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La historia de la armada invencible de 1588.

Historia de España
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La Armada Invencible es el término que se utiliza habitualmente en España para designar a una flota naval que en 1588, y dentro de la llamada Guerra Anglo-española de 1585-1604, fue mandada por el rey Felipe II de España para la invasión de Inglaterra, gobernada entonces por Isabel I, con el objeto de derrocarla, instaurar en la isla de nuevo el catolicismo, evitar la ayuda de Inglaterra a la independencia de los Países Bajos (por entonces bajo dominio español) y sofocar los ataques piratas ingleses a las expediciones marítimas españolas y sus colonias.

 

Armada Invencible en formación

Antecedentes

España es en el siglo XVI una potencia dominante en Europa, el Mediterráneo y el Nuevo Mundo con numerosos frentes abiertos; una guerra casi perpetua con Francia por el dominio de la península italiana y Europa Central, la ruptura religiosa del protestantismo respecto a la doctrina católica, el empuje del Imperio Otomano desde Oriente, la piratería berberisca realizada por musulmanes de África del Norte y la creciente pujanza de Inglaterra luchando por nuevos territorios y por el comercio con el Nuevo Mundo.

En 1559, y tras la batalla de Gravelinas y San Quintín ganadas por los españoles a los franceses, España y Francia firman la Paz de Cateau-Cambrésis, paz que se selló con el matrimonio de Felipe II de España con la hija del rey de Francia Isabel de Valois, permitiendo un tratado que estuvo activo durante un siglo y que fue determinante para consolidar la hegemonía española.

En 1571, la coalición católica formada por España, los Estados Pontificios, la República de Venecia y de Génova, La Orden de Malta y el Ducado de Saboya habían logrado una batalla decisiva en las costas griegas de Lepanto. Victoria que evitó el avance de el Imperio Otomano de los turcos cuyo propósito era dominar todo el Mediterráneo y aplacó, al menos momentáneamente, la piratería berberisca.

Mientras tanto, Isabel I de Inglaterra ha abandonado su ambigüedad inicial respecto a las posesiones españolas en los Países bajos y en 1585 firma un pacto por el que se compromete a ayudarles a conseguir su independencia a cambio de instalar guarniciones inglesas en su suelo, algo que, por supuesto, a España le resultaba intolerable.

Por si fuera poco, las correrías de los piratas ingleses asediando con sus incursiones las plazas y navíos españoles llegaba su punto culminante. Sus continuos ataques a la flota del tesoro proveniente de América ya no son suficientes; el corsario Francis Drake se permite asaltar Cádiz en 1587 y destruir unas 20 naves españolas. El expolio inglés durante estos momentos se puede cifrar en alrededor de 1.500.000 ducados (lo suficiente como para pagar una campaña de guerra de dimensiones mayores que las de Lepanto).

También en 1587 la prima católica de la reina Isabel I, María Estuardo, reina de Escocia, fue acusada de conspirar contra Isabel de intentar usurparla del trono e incitar a los católicos del norte a la sublevación. Esta acusación la llevó al cadalso y María Estuardo fue decapitada, algo que removió la conciencia de los católicos de toda Europa y, en especial, de Felipe II.

Galeón español

 

 

9 razones para invadir Inglaterra

1-La división entre protestantes y católicos

Una de las grandes divisiones entre España e Inglaterra se refería a la religión. Desde comienzos del siglo XVI, Europa se dividió cada vez más en dos grupos de cristianos: católicos tradicionales y protestantes reformadores. España e Inglaterra estaban en lados opuestos de esta división. El padre de Isabel I, el rey Enrique VIII, había establecido la Reforma inglesa, eliminando la Iglesia de Inglaterra de la autoridad del Papa católico en Roma. Bajo el reinado de su hermano, el rey Eduardo VI, Inglaterra se convirtió en un país protestante. Aunque la reina María I, la hermana mayor de Elizabeth, había tratado de volver al país al catolicismo, había fracasado. Por lo tanto, los dos países quedaron en lados opuestos de la mayor división política y religiosa de la época.

2-El derecho de Felipe II a la Corona Inglesa

Una de las razones por las cuales Felipe II se enfocó en el trono inglés fue porque ya lo había tenido una vez. Como esposo de María I, había sido rey de Inglaterra y había visto la oportunidad de llevar al país a su imperio católico. Cuando María murió sin dejar un hijo, el trono se volvió hacia Isabel, y la oportunidad de Felipe se perdió. Sin embargo, el quedó con un sentido de derecho a la corona inglesa.

3-La ejecución de María Estuardo

Para el 18 de febrero de 1587, Felipe ya estaba haciendo planes para su invasión. Pero un evento ese día lo precipitó todo. La católica reina María había sido la mejor contendiente para reclamar el trono de Inglaterra en caso de la muerte de la protestante Isabel I sin haber tenido descendencia. Como católica, ella representaba una amenaza para el establecimiento protestante y había sido encarcelada por Isabel. Espías de Isabel I alentaron un complot alrededor de María y se confabularon para poner en evidencia a María cómo conspiradora ante Isabel I,  lo que llevó a la ejecución de la católica María en ese frío día de febrero. Con María desaparecida, solo la conquista podría poner a un católico en el trono inglés.

María I

 

4-Los ataques ingleses a los intereses españoles

La imagen de los ingleses en España como indignos de confianza y violentos, se vio reforzada por su tendencia a la piratería. Isabel I alentó a los corsarios (piratas con licencia estatal)  a atacar puertos y barcos españoles. El saqueo de Sir Francis Drake de las colonias españolas en 1585 y su incursión en Cádiz en 1587 fueron sin duda las acciones más descaradas en lo que fue efectivamente una guerra no declarada, cuyo botín llenó el tesoro inglés a expensas de España. Felipe II no podía permanecer impasible ante esos ataques.

Felipe II por Claudio Coello

 

5-El apoyo de Isabel I al rival de Felipe II por la Corona Portuguesa

Después de la crisis de sucesión portuguesa de 1580, Felipe II demandó su trono a la corona portuguesa, tomando el control por la fuerza de las armas. Dom Antonio, el pretendiente al trono portugués, huyó a Inglaterra donde fue recibido por Isabel I. Apoyó a Dom Antonio en su resistencia a Felipe, incluido un ataque estratégicamente importante en las Islas Azores en 1581-2. Fue un acto más de antagonismo por parte de los ingleses contra España.

6-El apoyo de Inglaterra a la rebelión de los Países Bajos

En ese momento, los Países Bajos eran parte del Imperio español. Pero desde 1566, la región se había rebelado contra Felipe. Los ciudadanos holandeses, muchos de ellos protestantes, se sentían resentidos por un monarca católico extranjero. Aunque gran parte de los Países Bajos fue retomado por los españoles durante los años 1578 a 1588, una parte significativa aún resistió, incluido el poderoso puerto de Amsterdam. El apoyo de los ingleses ayudó a mantener viva la revuelta a través de la provisión de hombres y dinero, favoreció el ataque a los barcos españoles frente a la costa holandesa. La conquista de Inglaterra ayudaría a Felipe a completar la reconquista de los Países Bajos.

7-La alianza de Inglaterra con el Imperio Otomano

Desde 1584, los ingleses hicieron un esfuerzo concertado para forjar una alianza con Turquía y Fez-Marruecos. Tal alianza podría atacar a los españoles desde ambos lados. Era una amenaza estratégica, pero para muchos españoles, era mucho más que eso. La alianza de Inglaterra con los poderes musulmanes parecía particularmente vil para los españoles. Su nación se había unido a través de una lucha de varias generaciones para afirmar la supremacía cristiana sobre las partes musulmanas de España, campaña que se había completado tan solo menos de un siglo antes. La amenaza de una invasión musulmana de inspiración inglesa infundió miedo en los corazones de los españoles, que consideraban a los musulmanes bárbaros, crueles y blasfemos.

8-La fragilidad de la posición francesa

Los riesgos diplomáticos de España empeoraron por la incertidumbre de los acontecimientos en la vecina Francia. Francia era otra de las grandes potencias de Europa y, como España, giró entre la amistad y la rivalidad con Inglaterra. Aunque la mayoría de los franceses eran católicos, había una importante minoría protestante, los hugonotes, con gran influencia en la corte. Las políticas religiosas y diplomáticas del país se tambalearon  mientras las distintas facciones competían por el control del gobierno francés, desde apoyar a los protestantes en el exterior hasta perseguirlos en casa. Para Felipe, esto significaba que en cualquier momento Francia podría aliarse con Inglaterra en su contra o conquistar la isla y usurpar su reclamo. Demasiado en juego para dejar las cosas al cambiante estado de ánimo francés.

9-El ideal de la causa justa

Evidentemente Felipe tenía muchas razones para atacar a Inglaterra, pero su decisión de hacerlo fue en última instancia moldeada por el ideal de una guerra justa. Los pensadores del período idealizaron la lucha en nombre de una buena causa. Y así, Felipe decidió vivir a la altura de ese ideal, al invadir una nación peligrosa y blasfema, para devolverla a la legalidad y a Dios.

Cenotafio de Felipe II en El Escorial. Pompeo Leoni

 

El plan de la Armada Invencible

Ya desde inicios de 1586, Felipe II ha encargado a su Almirante D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, la elaboración de un plan para la llamada “empresa de Inglaterra” y que rondaba por su cabeza desde hacía años pero que se procrastinaba por diversos motivos.

El plan realizado por D. Álvaro es un plan de proporciones bíblicas con más de 700 naves de todos los tamaños y unos 100.000 hombres, siendo más de la mitad del cuerpo de infantería. ¿El coste aproximado? Casi 4.000.000 de ducados, siendo 2 millones la cantidad a aportar por España y el resto por los reinos de Nápoles y Sicilia y el Ducado de Milán.

Felipe II optó, sin embargo, por un nuevo plan en cuya realización intervinieron, además de Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Zúñiga, Juan del Águila y otros. Su discusión, sus continuas fluctuaciones y su demora en el tiempo mermaron cualquier capacidad de atacar por sorpresa a Inglaterra. Ya en abril de 1586, Alejandro Farnesio advertía que todo el mundo estaba al tanto de las intenciones españolas.

Por fin, según el plan definitivo, el asalto a Inglaterra sería llevado a cabo por los tercios viejos afincados en Flandes de Alejandro Farnesio, duque de Parma, sobrino suyo y que contaba sus campañas militares por victorias.

Así pues, D. Álvaro de Bazán únicamente se dirigiría con una flota desde Lisboa (Portugal era de soberanía española desde 1580) hasta los Países Bajos, siendo esta flota un instrumento de apoyo, transporte y capacidad defensiva capaz de ayudar a trasladar a los tercios de manera segura en el trecho de los escasos kilómetros que separan las costas de Flandes de Inglaterra.

 
 

Álvaro de Bazán, que vio cómo su plan había cambiado y sintiendo haber perdido la confianza ciega de su rey, no digirió bien su papel secundario en esta empresa; poco después enfermó de tifus y murió en Lisboa el 9 de febrero de 1588, en plenos preparativos de la empresa de Inglaterra.

La Armada Invencible necesitaba un nuevo almirante y el elegido por Felipe II fue Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia y noble del más alto rango social, al que se le encomendó dicha empresa y que tuvo que aceptar a regañadientes.

Tradicionalmente se ha culpado al Duque de Medina Sidonia del fracaso de la Armada Invencible, se le ha tratado poco menos como a un inepto y, sin embargo, su decisivo papel en los acontecimientos bien pudo salvar muchas vidas e incluso paliar el desastre final de la Gran Armada. Hemos de recordar, además, que Medina Sidonia había conducido un ejército durante la campaña de Portugal y que salvó a Cádiz del saqueo de Drake en 1587.

 

Los preparativos

La Gran Armada se disponía a configurarse como un gran conjunto naval muy heterogéneo (algunos la tachan de incoherente), ya que daba respuesta a muchas capacidades distintas que debían ser llevadas a cabo en la misión: transporte, combate, comunicaciones, exploración, apoyo y desembarco.

Si, como hemos visto, los planes ya estaban anticipados en 1586, es desde ese momento cuando Felipe II ya comienza a alistar y proveer una fuerte armada, tanto con los medios propios (como su Armada del Mar Océano al mando de D. Álvaro de Bazán), la flota de Indias (a la que se hace regresar a España), así como de los sucesivos embargos de barcos que se van realizando en Guipúzcoa, Vizcaya, Santander, Cádiz, Sanlúcar de Barrameda… y cuyas naves entran frecuentemente en los astilleros para ser remodeladas y hacerlas más eficientes para la guerra naval.

En este año de 1586 ya se han armado y trasladado a Lisboa las escuadras de los capitanes Hurtado de Mendoza y de Recalde y se ordena el alistamiento de las naves de Nápoles y Sicilia.

En julio de 1587, es decir, un año y medio después de comenzar los preparativos, esperan órdenes en Lisboa un total de 37 navíos, que permanecen a la espera de las naves sicilianas, napolitanas y andaluzas que irán llegando en breve.

El 25 de septiembre de 1587 llega a Sanlúcar la Flota de Indias después de haber atravesado el Atlántico y, para finales de abril de 1588, llegaría a Lisboa la última gran escuadra de la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias al mando de Diego Flores de Valdés. 19.000 soldados permanecen en Lisboa y 27.000 aguardan en Flandes el unirse a ellos.

 

Todo está listo a falta de los últimos retoques y la Gran Armada se constituye como una gran flota naval a la que se dota de unidad administrativa, logística y operativa (veedores, proveedores, contadores, pagadores, auditores).

La larga espera en Lisboa provoca brotes epidémicos en los que muchos hombres enfermaron o murieron. El mismo Marqués de Santa Cruz, encargado de llevar a buen fin la complicada Empresa de Inglaterra, fallece de una «fiebre pestilencial» siendo sustituido por Medina Sidonia.

La bandera expedicionaria se consagra el 25 de abril y se realiza una revista general a la flota el 9 de mayo de 1588. El aumento en el número de soldados previstos (de 12.000 a 19.000) hace que se consuman las provisiones a ritmo mayor de lo esperado y los tiempos de espera e indecisión provocan que algunos alimentos queden en mal estado. El 30 de mayo la Armada Invencible sale de Lisboa con la idea de dirigirse a La Coruña en busca de provisiones.

La mala fortuna hará que un violento temporal no permita la llegada de todos los barcos al puerto de La Coruña, diseminándose y provocando un nuevo retraso en la partida definitiva hacia Flandes. A los once días de haber partido de Lisboa, la Armada se encontraba a la altura del Cabo de San Vicente, es decir mucho más lejos de su destino que cuando partieron.

El cuentagotas de naves que fueron llegando a La Coruña, el consumo de sus víveres durante la travesía y su necesidad de un nuevo avituallamiento (en el que fue decisiva la logística del Marqués de Cerralbo) provocaron un nuevo retraso.

La salida definitiva del puerto de La Coruña se hará, tras una confesión y bendición multitudinaria a las tropas, el viernes 22 de julio de 1588.

 

 

Composición y tipos de barcos de la Armada Invencible.

Galeazas (4 unidades): Puramente militares, eran una evolución de las galeras con un gran potencial de fuego de artillería, con una batería de cañones en cada banda. Desarrollada principalmente para la navegación mediterránea es de propulsión mixta (vela y remo). Sólidas y difíciles de maniobrar.

Galeras (4 unidades): En su origen pueden ser de transporte o de combate. Las de combate están especializadas para labores de abordaje. Desarrolladas para la navegación mediterránea.

Galeones (20 unidades) : Con capacidad de transporte de mercancías, su misión militar combina las funciones de artillería y abordaje. De diseño estilizado para esa época (más largos que anchos) y diseñados para largas travesías atlánticas. Se trataba de navíos de 3 cubiertas, pudiendo la primera estar por debajo de la línea de flotación; calado reducido y bordas altas para evitar el abordaje

Naos (42 unidades): Más redondeada que el galeón, fueron usadas tanto para el transporte como para la guerra y se construyeron tanto para la navegación atlántica como la mediterránea.

Carabelas (10 unidades de avituallamiento): Más pequeñas que las naos y más veloces y marineras que estas. Con 2,3 o 4 mástiles y una sola cubierta. Estas unidades acompañaron en una flotilla aparte ,junto a 7 falúas, a la Gran Armada en su salida del puerto de La Coruña.

Falúas (7 unidades de avituallamiento): Embarcación alargada y estrecha a remo y a vela, de uno o dos mástiles.

Urcas (26 unidades): Barco de carga, redondo y plano con alguna capacidad artillera.

Pinazas y zabras o galeoncetes (11 unidades): Navíos pequeños de propulsión mixta (vela y remo), veloces y ligeras utilizadas sobre todo para misiones de exploración y remolque.

Pataches (20 unidades): Los llamados barcos correo. Pequeños y ágiles 

La crónica de la Armada Invencible día a día 

22 de julio de 1588, viernes. 

Zarpa de La Coruña, con buen tiempo, la Armada Invencible con sus 127 naves agrupadas en 10 escuadras y una flotilla de avituallamiento de 10 carabelas y 7 falúas.

Navegados unos 17 kilómetros se fondea por falta de viento y se permanece así todo el día restante.

23 de julio de 1588, sábado.

Se reanuda la navegación con un tiempo favorable y sobre las 6 de la tarde ya se encuentra a unos 85 kilómetros de La Coruña. La galera Diana de la Escuadra de Galeras comienza a hacer agua y regresa a la costa española (llegará a Vivero al día siguiente)

24 de julio de 1588, domingo.

Se navega con tiempo favorable.

25 de julio de 1588, lunes. 

Se manda una pinaza con destino a Dunquerque, en las inmediaciones de los Países Bajos, para informar a D. Alejandro de Farnesio de la puesta en marcha de la operación.

26 de julio de 1588, martes

Comienza a empeorar el tiempo y el temporal va creciendo por momentos. La nao Santa Ana se separa de la escuadra desviándose hacia Le Havre. La galera Diana se ha perdido durante la noche.

27 de julio de 1588, miércoles. 

Continúa el mal tiempo. Al galeón San Cristóbal, de la escuadra de Castilla, un golpe de mar le arranca todo el corredor de popa. Se produce una dispersión de la flota, llegando a faltar en el recuento hasta 40 de ellas.

 

28 de julio de 1588, jueves.

Amanece buen día. Medina Sidonia ordena una operación de búsqueda de las naves dispersas con 3 pataches y una falúa.

29 de julio de 1588, viernes.

Buenas noticias. Las embarcaciones dispersas se encuentran cerca y el grueso de la Armada Invencible aminora su marcha para favorecer la incorporación de las mismas.

Sobre las 4 de la tarde se avista tierra y se fondea sobre las 7 a 3 leguas (17 kilómetros) de Cabo Lizard, en la costa sur de Cornualles.

Un galeón inglés, el Golden Hind avista a la Gran Armada y avisa al almirante Howard en Plymouth, donde dan comienzo al remolque de naves inglesas al puerto para aprovechar la marea.

30 de julio de 1588, sábado.

La flota inglesa ha podido preparar unas 50 naves de combate y de 30 a 40 embarcaciones menores en el puerto de Plymouth.

La Armada Invencible se dispone a entrar en el Canal de la Mancha. Por la tarde, los fuegos a lo largo de la costa inglesa avisan del inminente paso de los españoles.

Un consejo de guerra formado por el duque de Medina Sidonia, Juan Martínez de Recalde, Leyva y otros altos cargos de la Gran Armada se plantean atacar a la flota inglesa en el puerto de Plymouth (distante a unos 80 kilómetros) y asestarles un duro golpe. Recalde, conocedor de esas costas, sabe que la dirección del viento y la marea en ese momento es favorable a los españoles; sin embargo el duque de Medina Sidonia tiene órdenes claras del rey Felipe II de no buscar el enfrentamiento y dirigirse a recoger a los tercios a Calais.

Esta decisión será, por fin, la que se adopte en dicho consejo de guerra.

Esta misma tarde la flota inglesa con unas 120 navíos ya ha comenzado a salir del puerto de Plymouth.

31 de julio, domingo. El primer encuentro de las dos flotas en Plymouth

Las flotas inglesa y española valoran sus tácticas de ataque, se observan y se ordenan en posiciones de combate.

La Armada Invencible, que en este día cuenta con una formación de 121 naves, adopta su formación en tenaza. La flota inglesa queda dividida en dos formaciones.

A modo teatral, el almirante inglés Lord Howard dispara los cañones del «Disdain» a gran distancia retando a los españoles.

Se suceden las escaramuzas y ataques entre las dos flotas que se saldan con 7 muertos y 31 heridos por parte de la flota española y el galeón San Juan con la rotura del trinquete de gavia. Nada sabemos con certeza de los daños en la flota inglesa (que se retira colocándose a unos 3 kilómetros de la española), aunque fuentes españolas cifraban en dos las naves perdidas por los ingleses.

Los ingleses no estaban dispuestos a acercarse mucho a la Gran Armada y mientras que Drake señaló después de esta batalla “hemos ido a su caza”, el almirante Howard lo describió como “un pequeño combate” en el que “no podíamos arriesgarnos a situarnos entre ellos siendo tan potente su flota”.

Dos accidentes sacuden, sin embargo la flota española. Primero la nao “Nuestra Señora del Rosario” embiste a otra de su misma escuadra, la “Catalina” que debe retirarse de la formación para ser reparada, quedando la “Nuestra Señora del Rosario” ingobernable, abandonada a su suerte y a la merced de los ingleses que la capturarán al día siguiente.

Por otro lado, la nao almiranta de la escuadra de Guipúzcoa, el “San Salvador” sufre una explosión de barriles de pólvora por causa desconocida que provoca el desplome de sus dos cubiertas, el castillo de popa y la destrucción de la nave, produciéndose alrededor de 200 bajas en la tripulación.

1 de agosto de 1588, lunes.

Los ingleses atrapan a la “Santa María del Rosario” junto a toda su tripulación y su almirante Pedro de Valdés, que permanecería preso en una cómoda mansión durante siete años.

La mayor parte de los heridos y quemados del “San Salvador” fueron trasladados al buque hospital de la Gran Armada, el “San Pedro”, mientras que no se pudieron rescatar a los más graves que permanecían allí (alrededor de 50) cuando sir John Hawkins capturó los restos de el “San Salvador” e intentó trasladarlos hasta Weymouth, pudiendo rescatar los cañones y la pólvora que habían sobrevivido al accidente antes de que el barco se hundiera definitivamente en su traslado.

La Armada Invencible queda reducida, con las dos últimas bajas a 119 naves.

Se manda un patache con destino a Dunquerque para dar un nuevo aviso a Alejandro Farnesio.

2 de agosto de 1588, martes. El encuentro de Portland Bill.

Con buen tiempo y con ambos ejércitos buscando los vientos favorables, se producen encuentros frente a Portland Bill en los que los españoles intentan la aproximación para el abordaje, mientras que los ingleses son más partidarios de utilizar la artillería y no enzarzarse.

Algo más al oeste, las galeazas dirigidas por D. Hugo de Moncada se enfrentan a cañonazos a seis barcos ingleses, entre ellos el poderosamente armado “Triumph”, estando cerca de poder abordarlo. La indecisión de D. Hugo de Moncada sería más tarde reprendida por el duque de Medina Sidonia.

Mientras tanto, el Almirante Howard consigue con varios galeones una muy buena posición en la retaguardia de la Gran Armada, intercambiando fuego con los españoles que, sorprendidos , se amontonan sin orden. Medina Sidonia se destaca con su maniobra enfrentándose en solitario a la flotilla inglesa hasta que es ayudado por la “Santa Ana” de Oquendo, momento en el que Howard ordena la retirada, después de haber disparado más de 500 proyectiles a la “Santa Ana”, mientras que este último apenas pudo disparar 80 en este combate desigual.

Los ingleses han podido incluso abordar la “Santa Ana”, pero no es lo que quieren; prefieren castigar con fuego de artillería, y evitar abordar y ser abordados.

En contra de lo que puede parecer, los daños ocasionados entre ambos ejércitos son mínimos, de lo que se lamenta Hawkins al haberle costado “buena parte de nuestra pólvora y proyectiles”. Su elogiada artillería se está demostrando ineficaz a distancia segura para evitar ser abordados por los españoles.

Medina Sidonia reorganiza la formación táctica de la Armada Invencible siguiendo el criterio de Recalde pues los ingleses no pretenden “pelear, sino entretenernos para impedirnos el viaje”.

Las bajas españolas de la jornada se cifran en 50 muertos y 60 heridos, las inglesas se desconocen.

Llega a Dunkerque la primera pinaza informativa que partió del grueso de la Armada el 25 de julio.

La Armada Invencible continúa su viaje hacia el este; se unen más barcos a la flota inglesa.

3 de agosto, miércoles. El encuentro frente a St. Adhelm

La flota inglesa de Isabel I ha repuesto sus stocks de munición con la inclusión del material procedente de los dos barcos españoles apresados.

La urca “Gran Grifón” ha quedado algo retrasada del grueso de la flota, circunstancia que aprovecha la flotilla de Drake para alcanzarla y someterla a un fuego desproporcionado. En su cubierta los soldados se mantienen firmes en sus puestos esperando que algún barco inglés se ponga a su alcance para ser abordado.

Medina Sidonia manda acudir a su rescate provocando la huida de la flotilla de Drake.

Los españoles han sufrido unas bajas de 70 hombres muertos y 60 heridos. Se decide mantener al menos 40 naves armadas en la retaguardia y seguir el avance, mientras que los ingleses, ante su probada ineficacia ante la organización táctica española reordenan su flota en cuatro escuadras: Howard, Drake, Hawkins y Frobisher.

La Armada Invencible navega en dirección a la Isla de Wight.

4 de agosto de 1588, jueves. El encuentro en la Isla de Wight

La falta de viento obliga a los barcos armados tanto ingleses como españoles a ser remolcados por embarcaciones de remo en sus escaramuzas de ataque y defensa.

Se llegan a producir enfrentamientos que varían en su intensidad y en su curso; mientras que en ocasiones el escaso viento favorece a algún navío español, otras veces lo hace a otro inglés. Un último ataque inglés, efectuado posiblemente por Drake desequilibra a la Gran Armada, alejándola del estrecho de Solent, que separa Inglaterra de la Isla de Wight.

Se disparan unos 3.000 cañonazos entre las dos armadas ese día. Las bajas españolas ascienden a 50 muertos y 70 heridos. Las inglesas, como ya hemos podido observar anteriormente, no son contabilizadas

5 de agosto de 1588, viernes.

Día si apenas viento y con ambas armadas separadas por dos millas, siendo perseguida la Armada española a distancia.

 

La Armada Invencible de 1588 (cuadro de 1620)

 

6 de agosto de 1588, sábado. La Batalla de Gravelinas

La Armada Invencible continua navegando, llegando sobre las 16 horas a las inmediaciones de Calais donde fondean. El Duque de Medina Sidonia manda una embajada de amistad al gobernador francés de la ciudad.

Mientras, la flota inglesa fondea a unos 3 kilómetros de la española y recibe el refuerzo de 36 barcos, el Escuadrón del Canal comandado por Seymour. Sir William Winter propone esa noche la idea de utilizar brulotes (naves incendiarias, cargadas de pólvora, que se aproximan a las enemigas bien sin tripulación si la corriente es favorable, o bien mínimamente tripuladas y que se inflaman con el tiempo justo para ser abandonadas).

7 de agosto de 1588, domingo.

La pinaza enviada el 25 de julio con un mensaje para el Duque de Parma regresa con noticias. Alejandro Farnesio puede tener sus fuerzas listas en seis días, toda una eternidad en aquella situación.

Teniendo que esperar, Medina Sidonia ordena que unidades de la escuadra de pataches y zabras se coloquen entre el fondeadero inglés y el español a fin de prevenir el ataque con botes incendiarios. Una señal más de que Medina Sidonia, en contra de su mala fama, adoptó decisiones correctas en numerosas ocasiones a lo largo de la empresa de Inglaterra.

8 de agosto de 1588, lunes. El ataque de brulotes

Pasada la medianoche se produce el ataque con brulotes de la armada inglesa. 8 barcos que han sido dejados a favor de la corriente.

La flotilla destinada a evitar este ataque consigue desviar a dos naves y se da orden desde la flota española de levar anclas o de cortar amarras para evitar a los brulotes con la condición de volver pasado el peligro al mismo puerto de fondeo, algo que resultará imposible por las fuertes corrientes del lugar.

Algunas naves chocan entre sí en la maniobra (la galeaza “San Lorenzo” y la nao “San Juan de Sicilia”), otras naves maniobran para evitar los bajos fondos de la costa de Flandes quedando dispersas. La “San Lorenzo”, ingobernable después de su accidente, queda escorada y sin defensa a la altura del castillo de Calais. La nave no se rindió hasta la muerte en combate del general Hugo de Mendoza y no pudo ser saqueada por los ingleses al interrumpir los franceses dicho saqueo.

Con la llegada de la flota inglesa al completo, compuesta de al menos 153 embarcaciones, comienza una batalla confusa por su dispersión en el espacio y tiempo.

Son 5 barcos españoles (el “San Martín”de Medina Sidonia, el “San Juan” de Recalde y el “San Marcos” de Peñafiel y dos galeones de la Escuadra de Portugal) los que harán frente en un principio a la totalidad de la flota inglesa mientras que los pataches y zabras se encargan de recuperar las naves dispersas.

Poco a poco, la cortina defensiva española va creciendo y aumentando su capacidad de fuego. Las naves inglesas, muy superiores en número pueden acorralar a naves solitarias españolas que tienen que socorrerse mutuamente en repetidas ocasiones.

Los daños ocasionados por la armada inglesa son cuantiosos. Aunque sólo un barco español es hundido en el combate, el “María Juan”, otros han sido seriamente dañados y 3 de ellos el galeón “San Felipe”, el galeón “San Mateo” y la galeaza “San Lorenzo” terminarán encallados en las costas cercanas.

Otros naves quedan también castigadas y deberán de ser reparadas en el mar para continuar la navegación. La moral de la Armada sigue, no obstante, alta. Una nave italiana (probablemente la “Regazona”) es vista por los ingleses chorreando de sangre y tres horas más tarde en su puesto de combate. Las cifras de bajas españolas son de más de 600 muertos y más de 800 heridos. Se ocultan, una vez más, las cifras de la armada inglesa y ,aunque hablaron de solamente 100 fallecidos, un despacho de la reina de Inglaterra se habla de que “28 bajeles muy mal tratados y a Pechelingas (Flesinga) treinta y dos y en peor orden y con poca gente y que era muerta otra mucha muy particular y su piloto mayor; y que la Reina había hecho publicar un bando que nadie fuese osado en todo su reino a decir el suceso (éxito) de la Armada”. 

9 de agosto de 1588, martes.

Ahora la Armada Invencible está dispersa. Medina Sidonia intenta recomponer la Armada lanzando los tres cañonazos reglamentarios de convocatoria pero nadie da respuesta a su señal. Al parecer, algunos piensan que es mejor el “sálvese quien pueda”. Una vez reunidos los capitanes de los barcos más cercanos son llevados a bordo del “Santa Ana” y varios de ellos acusados de traición. Finalmente será ahorcado D. Cristóbal de Ávila y su cuerpo expuesto en un patache con el objeto de restablecer la disciplina de la flota. Uno de los también condenados a muerte, pero cuya sentencia no fue ejecutada finalmente, fue el capitán Francisco de Cuéllar, protagonista de uno de los documentados relatos más increíbles que tenemos de la historia de la Armada Invencible.

Con riesgo de encallar en los bajos de Flandes, la Armada Invencible no ha podido reorganizarse del todo. Aparece de nuevo la flota inglesa a una distancia de unos 3 kilómetros con unos 109 barcos (recordemos que el día anterior prestaron batalla 153 de ellos, señal evidente de que habían sufrido también numerosos daños).

Por la tarde, en un nuevo consejo de guerra convocado por el Duque de Medina Sidonia ,se valora volver de nuevo hacia Flandes o bien volver a España por el Mar del Norte. Los oficiales presentes deciden volver a intentar la conexión con el Duque de Parma, algo que el viento y la marea harían muy pronto inviable.

10 de agosto de 1588, miércoles.

La decisión ahora de volver a España aparece en el diario de Recalde el 10 de agosto de 1588.

Comienza el racionamiento de alimentos para soportar una navegación larga.

La Armada Invencible continúa navegando hacia el norte y la inglesa de, vigilante, continua siguiéndola.

Medina Sidonia ordena arriar las velas y esperar a la flota inglesa para entablar un nuevo combate. Los ingleses también bajan sus velas para frenar su acercamiento y evitar un enfrentamiento.

11 de agosto de 1588, jueves.

La Armada continúa avanzando al norte por el viento. Los ingleses continúan rechazando cualquier posibilidad de entrar en combate.

12 de agosto de 1588, viernes.

La flota inglesa abandona la persecución por falta de alimentos y munición.

13 de agosto de 1588, sábado.

La Armada Invencible arroja por la borda el contingente de animales de tiro y carga para ahorrar agua en el viaje de regreso.

Se dan las instrucciones de retorno, con especial énfasis de no acercarse a las costas del oeste de Irlanda, de las que no existen todavía planos detallados.

15 de agosto de 1588, lunes.

La Armada Invencible es ahora una flota en demanda de puertos españoles. Se da la orden de avanzar cada nave a su máxima velocidad posible, aun a riesgo de separar la flota.

18 de agosto de 1588,jueves.

El Lord Almirante Howard y Drake desconocen los planes de la Armada Invencible, pensando que pueden dirigirse a Noruega o Dinamarca con el objetivo de regresar, aunque ya consideran la situación controlada.

21 de agosto de 1588, domingo.

La Armada Invencible entra en el Atlántico Norte. Don Baltasar de Zúñiga es desembarcado en las Islas Shetland con órdenes de navegar en un patache lo más rápido posible a España para avisar de la llegada de la flota, para que se preparen los necesarios avituallamientos y para que se informe al Rey Felipe II de un total moderado de bajas a bordo (tres mil enfermos y heridos) y del total de 112 barcos que regresan, de los cuales 93 llegarán por fin a España.

31 de agosto de 1588, miércoles.

Felipe II recibe una carta del Duque de Parma donde le informa del fracaso del enlace de sus tropas con la Armada Invencible.

Septiembre de 1588. La epopeya de La Armada Invencible en Irlanda

Será a partir de septiembre donde se produzca la epopeya de la Armada Invencible en Irlanda, donde unos 20 barcos naufragaron en una situación climática increíblemente extraordinaria en sus costas, produciéndose miles de víctimas y situaciones tanto épicas como dramáticas.

Esta sucesión de naufragios durará hasta finales del mes de octubre para los barcos más rezagados de la flota, mientras que componentes más avanzados habían entrado ya a La Coruña el 18 de septiembre de 1588, un mes y medio antes del último naufragio de la Armada Invencible, el de la galeaza “Girona” el 28 de octubre.

 

Las consecuencias de la Armada Invencible

Felipe II manda circular una carta a los prelados del reino para que cesen los actos religiosos y rogativas que se venían haciendo en favor de la Armada Invencible y se diese gracias a Dios «porque no fue peor el suceso».

El episodio de la Armada Invencible hay que considerarlo como un suceso más dentro de la guerra anglo-española que se resolvió con la firma de la paz en 1604.

Aunque España pudo considerarlo un fracaso al no lograr su objetivo e Inglaterra un éxito al evitar la táctica y salvar la isla de la invasión española, lo cierto es que militarmente no hubieron vencedores ni vencidos en los episodios de la Armada Invencible. Solo la propaganda inglesa, que vendió este fracaso estratégico español como una gran victoria y la propia leyenda negra alimentada por los mismos españoles, hizo pasar a este episodio histórico como una gran derrota.

Podríamos decir que el fracaso en su consecución no hizo más que alargar una guerra en la que los dos contendientes se vieron incapaces de lograr una victoria militar lo suficientemente importante como para declararse vencedores.

Tras el fiasco de la Armada Invencible los ingleses sufrieron un contratiempo mucho mayor que este con el fracaso estrepitoso de su Contra-armada o Armada Invencible Inglesa de 1589, una expedición que pretendía eliminar los remanentes de la Gran Armada Española atracados en sus puertos y el desembarco en Lisboa (por entonces española) y que culminó con la total derrota inglesa y la muerte del 70% de los ingleses participantes en la contienda (unos 5000 hombres).

Poco después, desde 1595 hasta principios de 1596, la expedición de Drake y Hawkins que pretendía la conquista de Panamá y establecer un puerto inglés en las Indias españolas fracasó estrepitosamente llevando a la muerte a los dos famosos comandantes ingleses.

Tras este fiasco las tornas se volvieron absolutamente favorables a España que demostró lo difícil que sería vencerlos en un territorio que conocían perfectamente y al que ya estaban totalmente aclimatados.

La paz de 1604 vino solo a petición de los ingleses, mientras España remontaba una crisis pasajera de la que se recuperó plenamente en esos años y fue totalmente ventajosa para el Imperio Español ya que Inglaterra renunciaba a tratar con piratas holandeses, a atacar barcos españoles en América, se obligaba a abrir el Canal de la Mancha a la flota española y otras prebendas.

Hacia 1625 España estaba totalmente recuperada y vivió una época de victorias militares recuperando Salvador de Bahía, el socorro de Génova, la defensa de Cádiz y Puerto Rico, la conquista de Breda…

Durante estos años, la flota española de las Indias, con sus idas y retornos constantes propició un aprendizaje constante y un desarrollo tecnológico como el uso de la fundición de hierro para la artillería o el uso de la fragata (mezcla de galeón y galera).

 

Bibliografía

  • La Invencible y su leyenda negra. Antonio Luis Gómez Beltrán .Ed. Arín 2013 Editores (2013) 
  • La Gran Armada. Collin Martin y Geoffrey Parker. Ed. Planeta (2011)
  • La Gran Armada 1588. Collin Martin y Geoffrey Parker. Ed.Alianza Editorial (1988)
  • La Batalla del Mar Océano. Varios autores. Ministerio de Defensa-Armada Española 2014
Pedro Luis Chinchilla
Namearmadainvencible.org