillería de todos los tipos, estilos, materiales y épocas.

Además, entre los múltiples espacios del museo se puede encontrar la recreación de un taller cuchillero, imágenes de antiguos talleres cuchilleros que forman parte de la historia de Albacete o una zona para la proyección de contenidos audiovisuales acerca de la fabricación de las navajas de Albacete.

Fuente: Wikipediea

 

 

Albacete y Cuchilleria 2023
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Guareña (Badajoz) (EFE).

Las excavaciones en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo, en las proximidades de Guareña (Badajoz), han sacado a la luz los restos de cinco relieves antropomorfos del siglo V a.C., los primeros pertenecientes a la cultura tartésica, la mítica civilización prerromana que ocupó el suroeste de la Península Ibérica entre los siglos VIII y IV a.C.

El descubrimiento se ha realizado durante la excavación del sector este del yacimiento, el área por el que se accede al patio del edificio donde se documentó un masivo sacrificio de animales, principalmente caballos.

Lo insólito del nuevo hallazgo es que las representaciones corresponden a rostros humanos, lo que supone un cambio de paradigma en la interpretación de la cultura tartésica, considerada anicónica por representar la divinidad a través de piedras sagradas y de motivos animales o vegetales.

En la presentación del hallazgo han estado presentes la delegada institucional del CSIC en Andalucía, Margarita Paneque; el director del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), Pedro Mateos; y los directores de la excavación e investigadores del CSIC, Esther Rodríguez y Sebastián Celestino.

Sebastián Celestino ha explicado que “se trata de las primeras figuras humanas de Tartesia, ya que hasta ahora había figuraciones pintadas en cerámicas, pero no había ninguna representación”.

También ha detallado que hasta ahora se creía que la cultura tartésica era icónica, pero “nos hemos encontrado con que poco antes de la Dama de Elche ya se hacían este tipo de esculturas”.

Rostros idealizados

Sobre las figuras, Esther Rodríguez ha puntualizado que son “rostros idealizados” y que les ha llamado la atención “no solo la belleza de las esculturas, sino sobre todo las joyas que portan”, ya que son tartésicas.

“Las arracadas que llevan como pendientes aparecen documentadas en Cancho Roano y otros yacimientos del sur peninsular, por lo que va a revolucionar la historia del arte antiguo en nuestra península”, ha señalado la directora de la excavación.

De las cinco cabezas halladas, dos se encuentran enteras y representan la figura de dos mujeres, otra a un guerrero y otra figura “quizás sea también masculina”, aunque han puntualizado que siguen trabajando en determinar más detalles.

Lo que sí han confirmado los investigadores del CSIC es que se trata de figuras que pertenecen a un relieve porque la parte trasera de dichas figuras está completamente lisa.

“Seguramente estas figuras cuentan una historia, pero no la podemos reconstruir aún”, ha añadido Sebastián Celestino, que ha avanzado que podrían conservar algún pigmento, aunque las piezas están aún en grado incipiente tras su hallazgo.

“Aún no se han hecho analíticas, pero hemos visto restos de color rojo en alguna de ellas”, ha dicho al respecto.

El hallazgo cambia la lectura de la historia

En cuanto al significado del hallazgo, Esther Rodríguez ha señalado que “en cierto modo cambia la lectura que desde la historia del arte se había realizado sobre la cultura tartésica”.

“Por primera vez le ponemos un rostro idealizado y ya sabemos cómo llevaban sus joyas. Eso nos permite interpretar el uso de su orfebrería o qué personajes la portaban”, ha añadido.

Sobre los siguientes pasos, Sebastián Celestino ha detallado que ahora hay que restaurarlas, consolidarlas y limpiarlas.

Además, desde la Escuela de Ingenieros de Almadén van a analizar la procedencia de los materiales empleados en dichas figuras, lo que permitirá a los investigadores determinar la procedencia de los materiales y se sabrá si la piedra viene o no de fuera de la península.

El director del IAM, Pedro Mateos, ha recordado que el instituto trabaja en este asentamiento desde 2015, siendo la de este 2023 la quinta campaña de excavaciones tras el parón que hubo entre 2019 y 2021 a consecuencia de la expropiación de las tierras donde se encuentra y la pandemia.

A lo largo de otras campañas de excavación se ha desarrollado la actividad en la zona del banquete y el patio, donde se han dado los principales hallazgos, entre ellos una escultura de mármol, vidrios macedonios o el masivo sacrificio de animales documentado en el año 2018.

Investigación internacional

En este proyecto participan investigadores de 28 centros distintos de carácter nacional e internacional.

Se trata de un edificio importante en lo político, lo económico y en los hallazgos que están apareciendo y es una referencia en la arqueología de todo el área mediterránea”, ha expresado Mateos.

En estos momentos, el proyecto de excavación del yacimiento se encuentra al 30 por ciento.

Por otro lado, Margarita Paneque ha expresado que el último hallazgo “es una de las noticias más importantes del año en el área de investigación y sociedad del CSIC”, y ha dado la enhorabuena en nombre de la institución al equipo investigador que está llevando a cabo el proyecto.

 FOTOS DEL YACIMIENTO DE  EL PERIODICO DE EXTREMADURA

Casas del Turuñuelo
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Casas del Turuñuelo
Casas del Turuñuelo
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Casas del Turuñuelo

 

La mayor necrópolis o cementerio de origen Bizantino hallado hasta el momento en la Península Ibérica  se sitúa en el yacimiento arqueológico del Cabezo del Molino de Rojales, según explica la investigadora Teresa Ximénez, arqueóloga del Museo Arqueológico de Alicante (Marq). Es además el mejor conservado de esta etapa histórica que data de los siglos VI y VII, añade Ximénez.

 

Así lo indica tras la finalización reciente  de la quinta campaña de excavaciones  arqueológicas patrocinadas por la Diputación Provincial de Alicante y desarrolladas por el Marq en colaboración del Ayuntamiento de Rojales, el museo arqueológico de Rojales  la Universidad de León y el InstitutO Max Plank Jena de  Alemania.

“Es un yacimiento sorprendente y único” asegura la directora  de los trabajos arqueológicos, Teresa Ximénez, que cuenta en su equipo con la  doctora en antropología de la Universidad de León,  Susana Gómez.

Tras realizar un estudio utilizando un georadar se calcula que en esta necrópolis bizantina puede haber unas 300 fosas de enterramiento  excavadas en el cerro de duna fósil donde se sitúa  el yacimiento arqueológico. Hasta el momento han sido excavadas 30 tumbas que albergaban 50 individuos  de diferentes edades y sexos. Las excavaciones han descubierto  también ajuares, broches y  numeroso material cerámico.

 

La investigación que se lleva a cabo en Rojales está ofreciendo una importante información sobre ritos de inhumación y genética. Alguna de las tumbas excavadas en roca contenía uno o varios individuos y se encontraban cubiertas con lascas de piedra o tejas de cerámica. Algunas de ellas llevan talladas el símbolo XP, en alfabeto griego, conocido como  crismón o anagrama de Cristo.

En este periodo histórico se abandona la incineración en los enterramientos cristianos y directamente los cuerpos son sepultados. En el caso del cabezo del Molino y según explica Teresa  Ximénez, los fallecidos  son colocados  con la cabeza hacia el oeste  y los pies al este, es decir  “al sol poniente y al sol naciente, un rito cristiano de primera época” subraya la arqueóloga. Y apostilla que la aparición de varios cuerpos en algunas fosas, con adultos y menores,  nos indica que muchos de los antiguos habitantes del Cabezo del Molino morían a la vez, lo que nos lleva a pensar que se produjeron epidemias muy contagiosas y que las sepulturas múltiples contenían cuerpos  de familiares.

Las pruebas genéticas que realiza el Instituto  Max Plank Jena determinarán el origen de los habitantes de Rojales en este periodo, relaciones familiares o  causa de la muerte. Sobre este último aspecto la investigadora señala se trata de una época donde las fuentes hablan de la “Peste de Justiniano” una de las peores pandemias de la historia.

 

Ocupación humana

Las excavaciones arqueológicas del Cabezo del Molino han determinado una larga cronología humana de ocupación que comienza en el siglo IV-III antes de Cristo con la cultura Ibérica. Le sigue una presencia tardorromana entre los siglos  IV-V y ya en los siglos VI-VII Bizancio. Termina la ocupación en los siglos VIII y IX con una presencia musulmana.  

La hipótesis que se baraja en estos momentos ante esta larga presencia humana en el cabezo del Molino es que este cerro podría haber sido un puerto fluvial, según Teresa Ximénez. “Es pronto para saberlo con certeza queda mucho por investigar pero de momento es la que barajamos” subraya.  

Al respecto dijo que se realizarán excavaciones los tres próximos años  y se ampliará  el proyecto según los resultados. Entre ellos figura localizar, si existen en la actualidad,  el poblado con sus viviendas y otras construcciones de carácter religioso.   

Musealización

Reseñar por otra parte que la  concejala de Cultura y Patrimonio Histórico y Natural, Inmaculada Chazarra, anunció que el yacimiento Bizantino será  musealizado para que pueda ser visitado. “Estamos estudiando las mejores opciones para este plan en colaboración con el Marq, con el fin de garantizar su difusión y conservación” indicó.

La concejala señaló que todos los materiales hallados en el yacimiento serán depositados en el museo arqueológico de Rojales una vez estudiados y  restaurados.

 

FUENTE: ALICANTEPLAZA

 

MAS FOTOS

 

La comarca de Matarraña se ubica en la provincia de Teruel, en una zona montañosa y no muy lejos de la costa catalana. Su entorno natural lo compone olivares, pinares y muchos viñedos, un panorama que ha tildado a esta localidad con el adjetivo de ser la “Toscana aragonesa”. Dicha comarca está compuesta por un total de 18 pueblos que destacan por su belleza histórica y su alta capacidad turística con diversas actividades que se pueden hacer en su amplio entorno natural.

No obstante, si bien la esencia de Matarraña es su atractivo y la desconexión total que secunda a todo turista que la visita, a la vez, es su principal problema. Y es que entre los 18 municipios que conforman la comarca, suman solo 8.000 habitantes. Se resisten a la despoblación, incentivando los servicios al turista, fomentando dar valor a su patrimonio histórico e intentando generar trabajo del sector primario que sustenta.

Valderrobres es pueblo de mayor envergadura y capital de la comarca desde que se estipuló en el 1930. Su despoblación ha sido progresiva y continuada, excepto en el siglo XXI, cuando comenzó a ganar habitantes procedentes de otros países que buscaban una oportunidad de asentarse en España.

El Instituto Nacional de Estadística lo ha dejado claro con sus últimos datos. Desde las primeras décadas del presente siglo, el 63% de los municipios españoles sufrieron una pérdida de habitantes, un hecho que contrasta con el alto crecimiento poblacional que ha habido en las grandes urbes.

No obstante, aunque el panorama resulte algo desalentador para muchos de esos municipios, es de aplaudir el ejemplo de Valderrobres y en cómo ha sabido combatir esa estadística con todos los medios que ha tenido en su haber. ¿El resultado? Un rayo de esperanza para la España vacía y un ejemplo a seguir. Desde el año 2.000, Valderrobres pasó de tener 1.845 habitantes a albergar actualmente 2.473.

Uno de los pueblos más hermosos de España

Valderrobres es miembro por derecho de la lista de localidades que luchan por ser la más bonita de España, compartiendo notoriedad con reconocidos municipios. Sus monumentos son de un valor inestimable y de una belleza sin igual, como el castillo que se alza en su casco o la iglesia gótica de Santa María la Mayor -anexa la fortaleza- datada del siglo XV.

Las calles que conforman el pueblo se mantienen con el mismo material y aspecto medieval que cuando fueron concebidas, abriéndose a casas palaciegas con escudos de armas decorando sus pórticos. La Plaza Mayor del lugar muestra orgullosa el ayuntamiento, un edificio del siglo XVI de exquisita belleza y al que se puede acceder tras cruzar un puente de piedra que atraviesa el río Matarraña.

Los datos turísticos de la localidad son cada vez mejores, y solo en el 2.022 recibió unos 36.000 visitantes.

Calaceite es otro de los pueblos que más suenan al hablar de la comarca de Matarraña. Su casco urbano alberga un modelo de calles totalmente medieval, con casas señoriales, un ayuntamiento de arte renacentista y una iglesia ungida en el arte barroco. Sin embargo, nuestra ruta por la comarca no se queda aquí, sino que continúa por otros municipios de igual belleza y que transmiten sensaciones únicas al viajero. Así, tenemos el caso de Rafales, Beceite, La Fresneda, Peñarroya de Tastavins, etc.

Recordar que, además del turismo urbano y monumental, la comarca posee una oferta activa de gran relevancia para la práctica de barranquismo en sus escalonadas montañas, pedalear en bicicleta a lo largo de sus numerosas y preciosas rutas, y recorrer sus muchos caminos montañosos para los amantes del senderismo.

En la actualidad, el turismo en Matarraña se ha recuperado tras los niveles prepandémicos. Los pueblos del lugar apostaron por fomentar hoteles de calidad, fomentando y contratando a personal cualificado para lograr así el vergel idóneo para atraer más población.

Un claro ejemplo es el Hotel Torre del Marqués, de cinco estrellas y galardonado con el sello de “Small Luxury Hotels”. Está edificado sobre una casona del siglo XVIII, que atañó al Marqués de Santa Coloma. Se reformó y rehabilitó, manteniendo toda su concepción original, hasta conformar el lujoso hotel que es hoy en día. Solo dispone de 18 habitaciones, por lo que si estás pensando en ir, reserva con antelación.

Los restaurantes también han dado un empujón muy importante en el territorio, fomentando el usar productos de proximidad y maridando con vinos elaborados en los viñedos autóctonos. Las bodegas de la comarca generan miles de botellas al año, un hecho que es de agraciar tras el abandono que sufrieron sus viñedos con la despoblación. Por fortuna, cada vez más trabajadores se interesan más por ir aquí para labrarse una nueva vida en un lugar privilegiado.

Si eres un turista con ganas de explorar algo nuevo, visita esta comarca y enamórate como nunca de su entorno. Si buscas un lugar donde trabajar y cambiar tu vida, apuesta por Matarraña, donde podrás además contribuir a combatir la España Vacía.

El castillo de Xátiva

En la ciudad de Xátiva, provincia de Valencia, se encuentra este colosal castillo. Consiste en una doble fortaleza que une a dos castillos, todo ello ornamentado con el característico estilo gótico valenciano de la región. Ambos castillos, denominados el Castillo Menor y el Castillo Mayor, arrastran una historia repleta de conflictos, combates y defensas heroicas a lo largo de la historia.

Durante la vigencia de la Corona de Aragón, tuvo el cometido de ser prisión de Estado, albergando prisioneros famosos tales al conde de Urgel, los infantes Fernando y Alfonso de la Cerda y el duque de Calabria.

Esta gran fortaleza fue considerada como uno de los baluartes más fuertes y con mayor renombre de toda la península, convirtiéndose en un punto estratégico inexpugnable.

Una vez acabó la guerra de Sucesión, el castillo fue abandonado, entrando en un abandono constante caño tras año. Por fortuna, el Ayuntamiento de Xátiva tomó las riendas de su gestión y actualmente se ocupa de su mantenimiento y administración para deleite de los visitantes.

Este castillo fue declarado Bien de Interés Cultural. Su edificación original data de fechas romanas, aunque sus continuas reformas y ampliaciones han dejado auténticas maravillas arquitectónicas de otros estilos, como las torres de origen gótico e islámico.

Para ser más concretos, el Castillo Menor es la zona más antigua de todo el monumento, fechándose en la época de los íberos y los romanos. Su enclave en el entorno abre unas vistas panorámicas increíbles de toda la sierra circundante al estar asentado sobre una colina escarpada.

El Castillo Mayor, por el contrario, se erigió durante la Edad Media, destacando en su interior la inigualable belleza de Jardines de Ibn Hazm.

 

Visita al Castillo de Xátiva

La fortaleza está abierta a ser visitada durante noviembre, diciembre, enero y febrero con un horario ininterrumpido que va desde las 10:00 hasta las 18:00 horas, de martes a domingo. Los lunes cierra.

Una entrada para adultos cuesta 6 euros (mayores de 16 años), mientras que la de menores de 8 a 16 años, cuesta 4 euros. En este último grupo se incluye a pensionistas, personas con alguna discapacidad reconocida, posesores del carnet joven, estudiantes certificados, familias numerosas y grupos de más de 10 personas. Los menores de 8 años, entran gratis (obviamente, acompañados de un adulto).

Tener presente que conviene reservar las entradas con antelación y desde la página web del ayuntamiento, pues el aforo suele llenarse con bastante facilidad y solo dejan un 10% de cupo libre para venta de entradas en ventanillas.

 

Francisco de Orellana (Trujillo, Extremadura; 1511-cerca del Río Amazonas, noviembre de 1546) fue un explorador, conquistador y adelantado español en la época del descubrimiento de América. Participó en la conquista del Imperio Inca y, en lo posterior, fue nombrado teniente gobernador en diversas poblaciones. Se lo consideró como uno de los conquistadores más ricos de la época.

 

En 1535 participó en la pacificación y fundación de Puerto Viejo donde desempeñó los cargos de regidor, alcalde ordinario además de teniente gobernador y uno de los primeros vecinos. En 1537 refundó la ciudad de Guayaquil, que había sido destruida por los indígenas nativos en varias ocasiones y reubicada por diferentes colonizadores españoles. Al año siguiente recibió el título de teniente de gobernador de Guayaquil. Después de terminar la reconstrucción de la ciudad partió hacia Quito y, junto a Gonzalo Pizarro, organizó una expedición que terminaría con el descubrimiento del río Amazonas el 12 de febrero de 1542.

 

Tras sobrevivir a la travesía del viaje por la Amazonia, partió de regreso a España donde fue acusado de traición por cargos presentados por Pizarro. Tras ser absuelto, organizó otra expedición, pero no contó con el capital ni con la aprobación necesarias. Por esta razón, se dedicó a la piratería y se dirigió nuevamente al Amazonas, donde junto a la mayor parte de su tripulación fallecieron sin ubicación específica a lo largo del río.

 

Biografía

 

Francisco de Orellana había nacido en Trujillo en 1511. Era pariente de la familia de Francisco Pizarro, por parte de su abuela materna. Viajó al Nuevo Mundo muy joven (1527), sirviendo en Nicaragua. Reforzó el ejército de Pizarro en el Perú (1535) y le sirvió en múltiples campañas, en una de las cuales perdió un ojo.

 

Durante la guerra civil entre los conquistadores en el Perú, se alineó con los Pizarro y fue enviado por Francisco Pizarro al mando de una columna desde Lima en ayuda de Hernando Pizarro. En 1538 fue nombrado gobernador de la provincia de la Culata, en la costa del actual Ecuador, donde reconstruyó y repobló Santiago de Guayaquil, que había sido recientemente destruida por los indios, anteriormente fundada por Pizarro y repoblada por Sebastián de Belalcázar.

 

Inicio de las expediciones

En diciembre de 1540, Gonzalo Pizarro como teniente gobernador de la ciudad americana Quito, partió con una expedición desde Cusco con la orden de Francisco Pizarro de explorar el este de Quito e ir en busca del País de la Canela y la cuna del reino del El Dorado más allá en el oriente selvático.

 

Orellana supo de la expedición que organizaba Pizarro y se unió a ella. En Quito, Pizarro juntó una fuerza de 340 hidalgos españoles, 200 a caballo y 4000 indios, mientras que Orellana, segundo al mando, fue mandado a Guayaquil para alistar más tropas y conseguir caballos. Pizarro partió de Quito en febrero de 1541, justo antes de que Orellana, con 23 hombres y caballos, se uniera a él.

 

Orellana no abandonó y se apresuró para unirse a la expedición principal, contactándola finalmente en el valle de Zumaco, próximo a Quito en marzo de 1541. Fue el tercer Teniente de Gobernador de Puerto Viejo después de haber asistido a su pacificación y fundación donde perdió un ojo, en las inmediaciones de la actual costa ecuatoriana, además de haber sido uno de los primeros célebres vecinos de Puerto Viejo. Por ello existen documentos que ameritan la estancia de Francisco de Orellana en los primeros cabildos coloniales de actuales ciudades ecuatorianas.

 

Exploración del Amazonas

 

Cruzaron los Andes. Al cabo de un año, ante la falta de resultados de la búsqueda, Gonzalo Pizarro y Orellana construyeron un bergantín, el San Pedro, para transportar a los heridos y los suministros, y siguieron los cursos de los ríos Coca y Napo hasta la confluencia de este con el Aguarico y el Curaray, donde se encontraron faltos de provisiones. Habían perdido 140 de los 340 españoles y 3000 de los 4000 indios que componían la expedición.

 

Acordaron entonces (2 de febrero de 1542) que Orellana prosiguiera en el barco en busca de alimentos río abajo. Le acompañaban unos cincuenta hombres. Incapaz de remontar el río, Orellana esperó a Pizarro. Finalmente, hizo un último intento de ponerse en contacto con él ofreciendo a sus hombres una recompensa para los seis voluntarios que aceptasen remontar el río e informar a Pizarro de su situación.

 

Sin embargo solo tres hombres se ofrecieron para intentar volver río arriba y así la iniciativa de Orellana no se pudo llevar a cabo. Tras una votación, se decidió seguir río abajo con la esperanza de lograr llegar al final del río y salvar así sus vidas. Para intentar el viaje con más garantías de éxito, se comenzó la construcción de un nuevo bergantín, el Victoria. Mientras tanto, Pizarro había vuelto hacia Quito por una ruta más hacia el norte, con sólo 80 hombres, los que quedaban vivos.

 

 

 

 

Orellana siguió río abajo. Al cabo de siete meses y un viaje de 4800 kilómetros, en los que navegó río abajo por el río Napo, el Trinidad (¿río Jurua?), el río Negro (bautizado por Orellana) y el Amazonas, llegó a su desembocadura (26 de agosto de 1542), y desde allí se dirigió costeando a Nueva Cádiz en la isla de Cubagua (actual Venezuela). La Victoria, llevando a Orellana y Carvajal, bordeó la isla de Trinidad por el sur y quedó varada en el golfo de Paria durante siete días, llegando finalmente a Cubagua el 11 de septiembre de 1542.

 

Fue en este viaje en el que el Amazonas adquirió su nombre. Se cuenta que la expedición fue atacada por feroces mujeres guerreras, similares a las amazonas de la mitología griega, pero es posible que simplemente luchara contra guerreros indígenas de pelo largo. Sin embargo, las crónicas del Padre Gaspar de Carvajal, cronista de Orellana deja muy claro que los indígenas que les combatieron estaban liderados por mujeres.

 

 

 

La fascinante Amazonia

 

Puesto que se desvanecía toda esperanza de reunirse con Gonzalo Pizarro, jefe de la expedición, Orellana fue elegido de forma unánime capitán del grupo. Se decidió construir un nuevo bergantín, al que se puso por nombre Victoria, y continuar por el río hasta mar abierto. Durante el trayecto, los heroicos exploradores arrostraron mil peligros, fueron atacados varias veces por los indígenas y dieron muestras de un valor extraordinario.

 

El viaje les preparó continuas sorpresas: árboles inmensos, selvas de lujuriosa vegetación y un río que más bien parecía un mar de agua dulce y cuyos afluentes eran mayores que los más caudalosos de España. Cuando dejaron de divisar las orillas de aquel grandioso río, Orellana ordenó que se navegara en zigzag para observar ambas riberas.

 

En la mañana del 24 de junio, día de San Juan, fueron atacados por un grupo de amerindios encabezado por las míticas amazonas. Los españoles, ante aquellas mujeres altas y vigorosas que disparaban sus arcos con destreza, creyeron estar soñando. En la refriega consiguieron hacer prisionero a uno de los hombres que acompañaban a las aguerridas damas, quien les relató que las amazonas tenían una reina que se llamaba Conori y poseían grandes riquezas. Maravillados por el encuentro, los navegantes bautizaron el río en honor de tan fabulosas mujeres

.

El 24 de agosto, Orellana y los suyos llegaron a la desembocadura de aquella impresionante masa de agua. Durante dos días lucharon contra las olas que se formaban al chocar la corriente del río con el océano y, al fin, consiguieron salir a mar abierto. El 11 de septiembre llegaban a la isla de Cubagua, en el mar Caribe venezolano, culminando uno de los más apasionantes periplos de la historia de los descubrimientos.

 

Regreso a España

 

Desde Cubagua, Orellana embarcó hacia España. Sin embargo, tras una travesía difícil, llegó primero a Portugal, donde el rey le ofreció hospitalidad e incluso recibió ofertas para volver al Amazonas con una expedición abundantemente provista bajo bandera portuguesa. De esta manera se comprobaba el patente interés de la corona en los descubrimientos de estas leyendas.

 

El Tratado de Tordesillas había puesto toda la longitud del Amazonas bajo soberanía castellana, mientras que los portugueses consideraban la costa brasileña como de su entera propiedad. Sin embargo, Orellana continuó a Valladolid (mayo de 1543) con la esperanza de conseguir las reclamaciones castellanas sobre toda la cuenca del Amazonas.

 

Una vez en la corte, y tras nueve meses de negociaciones, Carlos I le nombra gobernador de las tierras que había descubierto, bautizadas como Nueva Andalucía (18 de febrero de 1544). Las capitulaciones le permitían explorar y colonizar Nueva Andalucía con no menos de 200 soldados de infantería, 100 de caballería y el material para construir dos barcos fluviales.

 

A su llegada al Amazonas, debía construir dos ciudades, una de ellas justo en la boca del río. Sin embargo, los preparativos se alargaron debido a la falta de fondos. Finalmente gracias a la financiación de Cosmo de Chaves, padrastro de Orellana, la expedición pudo partir. Poco antes Orellana se casaría con Ana de Ayala, una joven de origen humilde que le acompañará en su nueva travesía.

 

 

 

 

Segundo viaje al Nuevo Mundo y fallecimiento

 

Zarpa de Cádiz, pero es detenido en Sanlúcar de Barrameda, debido a que gran parte de su expedición estaba compuesta por no castellanos. Finalmente (11 de mayo de 1545), y escondido en uno de sus barcos, zarpa subrepticiamente de Sanlúcar con cuatro barcos. Uno se pierde antes de llegar a las islas de Cabo Verde, otro en el curso de la travesía y un tercero es abandonado al llegar a la desembocadura del Amazonas.

 

El desembarco se produce poco antes de las Navidades de 1545 y Orellana se interna unos quinientos kilómetros en el delta del Amazonas tras construir un barco fluvial. 57 hombres mueren de hambre y el resto acampan en una isla del delta entre indios amistosos. Orellana parte en un bote para encontrar comida y la rama principal del Amazonas.

 

A su regreso, encuentra el campamento desierto, pues los hombres habían construido un segundo bote y partido en busca de Orellana. Finalmente abandonaron y partieron costeando hacia la isla Margarita en el mar Caribe.

 

Últimos días

 

Orellana y su grupo siguieron tratando de localizar el canal principal, pero fueron atacados por los nativos caribes. Diecisiete murieron a causa de las flechas venenosas y el mismo Orellana murió poco después, en noviembre de 1546.

 

Cuando los supervivientes del segundo bote llegaron a la isla Margarita, se encontraron con 25 compañeros, incluyendo a Diego García de Paredes y Ana de Ayala, que habían llegado en el cuarto barco de la flota original. Un total de 44 supervivientes (de 300 que habían partido) fueron finalmente rescatados por un barco español. Muchos de ellos se asentaron en Centroamérica, Perú y Chile, mientras que Ana de Ayala se casó con otro superviviente, Juan de Peñalosa, con el que vivió hasta su muerte en Panamá.

 

En la actualidad, una provincia de Ecuador recibe el nombre de Orellana. Igualmente, en el distrito «Las Amazonas» (en el río Napo), provincia de Maynas del departamento de Loreto, en Perú, existe una localidad llamada «Francisco de Orellana».

 

 

Francisco de Orellana aparece como parte del hilo conductor de la cuarta entrega de la saga Indiana Jones, (Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal), aunque muchos de los datos afirmados en la película sobre Orellana son inexactos, o directamente, falsos.

 

 

Para empezar, Orellana no fue buscando la mítica ciudad de El Dorado, como se afirma en el filme. Además, Indiana Jones afirma, en la película, que Orellana no regresó jamás a España, dato falso, pues fue acusado por Francisco Pizarro de alta traición y juzgado en España, siendo exonerado.

Por otro lado, Orellana desapareció en el Amazonas, no en Perú, como se afirma en el filme.

 

Estudios acerca de su vida

 

La fuente fundamental de la primera expedición fue escrita por fray Gaspar de Carvajal, el capellán que acompañó a Orellana en su primera exploración del Amazonas. Se trata de la Relación del nuevo descubrimiento del famoso río Grande que descubrió por muy gran ventura el capitán Francisco de Orellana. La Relación no fue publicada completa hasta 1895 por el erudito chileno José Toribio Medina, como parte de su obra Descubrimiento del Río de Las Amazonas. Más tarde, en 1934, fue extensamente revisada por H. C. Heaton.

 

El cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo (1473-1557), vecino de Santo Domingo, dio a conocer el viaje de Orellana y Carvajal en una carta al Cardenal Pietro Bembo, fechada el 20 de enero de 1543 en un resumen que fue traducida al italiano y publicada en la recopilación de Giovanni Battista Ramusio, (1485-1557) Navegationi e Viaggi, tomo 3.

 

La Relación entera de Carvajal fue compilada y comentada por Oviedo en la tercera parte de su Historia general y natural de las Indias la Tercera Parte, libro L, capítulo XXIV que fue publicada por primera vez en el año 1855.

 

El cronista de Indias, Antonio de Herrera (1549-1626) relata en su Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas i Tierra firme del Mar Océano (década VII, libro IX, caps. VIII-IX) la segunda expedición de Orellana al Amazonas y su muerte.

 

Fuentes:

Wkiimedia

Wikipedia

National geographic

Biografias

Britannica

 

 

La Armada Invencible es el término que se utiliza habitualmente en España para designar a una flota naval que en 1588, y dentro de la llamada Guerra Anglo-española de 1585-1604, fue mandada por el rey Felipe II de España para la invasión de Inglaterra, gobernada entonces por Isabel I, con el objeto de derrocarla, instaurar en la isla de nuevo el catolicismo, evitar la ayuda de Inglaterra a la independencia de los Países Bajos (por entonces bajo dominio español) y sofocar los ataques piratas ingleses a las expediciones marítimas españolas y sus colonias.

 

Armada Invencible en formación

Antecedentes

España es en el siglo XVI una potencia dominante en Europa, el Mediterráneo y el Nuevo Mundo con numerosos frentes abiertos; una guerra casi perpetua con Francia por el dominio de la península italiana y Europa Central, la ruptura religiosa del protestantismo respecto a la doctrina católica, el empuje del Imperio Otomano desde Oriente, la piratería berberisca realizada por musulmanes de África del Norte y la creciente pujanza de Inglaterra luchando por nuevos territorios y por el comercio con el Nuevo Mundo.

En 1559, y tras la batalla de Gravelinas y San Quintín ganadas por los españoles a los franceses, España y Francia firman la Paz de Cateau-Cambrésis, paz que se selló con el matrimonio de Felipe II de España con la hija del rey de Francia Isabel de Valois, permitiendo un tratado que estuvo activo durante un siglo y que fue determinante para consolidar la hegemonía española.

En 1571, la coalición católica formada por España, los Estados Pontificios, la República de Venecia y de Génova, La Orden de Malta y el Ducado de Saboya habían logrado una batalla decisiva en las costas griegas de Lepanto. Victoria que evitó el avance de el Imperio Otomano de los turcos cuyo propósito era dominar todo el Mediterráneo y aplacó, al menos momentáneamente, la piratería berberisca.

Mientras tanto, Isabel I de Inglaterra ha abandonado su ambigüedad inicial respecto a las posesiones españolas en los Países bajos y en 1585 firma un pacto por el que se compromete a ayudarles a conseguir su independencia a cambio de instalar guarniciones inglesas en su suelo, algo que, por supuesto, a España le resultaba intolerable.

Por si fuera poco, las correrías de los piratas ingleses asediando con sus incursiones las plazas y navíos españoles llegaba su punto culminante. Sus continuos ataques a la flota del tesoro proveniente de América ya no son suficientes; el corsario Francis Drake se permite asaltar Cádiz en 1587 y destruir unas 20 naves españolas. El expolio inglés durante estos momentos se puede cifrar en alrededor de 1.500.000 ducados (lo suficiente como para pagar una campaña de guerra de dimensiones mayores que las de Lepanto).

También en 1587 la prima católica de la reina Isabel I, María Estuardo, reina de Escocia, fue acusada de conspirar contra Isabel de intentar usurparla del trono e incitar a los católicos del norte a la sublevación. Esta acusación la llevó al cadalso y María Estuardo fue decapitada, algo que removió la conciencia de los católicos de toda Europa y, en especial, de Felipe II.

Galeón español

 

 

9 razones para invadir Inglaterra

1-La división entre protestantes y católicos

Una de las grandes divisiones entre España e Inglaterra se refería a la religión. Desde comienzos del siglo XVI, Europa se dividió cada vez más en dos grupos de cristianos: católicos tradicionales y protestantes reformadores. España e Inglaterra estaban en lados opuestos de esta división. El padre de Isabel I, el rey Enrique VIII, había establecido la Reforma inglesa, eliminando la Iglesia de Inglaterra de la autoridad del Papa católico en Roma. Bajo el reinado de su hermano, el rey Eduardo VI, Inglaterra se convirtió en un país protestante. Aunque la reina María I, la hermana mayor de Elizabeth, había tratado de volver al país al catolicismo, había fracasado. Por lo tanto, los dos países quedaron en lados opuestos de la mayor división política y religiosa de la época.

2-El derecho de Felipe II a la Corona Inglesa

Una de las razones por las cuales Felipe II se enfocó en el trono inglés fue porque ya lo había tenido una vez. Como esposo de María I, había sido rey de Inglaterra y había visto la oportunidad de llevar al país a su imperio católico. Cuando María murió sin dejar un hijo, el trono se volvió hacia Isabel, y la oportunidad de Felipe se perdió. Sin embargo, el quedó con un sentido de derecho a la corona inglesa.

3-La ejecución de María Estuardo

Para el 18 de febrero de 1587, Felipe ya estaba haciendo planes para su invasión. Pero un evento ese día lo precipitó todo. La católica reina María había sido la mejor contendiente para reclamar el trono de Inglaterra en caso de la muerte de la protestante Isabel I sin haber tenido descendencia. Como católica, ella representaba una amenaza para el establecimiento protestante y había sido encarcelada por Isabel. Espías de Isabel I alentaron un complot alrededor de María y se confabularon para poner en evidencia a María cómo conspiradora ante Isabel I,  lo que llevó a la ejecución de la católica María en ese frío día de febrero. Con María desaparecida, solo la conquista podría poner a un católico en el trono inglés.

María I

 

4-Los ataques ingleses a los intereses españoles

La imagen de los ingleses en España como indignos de confianza y violentos, se vio reforzada por su tendencia a la piratería. Isabel I alentó a los corsarios (piratas con licencia estatal)  a atacar puertos y barcos españoles. El saqueo de Sir Francis Drake de las colonias españolas en 1585 y su incursión en Cádiz en 1587 fueron sin duda las acciones más descaradas en lo que fue efectivamente una guerra no declarada, cuyo botín llenó el tesoro inglés a expensas de España. Felipe II no podía permanecer impasible ante esos ataques.

Felipe II por Claudio Coello

 

5-El apoyo de Isabel I al rival de Felipe II por la Corona Portuguesa

Después de la crisis de sucesión portuguesa de 1580, Felipe II demandó su trono a la corona portuguesa, tomando el control por la fuerza de las armas. Dom Antonio, el pretendiente al trono portugués, huyó a Inglaterra donde fue recibido por Isabel I. Apoyó a Dom Antonio en su resistencia a Felipe, incluido un ataque estratégicamente importante en las Islas Azores en 1581-2. Fue un acto más de antagonismo por parte de los ingleses contra España.

6-El apoyo de Inglaterra a la rebelión de los Países Bajos

En ese momento, los Países Bajos eran parte del Imperio español. Pero desde 1566, la región se había rebelado contra Felipe. Los ciudadanos holandeses, muchos de ellos protestantes, se sentían resentidos por un monarca católico extranjero. Aunque gran parte de los Países Bajos fue retomado por los españoles durante los años 1578 a 1588, una parte significativa aún resistió, incluido el poderoso puerto de Amsterdam. El apoyo de los ingleses ayudó a mantener viva la revuelta a través de la provisión de hombres y dinero, favoreció el ataque a los barcos españoles frente a la costa holandesa. La conquista de Inglaterra ayudaría a Felipe a completar la reconquista de los Países Bajos.

7-La alianza de Inglaterra con el Imperio Otomano

Desde 1584, los ingleses hicieron un esfuerzo concertado para forjar una alianza con Turquía y Fez-Marruecos. Tal alianza podría atacar a los españoles desde ambos lados. Era una amenaza estratégica, pero para muchos españoles, era mucho más que eso. La alianza de Inglaterra con los poderes musulmanes parecía particularmente vil para los españoles. Su nación se había unido a través de una lucha de varias generaciones para afirmar la supremacía cristiana sobre las partes musulmanas de España, campaña que se había completado tan solo menos de un siglo antes. La amenaza de una invasión musulmana de inspiración inglesa infundió miedo en los corazones de los españoles, que consideraban a los musulmanes bárbaros, crueles y blasfemos.

8-La fragilidad de la posición francesa

Los riesgos diplomáticos de España empeoraron por la incertidumbre de los acontecimientos en la vecina Francia. Francia era otra de las grandes potencias de Europa y, como España, giró entre la amistad y la rivalidad con Inglaterra. Aunque la mayoría de los franceses eran católicos, había una importante minoría protestante, los hugonotes, con gran influencia en la corte. Las políticas religiosas y diplomáticas del país se tambalearon  mientras las distintas facciones competían por el control del gobierno francés, desde apoyar a los protestantes en el exterior hasta perseguirlos en casa. Para Felipe, esto significaba que en cualquier momento Francia podría aliarse con Inglaterra en su contra o conquistar la isla y usurpar su reclamo. Demasiado en juego para dejar las cosas al cambiante estado de ánimo francés.

9-El ideal de la causa justa

Evidentemente Felipe tenía muchas razones para atacar a Inglaterra, pero su decisión de hacerlo fue en última instancia moldeada por el ideal de una guerra justa. Los pensadores del período idealizaron la lucha en nombre de una buena causa. Y así, Felipe decidió vivir a la altura de ese ideal, al invadir una nación peligrosa y blasfema, para devolverla a la legalidad y a Dios.

Cenotafio de Felipe II en El Escorial. Pompeo Leoni

 

El plan de la Armada Invencible

Ya desde inicios de 1586, Felipe II ha encargado a su Almirante D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, la elaboración de un plan para la llamada “empresa de Inglaterra” y que rondaba por su cabeza desde hacía años pero que se procrastinaba por diversos motivos.

El plan realizado por D. Álvaro es un plan de proporciones bíblicas con más de 700 naves de todos los tamaños y unos 100.000 hombres, siendo más de la mitad del cuerpo de infantería. ¿El coste aproximado? Casi 4.000.000 de ducados, siendo 2 millones la cantidad a aportar por España y el resto por los reinos de Nápoles y Sicilia y el Ducado de Milán.

Felipe II optó, sin embargo, por un nuevo plan en cuya realización intervinieron, además de Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Zúñiga, Juan del Águila y otros. Su discusión, sus continuas fluctuaciones y su demora en el tiempo mermaron cualquier capacidad de atacar por sorpresa a Inglaterra. Ya en abril de 1586, Alejandro Farnesio advertía que todo el mundo estaba al tanto de las intenciones españolas.

Por fin, según el plan definitivo, el asalto a Inglaterra sería llevado a cabo por los tercios viejos afincados en Flandes de Alejandro Farnesio, duque de Parma, sobrino suyo y que contaba sus campañas militares por victorias.

Así pues, D. Álvaro de Bazán únicamente se dirigiría con una flota desde Lisboa (Portugal era de soberanía española desde 1580) hasta los Países Bajos, siendo esta flota un instrumento de apoyo, transporte y capacidad defensiva capaz de ayudar a trasladar a los tercios de manera segura en el trecho de los escasos kilómetros que separan las costas de Flandes de Inglaterra.

 
 

Álvaro de Bazán, que vio cómo su plan había cambiado y sintiendo haber perdido la confianza ciega de su rey, no digirió bien su papel secundario en esta empresa; poco después enfermó de tifus y murió en Lisboa el 9 de febrero de 1588, en plenos preparativos de la empresa de Inglaterra.

La Armada Invencible necesitaba un nuevo almirante y el elegido por Felipe II fue Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia y noble del más alto rango social, al que se le encomendó dicha empresa y que tuvo que aceptar a regañadientes.

Tradicionalmente se ha culpado al Duque de Medina Sidonia del fracaso de la Armada Invencible, se le ha tratado poco menos como a un inepto y, sin embargo, su decisivo papel en los acontecimientos bien pudo salvar muchas vidas e incluso paliar el desastre final de la Gran Armada. Hemos de recordar, además, que Medina Sidonia había conducido un ejército durante la campaña de Portugal y que salvó a Cádiz del saqueo de Drake en 1587.

 

Los preparativos

La Gran Armada se disponía a configurarse como un gran conjunto naval muy heterogéneo (algunos la tachan de incoherente), ya que daba respuesta a muchas capacidades distintas que debían ser llevadas a cabo en la misión: transporte, combate, comunicaciones, exploración, apoyo y desembarco.

Si, como hemos visto, los planes ya estaban anticipados en 1586, es desde ese momento cuando Felipe II ya comienza a alistar y proveer una fuerte armada, tanto con los medios propios (como su Armada del Mar Océano al mando de D. Álvaro de Bazán), la flota de Indias (a la que se hace regresar a España), así como de los sucesivos embargos de barcos que se van realizando en Guipúzcoa, Vizcaya, Santander, Cádiz, Sanlúcar de Barrameda… y cuyas naves entran frecuentemente en los astilleros para ser remodeladas y hacerlas más eficientes para la guerra naval.

En este año de 1586 ya se han armado y trasladado a Lisboa las escuadras de los capitanes Hurtado de Mendoza y de Recalde y se ordena el alistamiento de las naves de Nápoles y Sicilia.

En julio de 1587, es decir, un año y medio después de comenzar los preparativos, esperan órdenes en Lisboa un total de 37 navíos, que permanecen a la espera de las naves sicilianas, napolitanas y andaluzas que irán llegando en breve.

El 25 de septiembre de 1587 llega a Sanlúcar la Flota de Indias después de haber atravesado el Atlántico y, para finales de abril de 1588, llegaría a Lisboa la última gran escuadra de la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias al mando de Diego Flores de Valdés. 19.000 soldados permanecen en Lisboa y 27.000 aguardan en Flandes el unirse a ellos.

 

Todo está listo a falta de los últimos retoques y la Gran Armada se constituye como una gran flota naval a la que se dota de unidad administrativa, logística y operativa (veedores, proveedores, contadores, pagadores, auditores).

La larga espera en Lisboa provoca brotes epidémicos en los que muchos hombres enfermaron o murieron. El mismo Marqués de Santa Cruz, encargado de llevar a buen fin la complicada Empresa de Inglaterra, fallece de una «fiebre pestilencial» siendo sustituido por Medina Sidonia.

La bandera expedicionaria se consagra el 25 de abril y se realiza una revista general a la flota el 9 de mayo de 1588. El aumento en el número de soldados previstos (de 12.000 a 19.000) hace que se consuman las provisiones a ritmo mayor de lo esperado y los tiempos de espera e indecisión provocan que algunos alimentos queden en mal estado. El 30 de mayo la Armada Invencible sale de Lisboa con la idea de dirigirse a La Coruña en busca de provisiones.

La mala fortuna hará que un violento temporal no permita la llegada de todos los barcos al puerto de La Coruña, diseminándose y provocando un nuevo retraso en la partida definitiva hacia Flandes. A los once días de haber partido de Lisboa, la Armada se encontraba a la altura del Cabo de San Vicente, es decir mucho más lejos de su destino que cuando partieron.

El cuentagotas de naves que fueron llegando a La Coruña, el consumo de sus víveres durante la travesía y su necesidad de un nuevo avituallamiento (en el que fue decisiva la logística del Marqués de Cerralbo) provocaron un nuevo retraso.

La salida definitiva del puerto de La Coruña se hará, tras una confesión y bendición multitudinaria a las tropas, el viernes 22 de julio de 1588.

 

 

Composición y tipos de barcos de la Armada Invencible.

Galeazas (4 unidades): Puramente militares, eran una evolución de las galeras con un gran potencial de fuego de artillería, con una batería de cañones en cada banda. Desarrollada principalmente para la navegación mediterránea es de propulsión mixta (vela y remo). Sólidas y difíciles de maniobrar.

Galeras (4 unidades): En su origen pueden ser de transporte o de combate. Las de combate están especializadas para labores de abordaje. Desarrolladas para la navegación mediterránea.

Galeones (20 unidades) : Con capacidad de transporte de mercancías, su misión militar combina las funciones de artillería y abordaje. De diseño estilizado para esa época (más largos que anchos) y diseñados para largas travesías atlánticas. Se trataba de navíos de 3 cubiertas, pudiendo la primera estar por debajo de la línea de flotación; calado reducido y bordas altas para evitar el abordaje

Naos (42 unidades): Más redondeada que el galeón, fueron usadas tanto para el transporte como para la guerra y se construyeron tanto para la navegación atlántica como la mediterránea.

Carabelas (10 unidades de avituallamiento): Más pequeñas que las naos y más veloces y marineras que estas. Con 2,3 o 4 mástiles y una sola cubierta. Estas unidades acompañaron en una flotilla aparte ,junto a 7 falúas, a la Gran Armada en su salida del puerto de La Coruña.

Falúas (7 unidades de avituallamiento): Embarcación alargada y estrecha a remo y a vela, de uno o dos mástiles.

Urcas (26 unidades): Barco de carga, redondo y plano con alguna capacidad artillera.

Pinazas y zabras o galeoncetes (11 unidades): Navíos pequeños de propulsión mixta (vela y remo), veloces y ligeras utilizadas sobre todo para misiones de exploración y remolque.

Pataches (20 unidades): Los llamados barcos correo. Pequeños y ágiles 

La crónica de la Armada Invencible día a día 

22 de julio de 1588, viernes. 

Zarpa de La Coruña, con buen tiempo, la Armada Invencible con sus 127 naves agrupadas en 10 escuadras y una flotilla de avituallamiento de 10 carabelas y 7 falúas.

Navegados unos 17 kilómetros se fondea por falta de viento y se permanece así todo el día restante.

23 de julio de 1588, sábado.

Se reanuda la navegación con un tiempo favorable y sobre las 6 de la tarde ya se encuentra a unos 85 kilómetros de La Coruña. La galera Diana de la Escuadra de Galeras comienza a hacer agua y regresa a la costa española (llegará a Vivero al día siguiente)

24 de julio de 1588, domingo.

Se navega con tiempo favorable.

25 de julio de 1588, lunes. 

Se manda una pinaza con destino a Dunquerque, en las inmediaciones de los Países Bajos, para informar a D. Alejandro de Farnesio de la puesta en marcha de la operación.

26 de julio de 1588, martes

Comienza a empeorar el tiempo y el temporal va creciendo por momentos. La nao Santa Ana se separa de la escuadra desviándose hacia Le Havre. La galera Diana se ha perdido durante la noche.

27 de julio de 1588, miércoles. 

Continúa el mal tiempo. Al galeón San Cristóbal, de la escuadra de Castilla, un golpe de mar le arranca todo el corredor de popa. Se produce una dispersión de la flota, llegando a faltar en el recuento hasta 40 de ellas.

 

28 de julio de 1588, jueves.

Amanece buen día. Medina Sidonia ordena una operación de búsqueda de las naves dispersas con 3 pataches y una falúa.

29 de julio de 1588, viernes.

Buenas noticias. Las embarcaciones dispersas se encuentran cerca y el grueso de la Armada Invencible aminora su marcha para favorecer la incorporación de las mismas.

Sobre las 4 de la tarde se avista tierra y se fondea sobre las 7 a 3 leguas (17 kilómetros) de Cabo Lizard, en la costa sur de Cornualles.

Un galeón inglés, el Golden Hind avista a la Gran Armada y avisa al almirante Howard en Plymouth, donde dan comienzo al remolque de naves inglesas al puerto para aprovechar la marea.

30 de julio de 1588, sábado.

La flota inglesa ha podido preparar unas 50 naves de combate y de 30 a 40 embarcaciones menores en el puerto de Plymouth.

La Armada Invencible se dispone a entrar en el Canal de la Mancha. Por la tarde, los fuegos a lo largo de la costa inglesa avisan del inminente paso de los españoles.

Un consejo de guerra formado por el duque de Medina Sidonia, Juan Martínez de Recalde, Leyva y otros altos cargos de la Gran Armada se plantean atacar a la flota inglesa en el puerto de Plymouth (distante a unos 80 kilómetros) y asestarles un duro golpe. Recalde, conocedor de esas costas, sabe que la dirección del viento y la marea en ese momento es favorable a los españoles; sin embargo el duque de Medina Sidonia tiene órdenes claras del rey Felipe II de no buscar el enfrentamiento y dirigirse a recoger a los tercios a Calais.

Esta decisión será, por fin, la que se adopte en dicho consejo de guerra.

Esta misma tarde la flota inglesa con unas 120 navíos ya ha comenzado a salir del puerto de Plymouth.

31 de julio, domingo. El primer encuentro de las dos flotas en Plymouth

Las flotas inglesa y española valoran sus tácticas de ataque, se observan y se ordenan en posiciones de combate.

La Armada Invencible, que en este día cuenta con una formación de 121 naves, adopta su formación en tenaza. La flota inglesa queda dividida en dos formaciones.

A modo teatral, el almirante inglés Lord Howard dispara los cañones del «Disdain» a gran distancia retando a los españoles.

Se suceden las escaramuzas y ataques entre las dos flotas que se saldan con 7 muertos y 31 heridos por parte de la flota española y el galeón San Juan con la rotura del trinquete de gavia. Nada sabemos con certeza de los daños en la flota inglesa (que se retira colocándose a unos 3 kilómetros de la española), aunque fuentes españolas cifraban en dos las naves perdidas por los ingleses.

Los ingleses no estaban dispuestos a acercarse mucho a la Gran Armada y mientras que Drake señaló después de esta batalla “hemos ido a su caza”, el almirante Howard lo describió como “un pequeño combate” en el que “no podíamos arriesgarnos a situarnos entre ellos siendo tan potente su flota”.

Dos accidentes sacuden, sin embargo la flota española. Primero la nao “Nuestra Señora del Rosario” embiste a otra de su misma escuadra, la “Catalina” que debe retirarse de la formación para ser reparada, quedando la “Nuestra Señora del Rosario” ingobernable, abandonada a su suerte y a la merced de los ingleses que la capturarán al día siguiente.

Por otro lado, la nao almiranta de la escuadra de Guipúzcoa, el “San Salvador” sufre una explosión de barriles de pólvora por causa desconocida que provoca el desplome de sus dos cubiertas, el castillo de popa y la destrucción de la nave, produciéndose alrededor de 200 bajas en la tripulación.

1 de agosto de 1588, lunes.

Los ingleses atrapan a la “Santa María del Rosario” junto a toda su tripulación y su almirante Pedro de Valdés, que permanecería preso en una cómoda mansión durante siete años.

La mayor parte de los heridos y quemados del “San Salvador” fueron trasladados al buque hospital de la Gran Armada, el “San Pedro”, mientras que no se pudieron rescatar a los más graves que permanecían allí (alrededor de 50) cuando sir John Hawkins capturó los restos de el “San Salvador” e intentó trasladarlos hasta Weymouth, pudiendo rescatar los cañones y la pólvora que habían sobrevivido al accidente antes de que el barco se hundiera definitivamente en su traslado.

La Armada Invencible queda reducida, con las dos últimas bajas a 119 naves.

Se manda un patache con destino a Dunquerque para dar un nuevo aviso a Alejandro Farnesio.

2 de agosto de 1588, martes. El encuentro de Portland Bill.

Con buen tiempo y con ambos ejércitos buscando los vientos favorables, se producen encuentros frente a Portland Bill en los que los españoles intentan la aproximación para el abordaje, mientras que los ingleses son más partidarios de utilizar la artillería y no enzarzarse.

Algo más al oeste, las galeazas dirigidas por D. Hugo de Moncada se enfrentan a cañonazos a seis barcos ingleses, entre ellos el poderosamente armado “Triumph”, estando cerca de poder abordarlo. La indecisión de D. Hugo de Moncada sería más tarde reprendida por el duque de Medina Sidonia.

Mientras tanto, el Almirante Howard consigue con varios galeones una muy buena posición en la retaguardia de la Gran Armada, intercambiando fuego con los españoles que, sorprendidos , se amontonan sin orden. Medina Sidonia se destaca con su maniobra enfrentándose en solitario a la flotilla inglesa hasta que es ayudado por la “Santa Ana” de Oquendo, momento en el que Howard ordena la retirada, después de haber disparado más de 500 proyectiles a la “Santa Ana”, mientras que este último apenas pudo disparar 80 en este combate desigual.

Los ingleses han podido incluso abordar la “Santa Ana”, pero no es lo que quieren; prefieren castigar con fuego de artillería, y evitar abordar y ser abordados.

En contra de lo que puede parecer, los daños ocasionados entre ambos ejércitos son mínimos, de lo que se lamenta Hawkins al haberle costado “buena parte de nuestra pólvora y proyectiles”. Su elogiada artillería se está demostrando ineficaz a distancia segura para evitar ser abordados por los españoles.

Medina Sidonia reorganiza la formación táctica de la Armada Invencible siguiendo el criterio de Recalde pues los ingleses no pretenden “pelear, sino entretenernos para impedirnos el viaje”.

Las bajas españolas de la jornada se cifran en 50 muertos y 60 heridos, las inglesas se desconocen.

Llega a Dunkerque la primera pinaza informativa que partió del grueso de la Armada el 25 de julio.

La Armada Invencible continúa su viaje hacia el este; se unen más barcos a la flota inglesa.

3 de agosto, miércoles. El encuentro frente a St. Adhelm

La flota inglesa de Isabel I ha repuesto sus stocks de munición con la inclusión del material procedente de los dos barcos españoles apresados.

La urca “Gran Grifón” ha quedado algo retrasada del grueso de la flota, circunstancia que aprovecha la flotilla de Drake para alcanzarla y someterla a un fuego desproporcionado. En su cubierta los soldados se mantienen firmes en sus puestos esperando que algún barco inglés se ponga a su alcance para ser abordado.

Medina Sidonia manda acudir a su rescate provocando la huida de la flotilla de Drake.

Los españoles han sufrido unas bajas de 70 hombres muertos y 60 heridos. Se decide mantener al menos 40 naves armadas en la retaguardia y seguir el avance, mientras que los ingleses, ante su probada ineficacia ante la organización táctica española reordenan su flota en cuatro escuadras: Howard, Drake, Hawkins y Frobisher.

La Armada Invencible navega en dirección a la Isla de Wight.

4 de agosto de 1588, jueves. El encuentro en la Isla de Wight

La falta de viento obliga a los barcos armados tanto ingleses como españoles a ser remolcados por embarcaciones de remo en sus escaramuzas de ataque y defensa.

Se llegan a producir enfrentamientos que varían en su intensidad y en su curso; mientras que en ocasiones el escaso viento favorece a algún navío español, otras veces lo hace a otro inglés. Un último ataque inglés, efectuado posiblemente por Drake desequilibra a la Gran Armada, alejándola del estrecho de Solent, que separa Inglaterra de la Isla de Wight.

Se disparan unos 3.000 cañonazos entre las dos armadas ese día. Las bajas españolas ascienden a 50 muertos y 70 heridos. Las inglesas, como ya hemos podido observar anteriormente, no son contabilizadas

5 de agosto de 1588, viernes.

Día si apenas viento y con ambas armadas separadas por dos millas, siendo perseguida la Armada española a distancia.

 

La Armada Invencible de 1588 (cuadro de 1620)

 

6 de agosto de 1588, sábado. La Batalla de Gravelinas

La Armada Invencible continua navegando, llegando sobre las 16 horas a las inmediaciones de Calais donde fondean. El Duque de Medina Sidonia manda una embajada de amistad al gobernador francés de la ciudad.

Mientras, la flota inglesa fondea a unos 3 kilómetros de la española y recibe el refuerzo de 36 barcos, el Escuadrón del Canal comandado por Seymour. Sir William Winter propone esa noche la idea de utilizar brulotes (naves incendiarias, cargadas de pólvora, que se aproximan a las enemigas bien sin tripulación si la corriente es favorable, o bien mínimamente tripuladas y que se inflaman con el tiempo justo para ser abandonadas).

7 de agosto de 1588, domingo.

La pinaza enviada el 25 de julio con un mensaje para el Duque de Parma regresa con noticias. Alejandro Farnesio puede tener sus fuerzas listas en seis días, toda una eternidad en aquella situación.

Teniendo que esperar, Medina Sidonia ordena que unidades de la escuadra de pataches y zabras se coloquen entre el fondeadero inglés y el español a fin de prevenir el ataque con botes incendiarios. Una señal más de que Medina Sidonia, en contra de su mala fama, adoptó decisiones correctas en numerosas ocasiones a lo largo de la empresa de Inglaterra.

8 de agosto de 1588, lunes. El ataque de brulotes

Pasada la medianoche se produce el ataque con brulotes de la armada inglesa. 8 barcos que han sido dejados a favor de la corriente.

La flotilla destinada a evitar este ataque consigue desviar a dos naves y se da orden desde la flota española de levar anclas o de cortar amarras para evitar a los brulotes con la condición de volver pasado el peligro al mismo puerto de fondeo, algo que resultará imposible por las fuertes corrientes del lugar.

Algunas naves chocan entre sí en la maniobra (la galeaza “San Lorenzo” y la nao “San Juan de Sicilia”), otras naves maniobran para evitar los bajos fondos de la costa de Flandes quedando dispersas. La “San Lorenzo”, ingobernable después de su accidente, queda escorada y sin defensa a la altura del castillo de Calais. La nave no se rindió hasta la muerte en combate del general Hugo de Mendoza y no pudo ser saqueada por los ingleses al interrumpir los franceses dicho saqueo.

Con la llegada de la flota inglesa al completo, compuesta de al menos 153 embarcaciones, comienza una batalla confusa por su dispersión en el espacio y tiempo.

Son 5 barcos españoles (el “San Martín”de Medina Sidonia, el “San Juan” de Recalde y el “San Marcos” de Peñafiel y dos galeones de la Escuadra de Portugal) los que harán frente en un principio a la totalidad de la flota inglesa mientras que los pataches y zabras se encargan de recuperar las naves dispersas.

Poco a poco, la cortina defensiva española va creciendo y aumentando su capacidad de fuego. Las naves inglesas, muy superiores en número pueden acorralar a naves solitarias españolas que tienen que socorrerse mutuamente en repetidas ocasiones.

Los daños ocasionados por la armada inglesa son cuantiosos. Aunque sólo un barco español es hundido en el combate, el “María Juan”, otros han sido seriamente dañados y 3 de ellos el galeón “San Felipe”, el galeón “San Mateo” y la galeaza “San Lorenzo” terminarán encallados en las costas cercanas.

Otros naves quedan también castigadas y deberán de ser reparadas en el mar para continuar la navegación. La moral de la Armada sigue, no obstante, alta. Una nave italiana (probablemente la “Regazona”) es vista por los ingleses chorreando de sangre y tres horas más tarde en su puesto de combate. Las cifras de bajas españolas son de más de 600 muertos y más de 800 heridos. Se ocultan, una vez más, las cifras de la armada inglesa y ,aunque hablaron de solamente 100 fallecidos, un despacho de la reina de Inglaterra se habla de que “28 bajeles muy mal tratados y a Pechelingas (Flesinga) treinta y dos y en peor orden y con poca gente y que era muerta otra mucha muy particular y su piloto mayor; y que la Reina había hecho publicar un bando que nadie fuese osado en todo su reino a decir el suceso (éxito) de la Armada”. 

9 de agosto de 1588, martes.

Ahora la Armada Invencible está dispersa. Medina Sidonia intenta recomponer la Armada lanzando los tres cañonazos reglamentarios de convocatoria pero nadie da respuesta a su señal. Al parecer, algunos piensan que es mejor el “sálvese quien pueda”. Una vez reunidos los capitanes de los barcos más cercanos son llevados a bordo del “Santa Ana” y varios de ellos acusados de traición. Finalmente será ahorcado D. Cristóbal de Ávila y su cuerpo expuesto en un patache con el objeto de restablecer la disciplina de la flota. Uno de los también condenados a muerte, pero cuya sentencia no fue ejecutada finalmente, fue el capitán Francisco de Cuéllar, protagonista de uno de los documentados relatos más increíbles que tenemos de la historia de la Armada Invencible.

Con riesgo de encallar en los bajos de Flandes, la Armada Invencible no ha podido reorganizarse del todo. Aparece de nuevo la flota inglesa a una distancia de unos 3 kilómetros con unos 109 barcos (recordemos que el día anterior prestaron batalla 153 de ellos, señal evidente de que habían sufrido también numerosos daños).

Por la tarde, en un nuevo consejo de guerra convocado por el Duque de Medina Sidonia ,se valora volver de nuevo hacia Flandes o bien volver a España por el Mar del Norte. Los oficiales presentes deciden volver a intentar la conexión con el Duque de Parma, algo que el viento y la marea harían muy pronto inviable.

10 de agosto de 1588, miércoles.

La decisión ahora de volver a España aparece en el diario de Recalde el 10 de agosto de 1588.

Comienza el racionamiento de alimentos para soportar una navegación larga.

La Armada Invencible continúa navegando hacia el norte y la inglesa de, vigilante, continua siguiéndola.

Medina Sidonia ordena arriar las velas y esperar a la flota inglesa para entablar un nuevo combate. Los ingleses también bajan sus velas para frenar su acercamiento y evitar un enfrentamiento.

11 de agosto de 1588, jueves.

La Armada continúa avanzando al norte por el viento. Los ingleses continúan rechazando cualquier posibilidad de entrar en combate.

12 de agosto de 1588, viernes.

La flota inglesa abandona la persecución por falta de alimentos y munición.

13 de agosto de 1588, sábado.

La Armada Invencible arroja por la borda el contingente de animales de tiro y carga para ahorrar agua en el viaje de regreso.

Se dan las instrucciones de retorno, con especial énfasis de no acercarse a las costas del oeste de Irlanda, de las que no existen todavía planos detallados.

15 de agosto de 1588, lunes.

La Armada Invencible es ahora una flota en demanda de puertos españoles. Se da la orden de avanzar cada nave a su máxima velocidad posible, aun a riesgo de separar la flota.

18 de agosto de 1588,jueves.

El Lord Almirante Howard y Drake desconocen los planes de la Armada Invencible, pensando que pueden dirigirse a Noruega o Dinamarca con el objetivo de regresar, aunque ya consideran la situación controlada.

21 de agosto de 1588, domingo.

La Armada Invencible entra en el Atlántico Norte. Don Baltasar de Zúñiga es desembarcado en las Islas Shetland con órdenes de navegar en un patache lo más rápido posible a España para avisar de la llegada de la flota, para que se preparen los necesarios avituallamientos y para que se informe al Rey Felipe II de un total moderado de bajas a bordo (tres mil enfermos y heridos) y del total de 112 barcos que regresan, de los cuales 93 llegarán por fin a España.

31 de agosto de 1588, miércoles.

Felipe II recibe una carta del Duque de Parma donde le informa del fracaso del enlace de sus tropas con la Armada Invencible.

Septiembre de 1588. La epopeya de La Armada Invencible en Irlanda

Será a partir de septiembre donde se produzca la epopeya de la Armada Invencible en Irlanda, donde unos 20 barcos naufragaron en una situación climática increíblemente extraordinaria en sus costas, produciéndose miles de víctimas y situaciones tanto épicas como dramáticas.

Esta sucesión de naufragios durará hasta finales del mes de octubre para los barcos más rezagados de la flota, mientras que componentes más avanzados habían entrado ya a La Coruña el 18 de septiembre de 1588, un mes y medio antes del último naufragio de la Armada Invencible, el de la galeaza “Girona” el 28 de octubre.

 

Las consecuencias de la Armada Invencible

Felipe II manda circular una carta a los prelados del reino para que cesen los actos religiosos y rogativas que se venían haciendo en favor de la Armada Invencible y se diese gracias a Dios «porque no fue peor el suceso».

El episodio de la Armada Invencible hay que considerarlo como un suceso más dentro de la guerra anglo-española que se resolvió con la firma de la paz en 1604.

Aunque España pudo considerarlo un fracaso al no lograr su objetivo e Inglaterra un éxito al evitar la táctica y salvar la isla de la invasión española, lo cierto es que militarmente no hubieron vencedores ni vencidos en los episodios de la Armada Invencible. Solo la propaganda inglesa, que vendió este fracaso estratégico español como una gran victoria y la propia leyenda negra alimentada por los mismos españoles, hizo pasar a este episodio histórico como una gran derrota.

Podríamos decir que el fracaso en su consecución no hizo más que alargar una guerra en la que los dos contendientes se vieron incapaces de lograr una victoria militar lo suficientemente importante como para declararse vencedores.

Tras el fiasco de la Armada Invencible los ingleses sufrieron un contratiempo mucho mayor que este con el fracaso estrepitoso de su Contra-armada o Armada Invencible Inglesa de 1589, una expedición que pretendía eliminar los remanentes de la Gran Armada Española atracados en sus puertos y el desembarco en Lisboa (por entonces española) y que culminó con la total derrota inglesa y la muerte del 70% de los ingleses participantes en la contienda (unos 5000 hombres).

Poco después, desde 1595 hasta principios de 1596, la expedición de Drake y Hawkins que pretendía la conquista de Panamá y establecer un puerto inglés en las Indias españolas fracasó estrepitosamente llevando a la muerte a los dos famosos comandantes ingleses.

Tras este fiasco las tornas se volvieron absolutamente favorables a España que demostró lo difícil que sería vencerlos en un territorio que conocían perfectamente y al que ya estaban totalmente aclimatados.

La paz de 1604 vino solo a petición de los ingleses, mientras España remontaba una crisis pasajera de la que se recuperó plenamente en esos años y fue totalmente ventajosa para el Imperio Español ya que Inglaterra renunciaba a tratar con piratas holandeses, a atacar barcos españoles en América, se obligaba a abrir el Canal de la Mancha a la flota española y otras prebendas.

Hacia 1625 España estaba totalmente recuperada y vivió una época de victorias militares recuperando Salvador de Bahía, el socorro de Génova, la defensa de Cádiz y Puerto Rico, la conquista de Breda…

Durante estos años, la flota española de las Indias, con sus idas y retornos constantes propició un aprendizaje constante y un desarrollo tecnológico como el uso de la fundición de hierro para la artillería o el uso de la fragata (mezcla de galeón y galera).

 

Bibliografía

  • La Invencible y su leyenda negra. Antonio Luis Gómez Beltrán .Ed. Arín 2013 Editores (2013) 
  • La Gran Armada. Collin Martin y Geoffrey Parker. Ed. Planeta (2011)
  • La Gran Armada 1588. Collin Martin y Geoffrey Parker. Ed.Alianza Editorial (1988)
  • La Batalla del Mar Océano. Varios autores. Ministerio de Defensa-Armada Española 2014
Pedro Luis Chinchilla
Namearmadainvencible.org

El buque, de 70 cañones, transportaba a España un tesoro que valdría hoy 4.000 millones de euros y que consiguió desembarcar en Corcubión. Al final, tras cinco ataques, tuvo que rendirse.

El "Glorioso", de Augusto Ferrer Dalmau

 

La historia de la Armada española está llena de grandes gestas e, incluso, de derrotas cargadas de heroísmo y pundonor. Más allá de las grandes batallas hay otros muchos ejemplos de cómo nuestros navíos de guerra supieron cumplir con su obligación aun en las más adversas condiciones, en inferioridad de condiciones en muchos casos.

Es el caso del buque español San Ignacio de Loyola, alias “El Glorioso”, que, con sus 70 cañones, en julio de 1747 regresaba de Veracruz, capitaneado por Pedro Mesía de la Cerdacon una carga declarada que estaba valorada en 4.502.631 de pesos fuertes y 7 maravedís de plata. Transportaba además géneros medicinales, grana fina y silvestre, vainilla, azúcar, bálsamo, cacao, cueros y un valioso regalo personal del virrey de Filipinas destinado al rey Fernando VI.

En su viaje hacia España consiguió repeler dos ataques ingleses, uno a unos doscientos kilómetros al norte de las Azores y otro más frente al cabo de Finisterre antes de desembarcar su carga en el puerto.

 

Primer combate

En su trayecto, cerca de las Azores, se cruzó con un convoy inglés escoltado por tres barcos de guerra, el navío de línea “Warwick”, de 60 cañones; la fragata “Lark”, de 40 y el paquebote “Montagu” de 16; además del transporte de tropas armado con 20 cañones, “Beaufort”.

De la Cerda ordenó prepararse para el combate y continuó navegando hacia el noreste en dirección a Ferrol, manteniendo el barlovento. John Crookshanks, jefe del convoy, tras divisar al navío español ordenó su persecución. Con el paso de las horas y comprobando que se alejaba de la ruta marcada, ordenó al capitán del Beaufort que permaneciera junto al resto de los transportes para protegerles, e inició la caza del solitario buque.

Tras varias escaramuzas que duraron toda la noche, a la mañana siguiente los otros dos barcos de guerra británicos se encontraban ya cerca del buque español y siguieron tras él hasta que cayó la oscuridad de nuevo. En esta situación, Pedro Mesía, viendo que los tres bajeles enemigos se le venían encima, tomó la iniciativa. Arribó de improviso sobre el Montagu, que lo tenía pegado a su aleta de estribor, y le disparó algunos cañonazos. La maniobra había situado al Glorioso al costado de babor de la Larkcontra la que disparó todos los cañones de la banda de estribor tumbando uno de sus mástiles. Tras un cañoneo que duró, según los testigos, poco más de cinco minutos, John Crookshanks ordenó separarse del Glorioso. Ya no regresaría.

Pero Pedro Mesía, en lugar de huir, viró su barco en redondo y se dirigió hacia el “Warwick”, manteniendo el barlovento, contra el que disparó todos sus cañones de la banda de babor primero y todos los de estribor después, consiguiendo ponerlo en fuga.

Las bajas españolas fueron cinco muertos (entre ellos dos civiles) y 42 heridos, de los cuales siete lo fueron de gravedad. En los días siguientes fallecerían cinco de ellos. En cuanto a los daños materiales, el buque sufrió cuatro impactos de bala de cañón en su casco a la altura de la primera batería y daños considerables en el aparejo. La mayor parte de ellos serían reparados en pocos días.

«Los muertos que he tenido durante la funcion han sido tres Hombres de mar y dos Pasajeros, llamados Don Pedro ygnacio de Urquina y juan Perez Veas. Heridos levemente, primero y segundo Condestable, y un Artillero de Brigada. ynfanteria 10. solo uno de mucho cuidado, los demás levemente. Artilleros, Marineros, y Grumetes 29. seis gravemente de los quales, en los días despues, murieron quatro, y el Soldado también. Sean disparado 406. Cañonazos del Calibre de á 24: 420. de a 18: 180 de a 8: 4.400 Cartuchos de fusil», escribió el capitán en su diario de a bordo.

 

Cuando el Almirantazgo británico tuvo noticia de este enfrentamiento, el capitán Crookshanks fue sometido a un consejo de guerra por denegación de auxilio y negligencia en combate. Declarado culpable, fue expulsado de la Royal Navy.

Segundo combate

Seguiría tras este enfrentamiento el Glorioso navegando hacia España hasta que un par de semanas después, el 14 de agosto, ya en las proximidades del cabo de Finisterre, en Galicia, volvió a encontrarse con naves enemigas. Según las fuentes inglesas se trataba del navío de línea Oxford, de 50 cañones; la fragata Shoreham, de 24 y la balandra Falcon, de 14.

Pedro Mesía, al comprobar que el navío más grande mareaba su trinquete para venir sobre él, tomó la iniciativa virando y dirigiéndose hacia el buque inglés de mayor porte. Al igualarse con los barcos contrarios, ambas bandas dispararon todos sus cañones sobre ellos, aunque el capitán de El Glorioso, viendo que le había entrado mucha agua por las portas de su primera batería, consiguió dejar a los tres barcos enemigos, evitando volver a combatir entre dos fuegos.

 

El capitán Smith Callis, comandante del Oxford, nunca quiso presentar todo el costado de su buque y, tras dos andanadas, salió del fuego, huyendo del combate. El duelo había durado casi tres horas y fue una victoria táctica del capitán español. De hecho, pese a la inferioridad numérica, el “Glorioso” apenas sufrió cinco heridos leves y escasos daños.

El capitán Callis también fue sometido a un consejo de guerra, aunque en su caso fue absuelto y restituido con honor.

Dos días después, el Glorioso llegaba a la ría de Corcubión, quedando fondeado en la bocana, hasta que el 18 de agosto por la noche llegó a puerto comenzando a desembarcar su cargamento a la mañana siguiente.

Grabado de la entrada a la ría de Corcubión donde permaneció el "Glorioso"

 

 

Por cierto que, como relata Agustín Ramón Rodríguez González, del Círculo Naval, “el cargamento real era muy diferente del declarado oficialmente. A este respecto, pocos gallegos sabrán que durante unos días del verano de 1747 los muros de algunas de sus iglesias rurales y de los edificios históricos de sus ciudades más emblemáticas albergaron un tesoro que en la actualidad estaría valorado en más de 4.000 millones de euros. Otro de los aspectos a ponderar en este episodio es la eficiencia del espionaje británico, que había tejido un complejo entramado de agentes secretos que permitía conocer a las autoridades inglesas todos los movimientos españoles en la zona. También merecen ser referidas las causas por las que una compañía de granaderos de una unidad de infantería perteneciente al Ejército, el Regimiento de Lisboa, fue embarcada en el Glorioso. Su actuación durante los últimos combates sostenidos por el navío vale por sí sola para rescatar del olvido su pequeña cuota de protagonismo en esta historia. Por último, es necesario precisar en este epígrafe que Pedro Messía de la Zerda fue ascendido a jefe de escuadra a los pocos días de llegar a Corcubión. El marqués de la Ensenada le comunicó dicha promoción por carta fechada en Madrid el 22 de agosto de 1747. De la misma hemos extraído el siguiente párrafo:

«Aviendo oydo el Rey con mucho gusto, y satisfaccion la noticia del feliz arribo de V.S. a Corcubion con el Navio el Glorioso de su cargo, y el honor, valor, y conducta con que con gloria de su Real Pabellon vatio V.S. en dos combates que tubo en su venida a España desde Veracruz con los vageles de Guerra yngleses (…) Há promovido a V.S. á Gefe de Esquadra de la Armada: Doy a V.S. este aviso de orden de S.M. con mucho gusto mio (…)»

Tercer combate

Tras descargar su preciado cargamento y transportar el mismo hacia el interior con la ayuda de la población civil de la zona, permaneció casi dos meses en la ría. Allí sería reparado con los repuestos enviados desde La Graña. Tras zarpar en dirección a Ferrol, en la noche del 5 de octubre, el navío se topó a la mañana siguiente con una escuadra británica formada por 15 navíos, por lo que tuvo que regresar de nuevo a Corcubión. Partiría definitivamente el 11 de octubre aunque el 14 de octubre, un fuerte viento garreó el ancla del navío, obligando a su capitán a dirigirse hacia Cádiz.

«De comun acuerdo se resolvio dar descanso al Navio, arrivando al Puerto mas inmediato á Sotavento, que era Cadiz»

El 17 de octubre, tres días después de haber partido del fondeadero de Finisterre, a la altura del cabo de San Vicente, los vigías del solitario navío español divisaron una decena de buques enemigos. Dos de ellos se adelantaron al encuentro del “Glorioso”; eran las fragatas británicas “King George” y “Prince Frederick”. Ambas naves formaban parte de una pequeña escuadra corsaria comandada por el comodoro George Walker.

Este escuadrón era conocido en el Reino Unido como «The Royal Family» debido a los nombres de las fragatas que lo componían: “King George”, “Prince Frederick”, “Prince George”, “Duke”, “Princess Amelia” y “Prince Edward Tender”. En lo tocante a la fuerza de la Royal Family, a comienzos de julio de 1747 las seis fragatas en cuestión sumaban en conjunto 114 cañones y 1.000 hombres. Como se verá posteriormente, solo las tres primeras estuvieron presentes en los enfrentamientos con el Glorioso, aunque en último término la única que se enfrentaría con el buque español, en un duelo artillero directo y prolongado, sería la “King George”, comandada por George Walker. Esta circunstancia dice mucho del comandante inglés.

Según relata Agustín Pacheco Fernández en un artículo en la Revista de Historia Naval, al anochecer, la nave corsaria “King George”, buque insignia del grupo, llegó en solitario a la altura del San Ignacio de Loyola, colocándose a su costado. Habló entonces alguien en inglés, y desde el navío español se le preguntó en su mismo idioma por el nombre del barco. Nada más contestar, se abrieron las portas y una andanada de las dos baterías de esa banda barrió de proa a popa la fragata británica. “Dos de sus cañones fueron desmontados, y el mastelero de gavia, echado abajo. Se inició entonces un duelo artillero entre los dos barcos, en el que los ingleses intentaron paliar su falta de potencia sacando el máximo partido de la compañía de infantería embarcada y del gran número de mosquetes disponibles. Sin embargo, De la Cerda, consciente de sus ventajas, no iba a permitir un duelo a corta distancia. Con una luna llena que permitía ver casi como si fuera de día, hizo maniobrar su buque y se apartó del inglés para aprovechar el mayor alcance de sus cañones. Walker, con la mayor parte de la arboladura de su nave dañada, no pudo hacer nada para evitarlo. Durante las siguientes dos horas la fragata corsaria fue literalmente arrasada”.

De hecho, perdió a ocho hombres y sufrió numerosos heridos. La “Prince Frederick” apareció en escena ya de noche situándose sobre la aleta de babor del Glorioso, y comenzó a disparar en un intento de distraer el fuego sobre su comandante. A pesar de que su capitán, Edward Dottin, tuvo la precaución de no ofrecer el costado de su nave a los grandes cañones de su oponente, los primeros disparos de este causaron tres heridos graves en su tripulación, sufriendo dos de ellos la amputación de sus piernas. Media hora después, el Glorioso se alejó del combate sin que ninguna de las dos fragatas hiciera nada por impedirlo.

Cuarto combate

A pesar de los tres combates con los británicos ya librados, parecían estos lejos de conformarse con dejar escapar al “Glorioso” rumbo a Cádiz. Aún le quedaban al buque español dos batallas más que librar. Así, al amanecer del día siguiente, tres fragatas de la Royal Navy, con el navío de tres puentes Russell, salieron a la caza del barco de Pedro Mesía que, para evitar un enfrentamiento tan desigual, ordenó virar el buque y dirigirse hacia el noroeste.

A media mañana los vigías localizaron un solitario navío que venía a su encuentro, sin bandera que lo identificara. Para hacer creer que era amigo, su comandante demostró conocer los códigos españoles de señales y ordenó disparar dos cañonazos pausados. Messía, receloso con la extraña maniobra, continuó su derrota sin inmutarse. Pasado el mediodía, el capitán del buque que le perseguía, viendo que su treta no había dado resultado, «arrio la Vandera Dinamarquesa, y hizó la ynglesa roja». Se trataba del Darmouth, barco de guerra de 50 cañones cuyo comandante era John Hamilton.

Al llegar a la distancia de tiro, sus cañones de proa comenzaron a tronar. Los situados en los guardatimones del navío español también entraron en acción. De la Zerda evaluó la situación y decidió aguardar a que su oponente le presentase su costado. Sin embargo, Hamilton, “consciente quizá del menor peso de su andanada, no quiso en ningún momento exponer todo su banda, por lo que metió su gavia y juanete mayor en facha para frenar el buque, comenzando a disparar con sus baterías de estribor cuando su proa llegó a la altura del palo mayor del Glorioso.

El duelo artillero duró tres horas, hasta que pasadas las tres de la tarde una explosión tremenda desintegró el “Darmouth”. Solo hubo 18 supervivientes, incluido un teniente.

"Combate del navío Glorioso con el británico Darmouth" de Ángel Cortellini Sánchez

«En esta disposicion nos batimos con reciproco vivo fuego de Cañon, y fusil hasta la Tres, y minutos de la Tarde, que de ymprobiso le resultó la fatal desgracia de Bolarse; de modo, que de un instante á otro nos hallamos sin objeto con quien continuar el fuego, por averse reducido á pequeños quarteles esparcidos en el mar, y sobre ellos bimos algunos hombres, que aviendo livertado la vida de aquel orrible espantoso fracaso, pedían socorro con un Lienzo, ó Camisa blanca arbolada en un pedazo de hasta, ó remo»

«Tenia Trescientos, y setenta hombres de Equipaje de los que solo escaparon Diez, y ocho hombres incluso un Theniente según despues me ha informado el mismo Theniente…».

Quinto combate

Durante el resto del día, toda la tripulación del Glorioso permanecería reparando la arbolada del navío, para poder enfrentarse con alguna garantía a los navíos que se aproximaban por el sur. Pasadas las doce de la noche, con una luna llena que permitía ver como si fuera de día, el comandante español comprobó con resignación cómo un buque de tres puentes aprovechaba la ligera brisa nocturna y se le colocaba a barlovento. Era el Russell, un navío de 80 cañones dirigido por el capitán Mathew Buckle. Otras dos fragatas se situaron a cierta distancia sobre su popa. Tras una noche entera disparándose con cualquier arma que hubiera a bordo, los cañones del Glorioso dejaron de disparar pasadas las seis de la mañana. Ya no había con qué cargarlos.

La acuciante falta de metralla provocó que los pajes y grumetes comenzaran a rebuscar en los almacenes y cuartos de herramientas cualquier elemento metálico susceptible de ser empleado como proyectil pero, tras una noche entera disparándose con cualquier arma que hubiera a bordo, los cañones del Glorioso dejaron de disparar pasadas las seis de la mañana. Ya no había con qué cargarlos.

«A las tres horas, y media de Combate nos hallamos ya sin una Palanqueta, ni saco de Metralla, razon porque continuamos nuestro fuego con las balas de dos en dos en la Artillería, y metiendo en ella los pies de cabra de su servicio y alguna clavazon en lugar de la metralla, para mejor ofender al Enemigo».

Finalmente, en la mañana del día 19, con 33 muertos y 130 heridos a bordo, exhausta la tripulación y agotada su munición, Pedro Mesía de la Cerda rindió el navío.

Último combate del Glorioso", de Augusto Ferrer Dalmau

«Duró el Combate hasta las 6, y quarto de la mañana, que conocimos el infeliz estado en que nos hallabamos de Palos, Bergas, y jarcia, y que el Navio hacia mucha Agua por los muchos balazos de á 36. que tenia a la lumbre de ella; y considerando, que no teniamos el recurso de poder armar ni una Bandola, ni de que el enemigo desistiese de su empeño, por estar abrigado de las dos Fragatas, que en su Compañia nos havian hecho fuego toda la noche; y aunque se retirase del Combate, quedabamos expuestos á hirnos á pique, ó á que cualquier Corsario nos tomase, por hallarnos sin medios para la defensa; por estas razones nos vimos obligados á rendirnos…».

Al subir al Russell, descubriría los enormes daños infligidos a su oponente. Las conversaciones posteriores con el capitán Buckle y un caballero inglés que viajaba a bordo le hicieron comprender lo cerca que había estado de la victoria.

«y su Comandante nos aseguró, que estubieron en terminos de pasar á los dos Fragatas, y prender fuego al Navio por la mucha Agua, que hacia de un balazo á la lumbre de ella; cuyo daño se remedió por un famoso Buzo, que trahian».

Por su parte, el caballero inglés llegó a relatarles la dura situación que se había vivido a bordo del barco británico. Así, tras las largas horas de lucha sin advertir flaqueza por parte de los españoles, los oficiales enemigos debieron emplear medidas extremas para que una parte de la tripulación siguiera combatiendo. «Dijonos un Pasagero ynglés de distincion que venia en el Navio, que consternada su Gente en no querer continuar el Combate, fue preciso que los Oficiales con espada en mano les obligasen á proseguirle».

Es probable que viendo el capitán español el estado en que había quedado también el buque que les había capturado y lo cerca que había estado de la victoria, se acordara de la munición que había solicitado en Corcubión y que le fue denegada.

Combate del "Glorioso"

 

Según Pacheco Fernández, “no fue un problema de falta de existencias, ya que en La Graña existía un almacén de pólvora con capacidad para 3.000 quintales”. El “Glorioso” habría partido de Corcubión con apenas el 60% de la munición reglamentada. El informe posterior de las descargas efectuadas en los tres combates confirma este cálculo: «En todas Tres funciones se dispararon Dos mil, nueve Cientos, y Sinquenta tiros de Cañon». Es decir, si los pañoles de munición del navío hubieran ido al completo, sus cañones habrían podido efectuar casi 2.000 disparos más.

El futuro del “Glorioso”

Según el propio escritor Arturo Pérez Reverte, la “hazaña final” correspondió al propio navío, tan maltrecho que, cuando los ingleses lo remolcaron a Lisboa para repararlo e izar en él su pabellón, no hubo forma de mantenerlo a flote y tuvo que ser desguazado.

“Ningún inglés navegó jamás abordo de ese barco”, ha concluido.

Otras fuentes, sin embargo aseguran que el barco sí salió de Lisboa y fue llevado al puerto de Portsmouth, según hizo constar el capitán Richard Hughes, comisionado del Almirantazgo en el astillero de dicha ciudad: «The Glorioso Spanish ship of war, taken by the Russell, has arrived at Spithead».

El navío español quedó allí amarrado, donde permanecería durante los meses siguientes, a la espera de una inspección técnica que pudiera determinar su estado. Por su parte, el “Russell” zarparía hacia Chatham, el principal astillero británico, para ser sometido a una reparación integral.

A mediados de septiembre, Thomas Bucknall, uno de los constructores del astillero, redactaba y rubricaba un detallado informe en el que se especificaban todas las piezas que debían ser cambiadas y se adjuntaba una relación con las «Dimentions & Scantlings of the Glorioso Spanish ship of War». Bucknall, era concluyente: el navío era un barco fuerte y bien construido, que podía estar en condiciones de hacer un buen servicio después de que las piezas dañadas fueran sustituidas.

Sin embargo, el destino final del buque español se decidía en un famoso local de Londres. Había pasado el tiempo y España e Inglaterra habían terminado la guerra, lo que supuso una reducción de la flota militar inglesa, de modo que ya no hacían falta tantos barcos. Así que, después de todo, el “Glorioso” no llegaría nunca a navegar con bandera británica.

Finalmente, sería subastado en el Lloyds Coffee House el 24 de abril de 1749, un local ocupado hoy por un supermercado, aunque aún se puede leer una placa que dice lo siguiente: “Site of Lloyds Coffe House 1691-1785″.

Pedro Masía de la Cerda

¿Y qué fue del capitán del “Glorioso”, Pedro Masía de la Cerda? Pues tras la rendición del buque, en marzo de 1750 recibió el mando de una fuerza naval destinada a combatir a los corsarios argelinos. En 1755 arbolando su insignia en el navío de línea Tigre y como comandante general de la escuadra del Mediterráneo, tomó el mando directo de una de sus dos divisiones, formadas por dos navíos, una fragata y cuatro jabeques. En 1757, ya teniente general, fue nombrado consejero del Supremo de Guerra.

Pedro Messia de la Cerda, capitán del Glorioso, retratado por Joaquín Gutiérrez como Virrey de Nueva Granada en 1769 (Imagen: Ancien Histories).

 

El 13 de marzo de 1760 se le nombró virrey, gobernador y capitán general de Nueva Granada y presidente además de la Real Audiencia de Santa Fe, cargos de los que tomó posesión en 1761. Le acompañaba su médico personal, el celebérrimo José Celestino Mutis, uno de los más destacados científicos españoles de la Ilustración.

Estuvo 10 meses en Cartagena de Indias y encargó la restauración de las fortificaciones al general de ingenieros Antonio de Arévalo. Una vez en Bogotá, aprobó la fundación del primer colegio femenino del Virreinato, y por mediación de Mutis dispuso la creación de cátedras de Matemáticas en los centros de enseñanza superior de Nueva Granada.

Fomentó la minería de plata en los yacimientos de Mariquita, a cuyo cargo puso a los hermanos Fausto y Juan José Delhuyar, descubridores del wolframio.

En 1767, en cumplimiento de la Pragmática Sanción, supervisó la expulsión de los 187 jesuitas residentes en Nueva Granada. Dispuso igualmente que las bibliotecas jesuíticas fueran trasladadas y con sus fondos creó la Real Biblioteca de Santa Fe de Bogotá, que luego sería la Biblioteca Nacional de Colombia, primera biblioteca pública de Nueva Granada.

El 21 de diciembre de 1771 fue aceptada su renuncia al cargo, que se hizo efectiva el 31 de octubre de 1772, para regresar seguidamente a España. Moriría en Madrid el 15 de abril de 1783, a la avanzada edad de 83 años.

 

 

Fuentes:

La razón

Arnada Española

Asociación de Militares Españoles.(AME)