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19
Mar, Mar
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Descripción

Localización: Libro de los Valcárcel

Materia: Papel

Cronología: 1903

Identificación: FAMILIA TERUEL

 

Armas:

Cuartelado en cruz. En el primer cuartel, en campo de oro, cinco hojas de higuera de su color natural, dispuestas en sotuer vueltas hacia arriba el 2º tres barras de gules sobre campo de plata, el 3º torre con puertas y ventanas sobre base fortificada – con puertas y ventanas -, y esta encima de plataforma a modo de cabo, sobre mar de azur; 4º en campo de oro, trae ramas de olivo con hojas de su color natural, empuñadas.

 

Observaciones en Mula

 

 Los primeros que hay constancia es Gines Teruel y Beatriz Dato tuvieron a Juan bautizado el 19 de noviembre de 1564; Lucia el 18 de octubre de 1566; Juana el 28 de diciembre de 1568; Luisa el 25 de julio de 1572; Pedro el 3 de julio de 1575; Luisa el 9 de septiembre de 1578 y Catalina el 15 de mayo de 1581 en San Miguel.

 

Historia del Apellido

 

1ª FUENTE

Aparece en crónicas e historias de la antigüedad como el fundador y progenitor de este linaje, Sancho Muñoz de Teruel, descendiente de noble familia aragonesa por su apellido Muñoz, al que unió el de Teruel por haber tomado parte en la conquista de la ciudad del mismo nombre y figurar entre sus primeros pobladores.

La tradición cuenta que, durante el sitio de Teruel, en una noche tempestuosa y guiado milagrosamente por un toro y una estrella, dio vuelta a la muralla el referido Sancho, y al observar que flaqueaba en una de sus padres, la embistió con la gente que llevaba, peleando bravamente hasta conseguir apoderarse de la ciudad. Otra versión de la misme leyenda añade que ya puestos en fuga los moros por aquellos valientes, éstos procedieron a reedificarla en el mismo lugar en que permanecían sus ruinas (y no en otro distinto como también se lee) por haber hallado un toro que empezó a bramar luego que les vio, y sobre el toro una estrella, lo que tuvieron por feliz augurio.

Los escritores que recogen esa tradición la tienen por falsa. Es evidente que no hay en ella nada que acredite su certeza. No obstante, debió ser aceptada y mantenida durante muchos años con excesiva y cándida credulidad, puesto que uno de los cuarteles del escudo de armas de Teruel contiene, como únicas piezas, el toro surmontado de la estrella, en alusión, sin duda, a los hechos que la tradición refiere.                 

Otras noticias de más pronunciado carácter histórico, aunque ya muy difíciles de comprobar por los tiempos tan lejanos que se remontan, afirman que el mencionado Sancho Muñoz de Teruel, fundador de este linaje, tuvo un hijo llamado Sancho Sánchez de Teruel, que sirvió al Rey de Castilla Don Alfonso VIII (llamado por algunos historiadores Don Alfonso IX) en la conquista de la ciudad de Cuenca en 1177, y que de ese segundo Sancho, andando los tiempos, fueron descendientes Juan Teruel, Rodrigo Teruel, Alfonso Teruel y otros destacados varones de este linaje.                 

Alfonso Teruel floreció en el reinado de Don Juan II y fue Caballero de la Orden de Santiago. Casó con Margarita de Albielos y procrearon a Juan Rodríguez de Teruel, que contrajo matrimonio con Ana Antolínez, naciendo de esta unión, entre otros hijos, Luis de Teruel, que casó dos veces y tuvo sucesión tan dilatad que hay autores que la elevan, posiblemente exagerándola, hasta treinta y siete hijos, entre varones y hembras.                  

Lo cierto es que fueron muchas las ramas de este linaje, distinguiéndose las que se establecieron en Ubeda, Baeza, Granada, Lorca y Vélez Rubio.              

A la de la ciudad de Lorca (Murcia) perteneció el célebre Capitán Ginés de Teruel, natural de Lorca, que sirvió al Emperador Don Carlos V con extraordinario valor y notoria lealtad en muchas de sus más importantes empresas militares. Dicho Monarca le premió armándole Caballero de la Espuela Dorada y autorizándole para acrecentar su escudo de armas en la forma que más adelante diremos.

Los Teruel de Lorca fueron siempre tenidos por buenos hijosdalgo y ejercieron en la ciudad los empleos honoríficos. Muchos de ellos figuran apellidados López Teruel en los padrones municipales y otros documentos.

En Aragón tuvo casas solares en Hinojosa de Jarque, su dueño Anthon Teruel; en Camarillas, sus dueños Bertholomeu Teruel, Domingo Teruel, Francisco Teruel, Johan Teruel e Yuanes Teruel; en Miravete, sus dueños Pascual Teruel y Valero Teruel; en Fortanete (todo en Teruel), su dueño Pascual Teruel; en Villarreal de Huerva, su dueño Martín Teruel; y en Mallén, su dueño Martín de Teruel, documentadas en la Fogueración aragonesa de 1495; en Daroca (todo en Zaragoza), su dueña Dolça de Teruel, citada en 1230, y en la ciudad de Teruel, sus dueños Benedita Teruel, Domingo Teruel y Martín Ximénez Teruel, documentadas en 1384-1387.

Pasqual Teruel, de Teruel, fue vecino de Alpuente (Valencia) en 1396. Mateu de Teruel y Joan Pérez de Teruel, de Teruel, fueron de los primeros repobladores de Albaida (Valencia) en 1248-1249. Bartomeu de Teruel, de Teruel, fue de los primeros repobladores de Bocairent (Valencia) en 1249-1256. Gómez de Teruel, de Teruel, fue de los primeros vecinos de Cocentaina (Alicante) en 1269. Domingo Teruel, de Teruel, de los primeros repobladores de Segorbe (Castellón) en 1248-1249. Bartholomé de Teruel, Domingo Teruel, Juan de Teruel, Pedro Teruel y Bartholomé de Teruel del Armarjal, de Teruel, fueron vecinos de Jérica (Castellón) en 1343-1369. Bartholomé Teruel, Bartholomé Teruel y Johan de Teruel de Almarjal fueron de los repobladores de Benafer (Castellón) en 1379.

 

2ª FUENTE

 

Un Aragonés antiguo nombre, bastante común y se distribuye por España, con especial presencia en Aragón, Cataluña, Valencia, Murcia, Madrid, La Mancha y Andalucía. El nombre del lugar proviene de Teruel, Aragón, un nombre histórico de una ciudad y capital de la provincia del mismo nombre. El nombre viene del nombre de Teruel Turiolum de pre-Romano de origen, posiblemente derivado de la raíz tur, presente en muchos de los nombres de lugar Ibérica prerromana. Los de este nombre se encuentra en la conquista y repoblación del reino de Valencia, levantando casas en Sogorb (1248), Cocentaina (1269), Xérica (1343), Benafer (1379), etc. También fueron a la conquista de Murcia, siendo los residentes de la ciudad de Lorca, donde estaba el famoso capitán Ginés de Teruel, que sirvió al Emperador Carlos V con coraje extraordinario y notable lealtad en muchos de sus más importantes empresas militares; también brillaban este nombre en la conquista de Andalucía, y antes de la Real Chancillería de Granada probaron su nobleza, entre otros: García Teruel, vecino de Pliego (Murcia), en el año 1582, Marcos de Teruel, Sabiote (Jaén), en 1624; Maestro Sebastián Teruel, Jaén, en 1627, y Fernando Quesada Teruel, vecino y Albolote Granada, en 1707. El apellido, Teruel, tiene un escudo heráldico o blasón español, certificado por el Cronista Rey de Armas y Decano Don Vicente de Cadenas y Vicent.

 

Bibliografía y Documentación

 

G. Boluda del Toro, Apuntes para la historia de Mula, Libro II Familias de Mula, Manuscrito, Mula 1903, pp 494-495.

F.R Marsilla de Pascual, De heráldica murciana: armas de los Marsilla de Teruel, Historia y Humanismo. Homenaje al profesor Pedro Rojas Ferrer, Murcia 2000, pp 433-439.

Repertorio Heráldico de Mula, Juan González Castaño y Rafael González Fernández, p474.

Familias de Mula, Antonio Sánchez Naurandi  serie I, tomo 24 ,p 754

Heráldica de Castellana.

Wikipedia.

Decano Don Vicente de Cadenas y Vicent.

 

Ultima actualización 17-3-24

Descripción

Localización: Apuntes para la Historia de Mula

Materia: Papel

Cronología: 1903

Identificación: FAMILIA SOTO

 

Armas:

En campo de azur, un águila exployada, palada de cuatro piezas de oro y gules; bordura de gules, con ocho candados abiertos de sable.

 

Observaciones en Mula

También la familia soto vino a la reconquista desde Galicia y aquí quedaron como pobladores hijosdalgo, pero fue familia que se ausento y reapareció varias veces de la población, por lo que son escasos los datos que, sobre ella podemos ofrecer de esta familia brillaron por sus cargos y actuaciones los Molina Soto en el siglo XVII.

Historia del Apellido

 

1ª FUENTE

 

Antiguo linaje castellano, muy ilustre. De esta casa procedió doña Leonor de Soto, duquesa de Vista Hermosa, que casó con el duque don Alonso, Infante de Aragón. Hay también otra rama de este linaje, correspondiente a Andalucía, de la cual se tiene constancia de un caballero llamado don Andrés Hernández de Soto, que litigó su hidalguía y ganó ejecutoria de nobleza, despachada en la Real Chancillería de Valladolid. A esta ilustre familia perteneció el célebre conquistador don Hernando de Soto, Adelantado de la Florida y Gobernador de Cuba. Estuvo también con Francisco Pizarro en la conquista del Perú. Fue un desdichado conquistador, caballero en extremo y valiente hasta la temeridad, pero en sus expediciones tuvo que sufrir toda serie de calamidades, ataques de los indios, fiebres, pérdidas de víveres y bagajes, etc. etc. Al llegar al Misisipí, Hernando de Soto, ya estaba enfermo, hasta el punto que tuvo que tomar el mando su lugarteniente Moscoso de Alvarado. Tras un encuentro con los indígenas, de Soto, herido, agravó su enfermedad, muriendo. Su cuerpo, para que no fuera profanado por los nativos, fue arrojado al fondo del río.

Otro ilustre miembro de esta esclarecida familia fue Pedro de Soto, dominico y teólogo español, nacido en el año 1.495, que fue prior del convento de su Orden en Ocaña y Confesor del emperador Carlos V. Vicario General de la Orden de los Dominicos en Alemania y catedrático de la Universidad de Dillingen, la cual tuvo que abandonar a causa de la rebelión del príncipe Mauricio. Desde 1.555 a 1.558 profesó, por la orden de Felipe II, en la Universidades de Oxford y Cambridge, en Inglaterra. Fue teólogo pontificio de Pio IV, en el Concilio de Trento. Pedro Soto de Rojas, nacido en Granada, en 1.584, fue un notable poeta que gozó de la

protección del conde-duque de Olivares y que perteneció a la "Academia Salvaje". Tras abrazar el estado sacerdotal, regresó a Granada, donde fue canónigo de San Salvador y abogado de la Inquisición.

2ª FUENTE

 

 No creemos que todas las familias que llevan este apellido procedan de un mismo primitivo solar y tronco, a pesar de que así lo entienden algunos tratadistas.

Los informes que en obras impresas y manuscritas encontramos sobre el origen de los Soto y de sus más antiguos solares, son breves, imprecisos y desligados. Están recogidos confusa y desordenadamente, dándose con frecuencia el caso de aparecer mencionados como descendientes de una determinada casa, los que también se citan como oriundos de otra, sin la menor aclaración que pudiera contribuir a esclarecer tan evidente anomalía. Y en lo que respecta al común o distinto origen de esas casas, a las comarcas, villas o lugares en que radicaron y a los escudos de armas que traían, son igualmente confusos y opuestos los datos que nos brindan. Todo ello, reunido, dificulta el estudio de este apellido, haciéndolo propicio a inevitables desaciertos que procuraremos salvar en lo que esté a nuestro alcance.

Viejos solares de Soto y Souto hubo en Galicia, Asturias, Castilla y León, Castilla La Mancha, Aragón, Cantabria, Navarra, País Vasco y Comunidad de Madrid.

En Andalucía, Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Galicia y Navarra abundan los pueblos y lugares denominados Soto y Souto, de los que, sin duda, proceden y tomaron su nombre distintas familias de este apellido por haber tenido en ellos su arranque y casa solariega, pero sin relación de sangre ni parentesco entre algunas, según lo evidencian las noticias que continuaremos aportando.

En Navarra radicaron sus casas solares en la villa de Mendavia, de la Merindad de Estella, sus dueños Martín de Soto y Bartolomeo, hermano de Martín de Soto, documentadas en la Fogueración navarra de 1330; en la ciudad de Viana, de la Merindad de Estella, sus dueños Elvira Soto y Johan de Soto; y en Perezuelas, su dueño Johan de Soto, citadas en la Fogueración navarra de 1350.

En Aragón tuvo casas solares en Gea de Albarracín (Teruel), su dueño Rodrigo de Soto; en Moros (Zaragoza), su dueño Miguel de Soto; y en la ciudad de Zaragoza, sus dueños Johan de Soto y Jorge de Soto, documentadas en la Fogueración aragonesa de 1495.

En el País Vasco radicaron sus casas solares en el lugar de Bachicabo, de la Hermandad de Valdegovía; en la villa de Elvillar, de la Hermandad de Laguardia, y en la villa de Santa Cruz de Campezo (Alava); en las ciudades de Fuenterrabía y San Sebastián (Guipúzcoa); en la villa de Bilbao y en la ciudad de Orduña (Vizcaya), citadas en el siglo XVI.

Entre los Caballeros Hijosdalgo llamados por los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel en 1494 en su Corte fueron: Rodrigo de Soto, de Murcia; y Juan de Soto, de Toro (Zamora).

Probaron su nobleza para ingresar como Caballeros en la Orden de Santiago: Manuel de la Soto y del Río, natural de Nava del Rey (Valladolid), en 1807; Pedro de Soto y Cervantes, natural de Garciaz (Cáceres), en 1630; Juan Manuel de Soto y Fernández, natural de Talavera, en 1696; Juan Antonio y Pedro de Soto y García Urrechua, naturales de Valladolid, en 1689; Hernando Soto y Gutiérrez Cardeñosa, natural de Jerez, Adelantado, en 1538; Juan Dionisio de Soto y Liendo, natural de Sevilla, en 1694; Alonso de Soto y López, natural de Madrid, en 1693; Pedro de Soto y López, natural de Madrid, Capitán de Infantería española, en 1693; Fernando de Soto y López de Berrio, natural de Madrid, en 1633; Francisco Antonio de Soto y Portillo, natural de Cádiz, en 1676; y Pedro Soto y de Urrechua, natural de Viguera (La Rioja), Regidor perpetuo de Valladolid, en 1681.

Fueron Caballeros en la Orden de Calatrava: Juan de Soto, en 1558; Luis de Soto Garibay y Villavicencio, natural de Cádiz, en 1650; y Antonio Soto Calderón Vergara, natural de Sahagún (León), en 1676.

Fueron Caballeros de la Orden de Alcántara: Juan Tomás Soto Temporal Vaca y Canencia, natural de Madrid, en 1694; Fernando de Soto y Vaca de Herrera Berrio y Soria, natural de Madrid, en 1652; y Juan Francisco de Soto y Vaca de Herrera Berrio y Soria, natural de Madrid, en 1677.

Fueron Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén: Pedro de Soto Carvajal de León y López de Moreta, vecino de Toro (hijo de Juan de Soto y de Sabino Carvajal y nieto paterno de Pedro de Soto y Martina de León), en 1538; Juan Soto, vecino de Toro, en 1555; Pedro Soto, vecino de Zamora, en 1556; Pedro Soto, vecino de Zamora, en 1571; Diego de Soto, en 1523; Pedro de Soto, en 1538; Juan de Soto, en 1553; Pedro de Soto, en 1562; Pedro de Soto y Villaseca, en 1565; Juan de Soto, en 1572; Fernando de Soto y Deza, en 1576; Miguel Antonio de Soto y Baca, en 1684; y Fernando de Soto, en 1729.

 

Bibliografía y Documentación

 

G. Boluda del Toro, Apuntes para la historia de Mula, Libro II Familias de Mula, Manuscrito, Mula 1903, pp 490-491.

Repertorio Heráldico de Mula, Juan González Castaño y Rafael González Fernández, p472.

Familias de Mula, Antonio Sánchez Naurandi  serie I, tomo 24 ,p 749

Heráldica de Castellana.

Wikipedia.

Diccionario Heráldico y Nobiliario - Fernando González-Doria.

Repertorio de Blasones de la Comunidad Hispánica - Vicente de Cadenas y Vicent.

 

Para Mahulalarica.net por Ángel García.

Última actualización 3/03/24.

Descripción

Localización: Apuntes para la historia de Mula.

Materia: Papel.

Cronología: 1903

 

Identificación

FAMILIA SÁNCHEZ DE GALINSONGA

 

Armas

 Escudo partido: 1º, en campo de gules, un lisonja de oro, cargado de un gallo de gules; y 2º, en campo de plata, un árbol de sinople. (Armas iguales que las de los Martínez de Galinsoga). Timbra con yelmo de tres rejillas.

 

Observaciones en Mula

El primero de esta familia que vino a Mula fue Miguel Sánchez de Galinsoga, hijo de Juan Martínez de Galinsoga, muy principal caballero de Cuenca, siendo nombrado alcaide del castillo el 1350 y presentando documentación acreditativa de su nobleza en el 1398.

Sánchez de Galinsoga este linaje trae su origen de Cuenca, en donde eran conocidos, caballeros hijosdalgo y emparentados con las familias ilustres de Jiles Minoras y Albornoces. Por el año de 1350 vino de dicha ciudad a esta villa de Mula (Murcia) Miguel Sánchez de Galinsoga, hijo de Fernán Martínez de Galinsoga, Señor que era de las casas de Galinsoga en la jurisdicción de dicha ciudad, y trajo información y testimonio de su nobleza notoria hidalguía y lo presento al Ayuntamiento de Mula (Murcia) quién lo admitió por uno de los caballeros hijosdalgo de esta villa, y en esta posesión continúan sus descendientes.

 

 

Bibliografía Documentación

Diccionario Heráldico y Nobiliario - Fernando González-Doria.

Repertorio de Blasones de la Comunidad Hispánica - Vicente de Cadenas y Vicent.

Rebuscos y documentos sobre la Historia de Cartagena, Cehegín, Mula y Murcia. , autor Andrés Baquero Almansa. Manuscrito inédito de 1750.p57

G. Boluda de Toro, Apuntes para la Historia de Mula, Libro II, Familias de Mula, Manuscrito, Mula, 1903.

A. Sánchez Maurandi, Familias de Mula, Serie II Tomo XXIII, p. 734.

Juan González Castaño-Rafael González Fernández, Mula Repertorio Heráldico, p 470.

 

Para Mahulalarica.net por Ángel García.

Última actualización 11/02/24.

 La Noche de los Tambores, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y Fiesta de Interés Turístico Nacional, es la fiesta más singular que tiene lugar en Mula a lo largo del todo el calendario.

El Martes Santo a las 12, cientos de tamboristas, reunidos en la Plaza del Ayuntamiento y vestidos con túnicas negras hacen sonar sus tambores.

 

Ininterrumpidamente y hasta las 4 de la tarde del Miércoles Santo. El Viernes Santo desde la mañana y el Domingo de Resurrección desde el medio día vuelve a repetirse el episodio dentro de los horarios que Bando de Alcaldía establece y difunde antes del comienzo de a Semana Santa.

 

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 LAS MURALLAS MEDIEVALES DE MULA (REGIÓN DE MURCIA) ANÁLISIS HISTÓRICO-CONSTRUCTIVO Y RECONSTRUCCIÓN 3D

Juan Fernández del Toro1, Pedro Enrique Collado Espejo2, Vincenzina La Spina2, Josefina García León2

Autor de contacto: Juan Fernández del Toro.

 

RESUMEN


De los tres recintos amurallados (alcazaba, albacar y madina) que configuraban y protegían la ciudad de Mula en  época islámica (siglo XII), hoy día solo es claramente apreciable el recinto del albacar. La alcazaba la ocupa ahora el Castillo de Los Vélez (renacentista, siglo XVI), construido sobre los restos de la fortaleza islámica, y de la madina apenas quedan restos visibles, aunque el trazado urbano medieval de Mula permite intuir por dónde discurría.


El Trabajo Fin de Máster, realizado bajo la tutela de la Universidad Politécnica de Cartagena, se ha centrado en el levantamiento planimétrico de los restos islámicos que aún se conservan de la muralla del albacar y su reconstrucción virtual en 3D. Para ello, fue necesario realizar un profundo análisis histórico, material, constructivo y del estado de
conservación de los diferentes tramos de muralla que se conservan para poder determinar el trazado completo y las dimensiones originales.

 

El análisis constructivo (muros de tapia calicostrada) y el levantamiento planimétrico de los tramos de muralla y torres medievales han permitido realizar la recomposición y recreación virtual 3D, tanto de los tres recintos amurallados como de la ciudad en época islámica (con sus torres, puertas de acceso y el aljibe interior), facilitando así su comprensión e interpretación histórica y arquitectónica, además de contribuir a la difusión y puesta en valor de este importante referente patrimonial y cultural de la ciudad de Mula.

 

  1. INTRODUCCIÓN

 

El trabajo de investigación que presentamos versa sobre las construcciones islámicas que aún se conservan en el casco antiguo de Mula (Región de Murcia). Se trata de las murallas de época medieval.

 

Elementos defensivos que, desde al menos el siglo XII y hasta finales del XV configuraron el trazado urbano y organización de la villa, limitando su expansión.

Hasta el desarrollo de este trabajo (en la modalidad de Fin del Máster en Patrimonio Arquitectónico), las murallas medievales de Mula nunca habían sido objeto de un estudio monográfico. No obstante, sí existían algunas referencias a estas construcciones de origen islámico en la bibliografía local, aunque muy breves.

 

Cabe destacar la obra “Una villa del Reino de Murcia en la Edad Moderna (Mula, 1500-1648)” que, previo al desarrollo de los siglos XVI y XVII, hace un recorrido por la historia de Mula, tratando sobre la ocupación musulmana (Castaño, 1992: 66-68).Y entre las aportaciones, destaca un plano aproximado del trazado de los tres recintos amurallados de la villa.

 

Figura 1. Plano del trazado urbano de Mula en época medieval
(González, 1992: 67)

 

En este sentido, el Trabajo Fin de Máster (TFM), realizado abarca una investigación histórica y arquitectónica para poner en relieve la importancia de las murallas de Mula y, partiendo de ese estudio,determinar el trazado y composición de los recintos amurallados en su totalidad, incluidos los tramos hoy perdidos, procediendo al levantamiento tridimensional e hipótesis 3D.

 

1.1. Breve reseña histórica

 

La ciudad de Mula, en el centro de la Región de Murcia,fue fundada, con su ubicación actual, n el siglo IX, durante la dominación musulmana. El trazado urbano medieval se desarrolla ladera abajo de un cerro coronado por un conjunto fortificado, el cual está formado actualmente por el Castillo de Los Vélez (renacentista), y las murallas medievales.

Si bien, en sus inicios, debió de tratarse de un pequeño asentamiento de carácter rural, es  decir, una pequeña alquería, con el tiempo llegó a convertirse en una ciudad propiamente dicha. Una madina, y capital de un amplio iqlimo (distrito que dominaba un vasto territorio).   

 

Su situación estratégica, la fertilidad de su vega y sus características defensivas hicieron que esta ciudad fueraadquiriendo importancia estratégica.Las grandes crestas rocosas, sumadas a las altas murallas que la protegían, hicieron de Mula una ciudad casi inexpugnable. Tanto que, durante la Reconquista, el infante Alfonso, futuro Rey Sabio, se vio obligado a sitiarla durante meses ante la negativa a capitular (como hicieron la mayoría de ciudades del reino), y la imposibilidad de tomarla por la fuerza.

 

Aquella sería la primera gesta militar del infante, quien años después alabaría a Mula en su Crónica General de España:

Mula es uilla de grant fortaleza et bien çercada,et el castiello della es commo alcaçar alto et

fuerte et bien torrado, et es abondada de todos abondamientos de lauor de tierra et de todas

caças de monte que a conplida uilla conuiene [...]. (Menéndez, 1906: 744)

 

Tras la conquista cristiana de la ciudad, ésta continuó con su configuración islámica, ircundada por sus murallas. No sería hasta finales del siglo XV cuando Mula comenzará su expansión rebasando el límite de las murallas, hecho que se dio tras la rendición musulmana del Reino de Granada.

 

El carácter aún fronterizo del territorio de Mula, aunque en la retaguardia con el último educto musulmán, requería necesariamente el mantenimiento de la línea de defensa que suponía la muralla para la ciudad.

 

Figura 2. Vista aérea de Mula (Fuente: Antonio Ayllón)

 

1.2. Los recintos amurallados de Mula

 

La configuración de la ciudad de Mula en época medieval estaba determinada por la irregular orografía del lugar (con escarpadas laderas y grandes crestas rocosas), y el trazado de los gruesos y altos muros que la defendían, los cuales formaban tres recintos amurallados independientes: la alcazaba, el albacar y la madina.

Figura 3. Recintos amurallados de Mula en época medieval (Fuente:Juan Fernández del Toro)

 

El primer recinto, la alcazaba, situado en la coronación de la ciudad, era el más pequeño y contaba con un torreón que sobresalía del resto: la Torre del Homenaje.

Este recinto daría refugio a una guarnición militar y al gobernante de turno.El segundo recinto, e intermedio, ubicado sobre la gran pendiente de la ladera en su parte superior, era el albacar.

 

Se trata de un recinto de transición, de unión entre la parte superior (alcazaba) e inferior (medina), puesto que la elevada pendiente, en la mayor parte de este recinto, no permitía realizar construcciones. De hecho, solo existe, además de la muralla, un gran aljibe abovedado conocido actualmente como “la cuerva de los moros”. El albacar, además de servir como nexo de unión entre la madina y la alcazaba, debió de cumplir una función básica de refugio para el ganado, además de servir también como segunda línea de defensa para los habitantes de la ciudad.

 

El tercer y último recinto era la madina, la ciudad propiamente dicha. En ella se desarrollaba la vida cotidiana de los habitantes de Mula y era donde se ubicaban las viviendas, el zoco, las mezquitas,posiblemente unos hammam o baños, los talleres de artesanía, etc.

 

A continuación de este recinto, ladera abajo, se desarrollaba una huerta de vertiente cuya producción abastecía a Mula y buena parte de la ciudad de Murcia.

Una huerta que era fertilizada por otro de los elementos vertebradores de la ciudad: la acequia Mayor, la cual discurría a los pies de la muralla.

 

2. OBJETIVOS

 

El objetivo principal del TFM ha sido poner en valor las construcciones más antiguas conservadas dentro del casco antiguo de Mula: sus murallas medievales.

El estado actual de abandono y degradación de las murallas de Mula ponen en riesgo la conservación de las mismas, que ya han perdidos extensos tramos.

Es por ello que su restauración debe llevarse a cabo a la mayor brevedad posible y para ello, el paso previo es la realización de un minucioso estudio. Una labor que se ha intentado cubrir con la realización del presente TFM de investigación (en la medida de las posibilidades que presenta un trabajo final de máster).

Con independencia de que se lleven a cabo o no actuaciones de restauración (o, al menos, consolidación de las murallas), con la toma de datos y la información generada en este trabajo han quedado documentadas las murallas de los tres recintos medievales.

Esto permitirá reconocerlas y recuperarlas correctamente.

 

3. METODOLOGÍA

 

La investigación desarrollada ha abarcado diferentes ámbitos, como el histórico, material, constructivo y arquitectónico. Todos imprescindibles para tener un conocimiento riguroso de las construcciones en cuestión y, en consecuencia, hacer una correcta lectura de las mismas que permita una adecuada intervención.

 

3.1. Búsqueda bibliográfica y documental.

 

Como punto de partida se comenzó con la búsqueda bibliográfica y documental relativa a las murallas, resultando ésta muy escasa. Cabe destacar el libro, ya citado, “Una villa del Reino de Murcia en la Edad Moderna (Mula, 1500-1648)”, como la publicación donde más se habla sobre estas construcciones.

 

Para conocer el contexto histórico y social de las construcciones ha sido imprescindible la obra de Molina López “Aproximación al estudio de Mula islámica”.

 

También es de gran ayuda la monografía “El Castillo de Mula (Murcia)” del arqueólogo José Antonio Zapata que, pese a centrarse en la fortaleza renacentista, aporta datos sobre la demolición de la alcazaba sobre la que se construyó el Castillo de Los Vélez.

 

Otra búsqueda bibliográfica importante fue acerca de la arquitectura hispanomusulmana, sobre todo la defensiva del sureste peninsular, y sobre la técnica constructiva de la tapia, concretamente de la tipología denominada calicostrada.

 

En cuanto a la documentación de archivo, no ha sido mucha la hallada. Teniendo en cuenta la época a la que está adscrita la construcción de las murallas de Mula,durante la alta Edad Media, solo cabía encontrar documentación más tardía que hiciese referencia a las mismas. Y así ha sido, pues hemos podido encontrar algunos documentos, principalmente actas capitulares del siglo XVI, que aluden a los gruesos muros para ubicar alguna otra construcción, aportándonos nombres con que se conocían algunas partes de la muralla, principalmente las puertas de la misma.

 

También de esa época se ha podido encontrar, en el Archivo General de Simancas, un croquis de la villa de Mula. Es de baja calidad pero indica el número de puertas existentes en la madina. Comparando este croquis con los nombres de portones y portillos hallados se ha establecido la siguiente hipótesis: a levante la Puerta de Yéchar, a poniente la Puerta de los Olmos y a mediodía la Puerta de la Alquibla y otra cuya ubicación es dudosa y de la que no hemos hallado denominación.

 

Figura 4. Croquis de la villa de Mula y su término, c.1534 (Fuente:Archivo General de Simancas)

 

De época muy posterior, pero no menos interesante, hemos hallado un acuerdo del concejo para derribar una de las torres que conformaban la muralla que separaba la madina del albacar, por suponer un peligro para los vecinos que residían a los pies. Este hecho se da ya en 1783, cuando la muralla del albacar lleva siglos abandonada y, por tanto, en continua degradación.1

 

Como últimos documentos de archivo hallados y que merezca la pena ser destacados, tenemos tres planos del Castillo de Los Vélez y de la muralla de la alcazaba que datan uno de 1811 y dos de 1813. Todos elaborados en el contexto de la Guerra de la Independencia.

 

3.2. Trabajo de campo

 

Realizada la búsqueda bibliográfica y documental y con ciertos conocimientos adquiridos de la arquitectura hispanomusulmana en el sureste peninsular y la técnica constructiva de la tapia calicostrada (sistema constructivo identificado en una primera visita), el siguiente paso era realizar el trabajo de campo.

La primera tarea fue documentar gráficamente la totalidad de lienzos y torres de muralla conservados, fotografiando todas sus caras. Labor que hubo de realizarse en diversas visitas, por las dificultades que presenta el acceso a cada lienzo debido a la complicada orografía del terreno. Con los diferentes tramos de muralla ya identificados y ayudándonos de vuelos cartográficos, se adoptó una nomenclatura con la que se pudo dar una denominación y numeración a cada lienzo de muralla y torres conservadas, facilitando así el estudio individual de los elementos.

 

El siguiente paso consistió en levantar diferentes croquis in situ de cada uno de los restos amurallados. Se tomaron medidas mediante cinta métrica, flexómetro y medidor electrónico, lo que nos llevó varias visitas. En esta tarea se puso especial atención en documentar las medidas de los módulos de tapia, distancias verticales y horizontales entre agujas (mechinales que quedan tras la retirada del tapial, el encofrado) y grosor de muros, al objeto de tratar de establecer la unidad metrológica que sirvió para la construcción de los muros.

 

Figura 5. Croquis de un alzado de la muralla

 

 

Aprovechando las visitas para la toma de medidas, se fueron estudiando los distintos tramos de muralla y rellenando un modelo de ficha establecido por el equipo SOStierra, de la Universidad Politécnica de Valencia.

 

Un modelo de ficha muy recomendable para analizar el estado de conservación y características de elementos de arquitectura tradicional de tierra. Estas fichas nos servirían posteriormente para comparar características y elementos de cada uno de los restos conservados.

 

Teniendo sobre la mesa los distintos datos recogidos, seleccionamos el tramo de muralla mejor conservado y compuesto por tres lienzos y una torre, para realizar en él un levantamiento digital. Para ello, se utilizó una multiestación Leica Nova MS-50, con escaneo preciso a larga distancia (1000 pts/seg hasta 300 metros y un alcance de hasta 2000 metros).

 

Figura 6. Multiestación tomando datos de la muralla

 

El proceso seguido para generar la nube de puntos comenzó con el primer estacionamiento del dispositivo, para lo cual elegimos un punto desde el que era visible una buena parte de muralla. La longitud del tramo y los distintos ángulos que forman los lienzos hicieron imposible el levantamiento desde un solo punto, por lo que tuvimos que realizarlo en seis estaciones distintas.

 

Figura 7. Situación de los estacionamientos

 

En cada estacionamiento, los pasos a seguir eran: delimitar el área de escaneado, establecer la altura del instrumento y determinar el tamaño de la malla a obtener, es decir, la medida entre puntos deseada. Al tratarse de una construcción bastante homogénea, sin ornamentos ni elementos salientes, se eligió un tamaño de malla de 5 cm.

Se trata de unas dimensiones suficientes para obtener un resultado óptimo, sin generar un archivo digital excesivametne pesado. Una vez ajustados los distintos parámetros, la multiestación comenzaba con el proceso de escaneo. Estos pasos se repitieron en cada uno de los estacionamientos hasta conseguir la nube de puntos con el volumen de la muralla y con el color RGB, correspondiente en cada uno de los puntos.

 

3.3. Redacción y procesamiento de datos

 

 

Tras realizar todo el trabajo de campo (aunque restarían algunas visitas más para definir detalles concretos), se inició la redacción de la memoria del trabajo,concretamente con el análisis histórico y cultural.

 

Con el análisis arquitectónico, el trabajo recoge una descripción de los tres recintos a murallados, así como de cada uno de los tramos de muralla conservados.

Después encontramos un análisis constructivo dividido en dos partes. La primera, teórica, se centra en describir las tipologías de tapia de tierra, adquiriendo así los conocimientos necesarios para identificar la tipología utilizada en Mula.

 

La segunda, más concreta, entra a analizar el sistema constructivo de la muralla de Mula:la tapia calicostrada. De este capítulo, cabe descatar el análisis métrico y matérico-constructivo realizado.Como último apartado, dentro del análisis constructivo, realizamos una descripción del proceso de construcción de los muros de tapia calicostrada.

 

De especial interés a la hora de abordar una restauración de la muralla, es el análisis de los deterioros que presenta. Para ello, se fue analizando cada uno de los tramos, recogiendo en fichas las lesiones halladas. Cabe destacar una de las torres orientales del albacar, que se encontraba con parte de su cimentación en el aire, pues las escorrentías de agua habían lavado el terreno y la habían descalzado.

 

A comienzos de 2018 se ha llevado a cabo (por parte del Ayuntamiento de Mula), una actuación de recalce y consolidación poniendo solución a esta patología que requería de una actuación urgente (como así se recogía en el Trabajo Fin de Máster).

 

Por otro lado, se ha realizado un levantamiento planimétrico de cada uno de los restos de muralla, partiendo de los datos de campo obtenidos. Para la elaboración de las plantas fue imprescindible el uso de ortofotografías, principalmente de las webs Cartomur y SitMurcia, así como la cartografía local existente y que nos fue facilitada por los técnicos municipales.

 

Respecto a los alzados, partiendo de las fotografías realizadas y las medidas tomadas, llevamos a cabo la rectificación de las imágenes con ASRix, con lo que obtuvimos los alzados proporcionados. Utilizando como plantilla las fotografías rectificadas y escaladas, se pudo dibujar los planos de alzado con el programa de dibujo asistido por ordenador AutoCAD.

 

Una vez obtenidos los contornos de los alzados,optamos por utilizar las fotografías rectificadas para dotar de texturas originales a los planos. De esta manera, se aporta mucha información visual, pues se aprecian las características constructivas y materiales del monumento. Para realizar la incorporación de las fotografías en las líneas vectoriales que forman los contornos de los planos se utilizó Adobe Illustrator.

 

En cada plano del trabajo fueron incluidas dos escalas gráficas. Una en metros (por ser la unidad actual del sistema internacional para longitudes), y otra en codos,por ser, como veremos más adelante, la unidad métrica utilizada para la construcción de las murallas y torres mediavales de Mula.

 

En cuanto a la nube de puntos generada con el escaner láser, ésta fue procesada con el programa Rhinoceros para así conseguir un volumen sólido del tramo de muralla escaneado y el terreno natural circundante.

 

Figura 8. Nube de puntos con color real

Figura 9. Modelado 3D a partir de la nube de puntos

 

Partiendo de los planos elaborados, se procedió al levantamiento virtual en 3D de la totalidad de los lienzos de muralla existentes. Uniendo los planos al modelo generado con la multiestación se consigue un levantamiento 3D de todos los lienzos de muralla conservados. A éstos, se les incluyó, con posterioridad, el trazado completo de los tres recintos amurallados, en base a la hipótesis realizada según el estudio histórico y arquitectónico a partir de la localización de los restos arqueológicos superficiales.

 

4. RESULTADOS

 

El trabajo de investigación realizado ha dado lugar a un resultado general que, a su vez, engloba una serie de resultados concretos de cada ámbito de estudio. Para una mejor comprensión de lo que queremos decir, dividiremos los resultados obtenidos en los diferentes ámbitos de estudio.

 

4.1. Análisis histórico y arquitectónico

 

Gracias al análisis de la documentación histórica y la bibliografía relacionada con la historia de Mula o con el periodo de dominación musulmana en la Península Ibérica (sobre todo en el levante y sur), se ha podido contextualizar el origen de la ciudad de Mula así como su evolución urbana, jugando la construcción de la muralla un papel fundamental.

 

Cabe destacar la importancia de Mula para la capital, Mursiya (actual Murcia), en cuanto al abastecimiento de alimentos se refiere. Por ello, había un especial cuidado en defender este asentamiento, que llega a convertirse en una madina, es decir, una ciudad. Pese a que surgiera como una pequeña qarya2 al amparo de un hisn3, se convierte en la capital de un Iqlim4 que dominaba un vasto territorio. Así, la fortaleza muleña pasa a ser el centro neurálgico de ese distrito.

 

Cada uno de los restos de muralla conservados ha recibido una denominación, diferenciando entre lienzos y torres. De esta manera, la nomenclatura establecida puede ser empleada en futuras investigaciones con el objetivo de complementar el trabajo realizado.

 

En definitiva, el análisis histórico y arquitectónico realizado permite conocer los avatares de Mula y su muralla a lo largo de los siglos. Una información muy importante a la hora de trabajar en la restauración y puesta en valor de la fortaleza.

 

4.2. Análisis constructivo

 

Partiendo de la información recogida con el trabajo de campo, se ha realizado un pormenorizado estudio de los materiales y técnicas constructivas empleadas en los distintos recintos amurallados de Mula. El estudio métrico realizado nos ha dado como unidad métrica básica utilizada en la construcción de las tapias de muralla el codo de 41,80 cm. Esta medida ha sido comparada con los codos predominantes en la época: el codo rassasí, de 58,93 cm, y el codo mamuní, de unos 47,14 cm (Graciani y Tabales, 2008: 137), no habiendo hallado coincidencia alguna.

 

Del análisis constructivo resultó el empleo de tapia calicostrada sobre zócalos de mampostería ordinaria de piedra caliza trabada con cal. No obstante, en el recinto superior (alcazaba), encontramos diversas reparaciones.

 

Por un lado, existen refuerzos de ladrillo macizo en las esquinas de una torre y en el zócalo de un lienzo, que quedaron a la vista por no ser enlucidos. Por otro, una de las torres que sirven de contrafuerte al adarve que da acceso al Castillo de Los Vélez, fue reconstruida, o al menos envuelta, en una fábrica de sillarejos.

 

Entre los materiales y sistemas utilizados en la construcción de la muralla, destaca sobremanera el empleo de mampuestos de piedra caliza sobre los mechinales característicos de la tapia, utilizándose como un remate superior que facilitaba la extracción de las citadas agujas.

 

Figura 10. Remate superior de aguja con mampuesto

 

Este sistema constructivo, junto con algunos hechos históricos, nos han permitido datar la última reconstrucción de la muralla del albacar. Para ello, nos hemos basado en un estudio realizado por Graciani García y Tabales Rodríguez (2008), que datan el uso, en tapias, de estos remates superiores en agujas en la época almohade.

 

Es decir, teniendo en cuenta que los almohades llegan a la península en el año 1147, pero éstos no entran en el Sharq al-Andalus (lo que posteriormente sería el Reino de Murcia) hasta 1172 (año en que muere Ibn Mardanis, conocido como Rey Lobo y que mantuvo el reino independiente a los almohades), la cronología aproximada de la última reconstrucción realizada en la muralla de Mula la hemos establecido entre los años 1172 y 1244; siendo este último el año en que Mula es reconquistada por los castellanos.

 

Además, esta teoría queda reforzada por un estudio realizado sobre la ciudad medieval de Lorca. En él, al hablar acerca de las fortalezas circundantes a la Ciudad del Sol, se dice que la muralla de Mula se reforzará durante el periodo almohade, pues en 1172, el califa Abu Yagub se reunió con los gobernantes de los castillos fronterizos con el objetivo de planificar la reestructuración de los sistemas defensivos (Martínez,2013: 98). Entendemos pues, que tras la conquista del Sharq al-Ándalus por parte de los almohades, éstos llevan a cabo la reconstrucción y refuerzo de algunos recintos amurallados, entre otros el de Mula.

 

4.3. Análisis del estado de conservación

 

Con el estudio de los daños que afectan a los restos conservados de muralla, se han generado un total de cincuenta y cinco fichas que recogen las patologías que afectan a cada uno de los lienzos y torres conservadas.

 

Figura 11. Ejemplo de ficha de lesiones y deterioros

 

La mayoría de los daños existentes son derivados de la acción del agua, bien por ascensión capilar, por acción directa de lluvia o por las escorrentías producidas por la elevada pendiente del terreno, que van lavando la parte baja de los muros.

 

4.4. Levantamiento planimétrico y 3D

 

La relación de planos realizados está compuesta por un total de diecinueve, de los cuales once están dedicados al estado actual de los restos de muralla conservados,cinco a marcar las patologías presentes y tres a detalles constructivos.

 

Cada uno de los lienzos y torres se han documentado gráficamente por tramos, es decir, agrupando en un mismo plano los restos conservados en cada zona, pues existen importantes lagunas de muralla. Además, para cada uno de esos tramos se ha realizado una planta y cuatro alzados, con lo que la información gráfica resulta muy completa y ayuda a entender perfectamente el trazado original de la muralla islámica.

 

Figura 12. Ejemplo de un alzado en estado actual

 

Partiendo de los planos realizados, así como del levantamiento con la multiestación de uno de los tramos, se han realizado una serie de imágenes virtuales,en 3D, de los recintos amurallados. Se trata de una recreación hipotética de la ciudad en época medieval, donde destacan, entre el trazado urbano, las dos mezquitas que el Infante Alfonso consagró a Santo Domingo de Guzmán y San Miguel Arcángel, convirtiéndolas en dos iglesias parroquiales de Mula.

 

Figuras 13 y 14. Recreación virtual hipotética de Mula en época medieval

 

Para lograr esta recreación hemos tenido que realizar algunas hipótesis, como por ejemplo el trazado urbano,que entendemos que no ha debido variar mucho a lo largo de la historia, puesto que se han conservado las calles estrechas y de gran pendiente, con trazados laberínticos muy propios de las ciudades islámicas.

No obstante, creemos que el resultado permite conocer a grandes rasgos cómo era Mula en época medieval.

 

5. CONCLUSIONES

 

Del trabajo de investigación realizado podemos concluir que las murallas medievales de Mula jugaron un papel fundamental para la ciudad desde su construcción, en época altomedieval (siglo XII), hasta su derribo (en el caso del recinto de la madina, tras la rendición del Reino de Granada, en 1492). No solo protegió a la población de los constantes ataques enemigos, sino que también fue un elemento vertebrador del urbanismo de la ciudad, pues establecía sus límites a los cuatro puntos cardinales.

 

Aún hoy podemos disfrutar de las calles, de elevadas pendientes y laberínticos trazados, que componían la villa medieval. Sin embargo, no es posible contemplar los altos y gruesos muros de la primera línea de defensa pues, como decíamos, fueron derribados para facilitar la expansión de la ciudad. En este sentido, es importante la recreación virtual 3D realizada para poder entender, de manera gráfica, la historia urbana de la localidad.

 

Sí se conservan importantes restos de la muralla de la alcazaba, que da acceso al Castillo de Los Vélez (renacentista, siglo XV), y del albacar. Ambos recintos requieren de una importante restauración y, en el segundo caso, de la recomposición del trazado, que permita así una correcta lectura de la muralla medieval.

 

En este sentido, se ha trabajado estudiando in situ el recorrido original de la muralla y su estado actual de conservación, así como los sistemas y materiales utilizados en su construcción original, poniendo las bases para una posterior propuesta de restauración integral.

 

Afortunadamente, ya hemos visto cómo esos trabajos de intervención han comenzado, aunque tímidamente, en uno de los torreones del albacar. Por tanto, se ha comenzado a trabajar en el objetivo principal de este TFM: la recuperación y puesta en valor de las murallas medievales de Mula.

 

Hay que destacar también que, con la documentación gráfica recogida (numerosas fotografías y planimetría),y el trabajo de campo realizado, la muralla ha quedado completamente documentada. Un trabajo fundamental teniendo en cuenta el precario estado de conservación en que se encuentran estas construcciones. Así, ante cualquier desastre natural, como por ejemplo un terremoto (Mula se encuentra en una zona de elevada sismicidad), que pudiera ocasionar el desplome de partes o la totalidad de alguno de los lienzos o torres que aún se conservan, se contaría ahora con una documentación gráfica muy precisa que permitiría su correcta recuperación.

 

En definitiva, la investigación realizada y sus resultados se exponen como punto de partida para un proyecto más ambicioso: la recuperación integral de las murallas medievales de Mula y, en especial, de las murallas del recinto del albacar.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

Collado Espejo, P.E.; García León, J.; La Spina, V.;Fernández del Toro, J. (2018) “The islamic Wall of Mula (Spain): 3D reconstruction, restoration and musealization”. En Vernacular and Earthen Architecture: Conservation and Sustainability. Taylor & Francis Group. London, England; pp.429-434.

González Castaño, J.; Llamas Ruiz, P. (1991) El agua en la Ciudad de Mula, siglos XVI-XX. Edición de Comunidad de Regantes Pantano “La Cierva”, Mula.

González Castaño, J., (1992) Una villa del Reino de Murcia en la Edad Moderna (Mula, 1500-1648).Edición de la Real Academia Alfonso X El Sabio,Murcia.

Graciani García, A.; Tabales Rodríguez, M.A. (2008)“El tapial en el área sevillana. Avance cronológico estructural”. En Arqueología de la Arquitectura, año 2008, número 5; pp. 135-158.

Martínez Rodríguez, A. (2013) Lorca Almohade:Ciudad y territorio. Edición de Universidad de Murcia,Murcia.

Menéndez Pidal, R., (1906) Primera Crónica General de España: historia de España que mandó componer Alfonso El Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en1289. Edición de Bailly-Bailliereé Hijos, Madrid.

Molina López, E., (1995) Aproximación al estudio de Mula islámica. Edición del Ayuntamiento de Mula y La Comunidad de Regantes “Pantano La Cierva”.

Zapata Parra, J.A., (2015) El Castillo de Mula (Murcia).Edición del Ayuntamiento de Mula, Mula.

Hablar de Mula es hablar de su Castillo, de su insigne fortaleza esculpida piedra a piedra por expertas manos en el arte de la cantería y que se eleva sobre la ciudad, cual corona marquesal rematando el escudo de la familia fajardo, sus promotores. Sin embargo, el conjunto fortificado cuenta con elementos defensivos tan importantes como el propio Castillo y que ya estaban allí antes de que lo hiciera la fortaleza renacentista: sus murallas; porque, a pesar de que pasen desapercibidas, Mula es, o fue, una ciudad amurallada.

Para conocer el origen de las defensas muleñas, hemos de trasladarnos hasta la fundación de la ciudad de Mula en su ubicación actual. Tras la destrucción, en torno al 825 d.C., de la Mula tardorromana situada sobre la planicie del Cerro de la Almagra (una de las siete ciudades recogidas en el Pacto de Tudmir), los habitantes hispanomusulmanes de la zona fundaron un pequeño núcleo de población al amparo de un hisn, es decir, una fortaleza encaramada en lo alto del monte. Durante el dominio musulmán, era común la existencia de pequeñas aldeas, conocidas como alquerías, dependientes de una ciudad o medina y donde residían los agricultores que explotaban la tierra circundante. Normalmente, esas alquerías contaban con una torre-fortaleza donde los habitantes podían refugiarse en caso de ataques enemigos. Ese debió de ser el caso de Mula al principio.

La gran facilidad de defensa del lugar, dada la escarpada orografía del terreno, y la fértil vega constituida en terrazas regadas por el agua de la acequia mayor, hicieron que la ciudad experimentase un desarrollo demográfico importante, hasta el punto de convertirse en uno de los abastecedores de alimentos principales de la capital, Mursiya. Ese desarrollo llevó aparejada una creciente importancia política. Así pues, Mula llegó a convertirse en la capital de un iqlim o distrito que ocupaba un vasto territorio, tanto que Caravaca formaba parte de ella como alquería.

En ese contexto, se levantaron las imponentes murallas que circundaban la ciudad, protegiéndola de los peligros externos. La configuración de la medina obedecía al trazado de su muralla, dividiéndola en tres recintos o zonas principales: la alcazaba, el albacar y el caserío. El primero se ubicaba en la parte superior de la ciudad y estaba destinado a albergar a los poderes políticos y militares. En él existía, al menos, una torre del homenaje situada donde hoy lo hace la del castillo renacentista. A continuación, ladera abajo, se encontraba el albacar, una zona destinada al refugio del ganado y que, además, servía como nexo de unión entre los otros recintos, ya que con él se salvaba una zona de elevada pendiente casi inservible para la construcción de viviendas. Cabe destacar la conservación de un magnífico ejemplo de aljibe hispanomusulmán situado en el centro del albacar y que es conocido como Cueva de los Moros.

Por último, en la ubicación más baja, se encontraba el casco urbano. En este recinto existirían todos los espacios propios de un núcleo de población hispanomusulmán con categoría de ciudad, por ejemplo, el zoco para la venta diaria de abastos y los talleres de todo tipo de artesanos para dar servicio a los habitantes. Como construcciones fundamentales resaltarían en el entramado urbano las mezquitas, que según cuenta la tradición eran dos y se correspondían con las actuales iglesias de Santo Domingo y el Carmen. En torno a ellas debieron de existir unos baños, imprescindibles para las abluciones de los musulmanes, y alguna de esas mezquitas debió de albergar una madraza, lugar destinado a la enseñanza.

La cerca exterior, la cual cerraba la ciudad por su parte inferior, contaba con una serie de puertas que daban servidumbre de paso a la ciudad. Entre ellas existía la de Yéchar, ubicada en el entorno del actual barrio del Pontarrón; la de los Olmos, en el extremo oeste de la ciudad; o la puerta del Cantón, cuya ubicación exacta desconocemos pero que pudo corresponderse con una de las calles centrales del barrio del Carmen, por su configuración acodada.

A extramuros, discurría la acequia mayor, una arteria vital para la ciudad, pues de ella bebían sus habitantes y su huerta. A pesar de no contar con un río que fluyera con la suficiente cercanía como para abastecer a los muleños, éstos no renunciaron a su asentamiento, dadas las magníficas características defensivas del lugar, una condición indispensable para toda ciudad medieval. La solución al problema pasó por construir la citada acequia, una verdadera obra de ingeniería que conduce el agua desde el azud del Gallardo, una presa ubicada en el Río Mula a unos 14 km de la ciudad, hasta Mula, aprovechando las curvas de nivel del terreno. Gracias a ella podía fertilizarse la vega que tanta riqueza trajo a la ciudad.

Esa gran facilidad de defensa, gracias a la orografía del terreno y a las vetustas murallas, quedó patente cuando el infante Alfonso, ante la imposibilidad de tomar Mula por la fuerza, se vio obligado a sitiarla durante meses. Finalmente, la ciudad se rindió a los cristianos el 23 de mayo de 1244. De aquella gesta dejó constancia el Rey Sabio en su Crónica General de España, alabando a Mula:

«Mula es uilla de grant fortaleza et bien çercada, et el castiello della es commo alcaçar alto et fuerte et bien torrado, et es abondada de todos abondamientos  de lauor de tierra et de todas coças de monte que a conplida uilla conuiene…»

Aún volvieron a jugar un gran papel en la historia del Reino de Murcia las murallas muleñas, cuando la Corona aragonesa tomó por la fuerza todo el reino a excepción de Mula, que quedó como único reducto fiel a la Corona de Castilla e imposible de conquistar por la fuerza pese a los años de asedio que vivió.

El declive de las cercas muleñas comenzó tras la conquista de Granada en 1492. Con ella desapareció el peligro constante de ataques hispanomusulmanes en una zona de frontera como era Mula. Desde entonces, la función de la muralla perdió su carácter militar, sirviendo como defensa contra las plagas y como control de acceso, en general, a la ciudad. No obstante, Mula creció y rebasó sus murallas, que en muchas ocasiones fueron derribadas y sobre sus sólidos cimientos se levantaron casas. De esa forma, cuando era necesario, se levantaban ligeras cercas que servían para controlar la entrada de personas, como ocurrió con la epidemia de peste de 1648.

El castillo hispanomusulmán fue demolido en torno a 1520 para levantar en su lugar la fortaleza actual y sus murallas fueron modificadas para adaptarse a la nueva construcción. Sin embargo, el albacar continuó manteniendo sus murallas, que fueron deteriorándose con los años. En ocasiones sufrieron demoliciones intencionadas por el peligro que suponían para quienes habitaban a sus pies. No obstante, aún hoy contamos con importantes vestigios de estas murallas que describen de forma clara el trazado del recinto del albacar, con sus lienzos y sus torres, los cuales han comenzado a intervenirse con pequeñas actuaciones de consolidación. Esperemos que los trabajos continúen para recuperar este interesante monumento que, sin duda, contribuirá a la difusión turística de la ciudad.

Fuente: 

Magazine de Julio 2020 nº3

Castillo de Mula V centenario.

 

Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
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Ciudad de Mula con Nieve 2006
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Ciudad de Mula con Nieve 2006
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Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006
Ciudad de Mula con Nieve 2006

N

ació en la localidad murciana de Mula en el año 25 de abril de 1945, aunque con seis años de edad se trasladó con su familia a vivir a Valladolid. Se dedicó a la pintura desde muy joven realizando sus primeras exposiciones, en la Galería Castilla de Valladolid y en la Galería Macarrón de Madrid, en las que se mostraron pinturas figurativas con representación de paisajes castellanos, de su entorno rural. A partir de entonces, evolucionó, pasando por el informalismo hacia la abstracción. En 1967, con tan sólo 22 años, Gabarrón expuso en la Galería Leob de Nueva York y en la Galería Arts Perspective de París.

A partir de 1991 su obra estuvo estrechamente vinculada al deporte y al Olimpismo, recibiendo una serie de encargos para los grandes acontecimientos en este campo. Desde 1986 su lugar de residencia es Nueva York, aunque pasa largas temporadas en Valladolid.

 

 

En el año 2003 fue nombrado hijo predilecto de la localidad de Mula, su lugar de nacimiento.

 

Además se le dedicó un parque con su nombre, en el que se instaló una de sus obras escultóricas.

 

 

Carrera artística

Recibió su primera formación artística en Valladolid antes de seguir su carrera en Francia, en Italia y Estados Unidos. El trabajo de Gabarrón está centrado en su interés por el humanismo, por la vida de las personas en armonía con su entorno natural, por su convivencia en paz y el desarrollo de los valores humanos.

Su colaboración con organizaciones internacionales, como el Comité Olímpico Internacional o las Naciones Unidas, han dado lugar a un periodo muy fructífero que perdura en la actualidad, tras la exposición de Universo de Luz (Enlightened Universe) inaugurado el 24 de octubre de 2015 en el célebre Central Park de New York, por el secretario general de la ONU, el Sr. Ban Ki-moon con motivo del 70 Aniversario de la creación de la Organización de las Naciones Unidas y que cada año recorre ciudades de todo el mundo, para conmemorar el día de la ONU y el de los Derechos Humanos: Ginebra (2016), Ámsterdam (2017), Bruselas (2018), Valladolid (2020), La Valeta (2022).

Su obra ha sido de igual modo centro de análisis dentro de retrospectivas como las dedicadas por el Chelsea Art Museum, el IVAM, el Museo de Arte Moderno de Gdansk, en Polonia, el Museo Nacional de Arte de China en Shanghái, o el Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo Español, para analizar sus creaciones. En todas ellas, críticos e historiadores de la talla de Donald Kuspit, comisario y profesor de la Universidad de Nueva York, Kosme de Barañano, comisario y profesor de la Universidad Miguel Hernández de Elche, o Miguel Ángel Zalama, profesor de la Universidad de Valladolid han procedido a realizar cuidadosos análisis y estudios de su trayectoria profesional de más de 50 años, recogidos en la abundante bibliografía aparecida durante los últimos años.

El centro de referencia de la obra de este creador, se encuentra en el Museo Cristóbal Gabarrón de la ciudad de Mula (Murcia), que permite realizar un viaje a través de su vida artística analizando las diferentes facetas de su creación pictórica y escultórica. Inaugurado en 2005 por los hoy Reyes de España, está gestionado por la Fundación Casa Pintada, constituida gracias a un acuerdo de colaboración entre el Ayuntamiento de Mula y la Fundación Cristóbal Gabarrón.

 

1964. Galería Castilla, Valladolid

1970. Escuela de Bellas Artes, París

1972. Galería Macarrón, Madrid

1974. Galería Fiamma Vigo, Roma

1974. Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile

1980. Galería Rayuela, Madrid

1985. Espacio y cubo, Londres

1986. Naciones Unidas, Nueva York

1986. Obra Our Hope for Peace, concebida como un hombre en actitud de emprender el vuelo, destinada como emblema al "Año Internacional de la Paz" por la WFUNA.

1990. Palais de l’Europe de Estrasburgo.

1991. Gran aportación artística con el mural titulado Historia del Olimpismo para el recién inaugurado Estadio Olímpico de Béisbol del Llobregat de Hospitalet. En este mural (de 100 metros de largo por 5 de ancho y realizado en pasta templada), están representadas más de 100 personas que simbolizan la evolución diacrónica del deporte.

1991. Galería Bodenschatz, Basilea, (Suiza), con la obra Historia del Olimpismo.

1991. Galerie Bodenschatz, Basilea

1991. Centro de Arte Tecla Sala L'Hospitalet, Barcelona

1992. Fue creada la Fundación Cristóbal Gabarrón, con sede en Valladolid. Este año se fundó también el MUGA (Museo Gabarrón), con la exposición en el Palacio de Can Boixeres de Hospitalet de gran parte de los bocetos del mural olímpico Historia del Olimpismo. En Sevilla y para la Expo’ 92 realizó el mural Encuentro 92 que fue instalado en la Plaza de América con el tema de las tres culturas durante la época medieval, cristiana, musulmana y judía. El mural tiene un tamaño de cerca de 700 metros cuadrados. Por su implicación en temas del deporte fue nombrado ”Artista del Deporte del Año 1992” por The United States Sports Academy. También este año fue investido Doctor Honoris Causa por el Estado de Alabama.

1992. Museo y Archivos de Arte Deportivo Americano (ASAMA) - Daphne, Alabama

1992. Fundación Carlos de Amberes, Madrid

1993. La United States Sports Academy encargó de Nuevo a Gabarrón una obra relacionada con el deporte para conmemorar el Centenario de los Juegos Olímpicos que coincidía con la celebración de la XXVI Olimpiada en la ciudad de Atlanta (Georgia). La nueva sede del Parlamento de la Comunidad Europea en Bruselas instaló las Doce Musas (un conjunto de 12 esculturas) que simbolizaban los estados miembros de esta Comunidad.

1996. Realizó el grupo escultórico-pictórico Atlanta Star an Olympic Forest, de 26 esculturas en forma de obeliscos triangulares que vistas desde el aire forman una estrella de cinco puntas; están relacionadas con las olimpiadas modernas, desde la de Grecia en 1896 hasta Atlanta en 1996. Esta obra se colocó en el Anillo Olímpico de la ciudad de Atlanta.

1997. Fue terminado y colocado en su sitio el mural titulado A Tribute to the Spirit of Sport. Esta obra fue dedicada al jugador de béisbol Jackie Robinson, celebrando el 50 aniversario del hecho de ser el primer jugador negro en ingresar en las Grandes Ligas de Béisbol.

1997. Realizó por encargo la escultura llamada Puerta de Valladolid, ubicada en la prolongación del Paseo de Zorrilla. Se trata de un par de columnas de 10 metros de altura, pintadas con gran variedad de colores. En septiembre trabajó sobre el proyecto El Barrio del Color, en el popular barrio de España.Las fachadas de las casas estaban muy deterioradas y degradas y el escultor cambió totalmente su aspecto pintándolas de colores.

1998. Para los Juegos Olímpicos de Invierno en Pagano (Japón), realizó el cartel oficial, obra titulada Ski-Jumper in Flight, así como el cartel oficial de la Copa del Mundo de Fútbol de París 98, Dancing with the Ball.

1998. En julio realizó unas barandillas que pueden verse en el Paseo del Renacimiento, separando el parque llamado Ribera de Castilla, a la orilla izquierda del río Pisuerga.

1999. Se encargó de diseñar y crear los símbolos e insignias de los Juegos Mundiales Universitarios de 1999. Lo más importante fue la ilustración artística del velero Universiada’99 cuyo motivo se tomó como Logotipo Oficial y la maqueta del Talayot monumento que representó a esa Universiada y que una vez desarrollado tomó la figura de 5 talayots de diferentes alturas que emergen de una lámina de agua. Las dimensiones son de 24 metros de alto por 14 de ancho. Otra obra de encargo en este año fue el cartel oficial del Encuentro contra la Droga, a cargo de la Fundación Proyecto Hombre.

1999. La Diputación le encargó una obra de gran formato para el Museo del Vino de Peñafiel. En este año se le encarga realizar el mural para el Parque del Chopal de Medina del Campo. La obra está dispuesta a lo largo de un muro de 220 m de longitud y se finaliza en 2008. También a él corresponde el resto del diseño del parque.

1999. Museo Olímpico, Lausana

2000. Para la Asamblea del Milenio en la sede de Naciones Unidas se le encargó la obra Amanecer en el Nuevo Milenio, que fue tomada para el cartel oficial.

2001. Se encargó de los trabajos de restauración y rehabilitación de la capilla del Balneario de las Salinas en Medina del Campo. En el edificio realizó obras de pintura mural, esculturas, vidrieras. En el lado izquierdo de la capilla las pinturas simbolizan las inquietudes demostradas en la Cumbre del Milenio de la ONU; en el lado derecho están representados los males que han azotado a la humanidad desde tiempos remotos. La obra tomó el nombre de La Capilla del Milenio.

Realizó una monumental escultura llamada Metamorfosis adquirida por la Cortes de Castilla y León para la decoración exterior de la nueva sede de este organismo en Valladolid.

2003. Realizó El Espíritu de los Juegos Olímpicos, obra que fue seleccionada por el Comité Olímpico Norteamericano como imagen representativa de los Juegos de Atenas 2004. Ese mismo año se dedicó a su obra A Costa da Morte.

2003. Guggenheim, Bilbao.

2005. En Manhattan (Nueva York) se distribuyeron un total de once esculturas que representaban distintos personajes de la obra de Cervantes, con motivo de la muestra "Homenaje al Quijote".

2005. Expuso la obra Homenaje al Quijote en instalaciones establecidas en distintos puntos de Nueva York (Estados Unidos).

2006. Museo de Arte de Chelsea, Nueva York

2006. IVAM – Instituto Valenciano de Arte Moderno, Valencia

2006. Galería de Arte Hugieia, Bélgica

2006. Círculo de Bellas Artes, Madrid

2006. Galería Guy Pieters, Saint Paul de Vence

2006. Palacio Almudí, Murcia

2007. Museo Nacional de Arte Moderno de Gdansk, Polonia

2007. En el Centro Cultural de la Diputación de Orense (España) con El Color y las Formas, y Homenaje al Quijote en la Casa de Córdoba de Miami (EE.UU).

2008. Tributo a Don Quijote en el Jardín Botánico de Miami Beach (EE.UU.) Los Silencios de Colón en los Jardines del Casino de Estoril, Lisboa (Portugal).

2009. Mal Maison, Cannes

2009. En febrero, exposición en las calles de Valladolid (con la colaboración del Ayuntamiento de Valladolid) con las estatuas que llevan el nombre de Torres de la Alhambra, 16 piezas de fibra de vidrio policromada. Sobre esta exposición el autor declaró:

«Pero mi familia y yo hemos querido que la exposición se presentara aquí, en nuestra ciudad», explicó ayer Gabarrón.

2011. Centro Niemeyer, Avilés

2012. Museo de Arte Abierto de Bokrijk, Genk

2012. Museo de la Universidad Americana en el Katzen Arts Center, Washington DC

2013. ARTZUID, Ámsterdam

2014. 3er Proyecto Internacional de Escultura Jing'an de Shanghai (JISP), presentado por Purple Roof Gallery

2014. Universidad Politécnica de Hong Kong, Hung Hom, Kowloon, Hong Kong

2015. Museo de Arte de China, Shanghai

Son numerosos los premios, menciones y distinciones. Se destacan aquí los más importantes:

1972. Premio Ciudad de Murcia y el I Premio de Acuarela, en Valladolid.

1993. Premio Importante recibido del diario La Opinión de Murcia, en reconocimiento a toda su carrera.

1996. Premio de las Artes 1996 que otorga el periódico El Norte de Castilla, recibido en el mes de noviembre. Trofeo Piñón de Oro otorgado por la Casa de Valladolid en Madrid.

1997. Gran Premio de Pintura de la II Bienal de Encuentros Mediterráneos, de Dubrovnik.

2000. Premio Castilla y León de las Artes.

2004. Premio Laurel de Cultura 2004, en la XXXVI Edición de los Premios Fundación Laureles de Murcia. Este premio se lo da la Asociación de la Prensa de Murcia.

2006. Nombramiento como Académico por la Real Academia de Bellas Artes de Santa María de Arrixaca.

La Fundación Cristóbal Gabarrón tuvo su origen en la ciudad de Valladolid en el año 1992. Otorga los Premios Internacionales de la Fundación Cristóbal Gabarrón (FCG), en el ámbito del arte. Los estatutos dicen:

[…] con la intención de proteger, conservar y difundir la cultura a través de las artes, las letras, la ciencia y la investigación […]

En esta Fundación tienen cabida las manifestaciones culturales desde la Prehistoria hasta los tiempos presentes. La sede está en la calle Rastrojo s/n, en el barrio de la Huerta del Rey. El edificio fue realizado por el equipo de arquitectos Juan Carlos Urdiain, Juan Llacer y José María Llanos. La cubierta de latón y cobre es obra del propio Gabarrón. El edificio está dividido en zonas destinadas a exposiciones, docencia, museo infantil y pinacoteca infantil. En el exterior hay un auditorio para cien personas y un anfiteatro.

 

Fuentes y Bibliografía

Wikipedia.

museo.gabarron.org/

La verdad.com

Ondacero.es

regmurcia.com

 

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Ultima actualización

11/2/24

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LUIS CERVANTES DATO

 

El muleño Luis Cervantes Dato fue uno de los soldados que vivió el asedio al que fue sometido un destacamento español por parte de los insurrectos filipinos en la iglesia del pueblo de Baler, en la isla de Luzón, durante 337 días, cuando Filipinas todavía era colonia española. El héroe muleño fue nombrado Caballero Cubierto ante el rey, condecorado con la Cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo y recibió y la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

 

LOS ÚLTIMOS MURCIANOS DE FILIPINAS • FRANCISCO REAL YUSTE, DE CIEZA, Y LUIS CERVANTES DATO, DE MULA, FORMARON PARTE DEL GRUPO DE MEDIO CENTENAR DE SOLDADOS ESPAÑOLES QUE DEFENDIERON LA COLONIA ESPAÑOLA EN EL ASEDIO DE BALER.

 

SEGÚN RECOGE EL HISTORIADOR Y CRONISTA OFICIAL DE LAS TORRES DE COTILLAS Y ALBUDEITE, RICARDO MONTES, EN SU LIBRO ‘CIEZA DURANTE EL SIGLO XIX’, REAL «MARCHÓ COMO SOLDADO A FILIPINAS EN EL VAPOR COVADONGA, SIENDO UNO DE LA CINCUENTENA DE MILITARES QUE RESISTIERON HEROICAMENTE EN BALER»

 

Era el ocaso de España. El fin del siglo XIX dio término también al gran Imperio Español, que comenzó cuatrocientos años atrás con el descubrimiento de América. Durante la centuria del 1800, y debido a la ocupación napoleónica y a la crisis propia del país, España perdió los territorios americanos, africanos, El Caribe y Filipinas, un gran archipiélago situado en el Sudeste Asiático en el que tuvo lugar uno de esos episodios históricos que, cuando la tradición oral, el cine o las novelas los rescatan, hacen honor al dicho popular: la realidad supera la ficción.

 

Los últimos de Filipinas fueron 57 soldados españoles que en 1898 defendieron durante meses el poder de la corona en Baler, el último territorio español en el archipiélago. Durante casi un año –337 días, señalan algunas de las crónicas–, los militares se negaron a admitir la derrota, y se atrincheraron en una pequeña iglesia esperando el apoyo de unos refuerzos que no llegaron nunca. Con las ventanas tapiadas, y tras cavar un pozo del que pudieron extraer agua durante el sitio, lucharon contra los nativos para que en lo alto del campanario siguiera ondeando la bandera rojigualda.

 

Once meses después, y tras recibir un ejemplar del periódico El Imparcial en el que los titulares principales dejaban claro que las tropas españolas habían abandonado el territorio colonial, que ya daban por perdido, el teniente Cerezo ordenó a sus soldados rendirse y regresar a la península. Fueron 32 los que seguían con vida después de sufrir el asedio y que, tras la gesta, volvieron a pisar tierra Española.

 

Dos de los reclutas, Francisco Real Yuste y Luis Cervantes Dato, eran, previsiblemente, amigos. Lo atestiguan algunas fotografías de la época en las que posan juntos. Quizá en las horas muertas, ocultos de las balas enemigas, hablaban de lo que les unía: su tierra. Ambos soldados eran murcianos.

 

Real era natural de Cieza, de origen humilde y que «se alistó voluntario», recordaba ayer su nieto, Pascual Real, que no llegó a conocerlo. Según recoge el historiador y cronista oficial de Las Torres de Cotillas y Albudeite, Ricardo Montes, en su libro Cieza durante el siglo XIX, Real «marchó como soldado a Filipinas en el vapor Covadonga, siendo uno de la cincuentena de militares que resistieron heroicamente en Baler». El joven, «que volvió como se fue, sin saber leer ni escribir», nació en 1873.

Después de la guerra vivió, cuenta su nieto, «alejado del ejército»: «Cuando regresó, a él y a todos los soldados les ofrecieron quedarse como oficiales de segunda, o buscarles un trabajo. Mi abuelo se quedó como guardia de la huerta», explicó. En 1909 se le concedió una pensión anual de 720 pesetas, indica, además, Montes. Pese a no conocerlo, Pascual guarda recuerdos de su abuelo: «En mi casa hablaban de él y he participado en varios reportajes contando su historia. Fue herido de bala dos veces», apunta. «Además, tengo en casa una medalla y una placa que le dieron por su labor en la campaña».

 

Luis Cervantes, el otro murciano en Asia, se crió no muy lejos del ciezano, pues era natural de Mula. Se fue a la guerra de Filipinas con 18 años y regresó con 21. De vuelta al hogar se casó y tuvo 11 hijos de los que le sobrevivieron 6. Al llegar a España también le dieron a elegir trabajo y estuvo de cartero en el Pilar de la Horadada y Molina de Segura. Murió con 50 años, ya que regresó enfermo de la guerra, informa Micaela Fernández. Sus descendientes no guardan muchos recuerdos de aquella época, pues se los fueron pidiendo instituciones de la época. Pero sí saben que obtuvo tres medallas por su participación en la contienda. Dos por la estancia de un año en la iglesia y una por participar en otra batalla en Filipinas, en la que siete españoles lucharon con 200 hombres sin causar baja. Él fue herido en aquella batalla.

 

Ricardo Montes también hace alusión a la amistad que ambos mantuvieron y relata que incluso realizaron juntos el viaje de vuelta a sus respectivos hogares tras perder la colonia: «El 29 de julio (de 1898, Francisco Real) salía, con sus compañeros, camino de Barcelona a bordo del vapor Alicante, llegando el día 1 de septiembre. Desde allí viajará a Murcia, junto a su compañero de armas, el muleño Luis Cervantes, llegando a sus respectivos destinos el lunes día 4 de septiembre».

 

Luis Cervantes Dato Nº16 en la imagén

Otros murcianos en la contienda

 

«A Filipinas fueron murcianos por cientos», comentaba a este periódico Ricardo Montes. «Y la mayoría eran de familias humildes porque los hijos de los ricos pagaban para que otros fueran en sus puestos», aclara. Entre esos otros murcianos se encontraba el alcantarillero Pedro Cascales Hernández. Era agricultor, nació y murió en la localidad, antes y después del conflicto fue agricultor y llegó a contar ochenta y siete años, apuntaba ayer su nieto, el hoy también octogenario Casto Martínez Cascales.

 

Casto estuvo muy unido a su abuelo –«¿Cómo que si lo conocí? Dormimos en el mismo catre hasta mis 21 años»– y tiene fijadas en su mente algunas de las escenas que le contaba sobre Filipinas: «Él hablaba siempre de la guerra; del talago, que era el idioma de allí y que nunca pudo aprender… Era un hombre de la huerta, con muchas limitaciones culturales. Estuvo 28 días montado en el buque Colón. No se me olvida», afirma. Acumula fotos de la época, recortes de periódicos, objetos personales «y hasta un rosario de madera que compró en el Canal de Suez, cuando regresaba de Manila», contó. «Lo tengo clavado encima de mi cama».

 

Otro vecino de Alcantarilla participó en la guerra. Era el albañil Francisco Pacheco Pellicer, «que murió en abril de 1967», informaba Fulgencio Sánchez, Cronista Oficial del municipio. Tuvo tres hijos a su regreso. Dos varones, que siguieron el oficio del padre, y una mujer. Su nieta, Paquita Pacheco, «una experta en historia», todavía guarda una memoria muy vívida de la aventura de su abuelo en Asia.

 

Otros no corrieron la misma suerte que estos cuatro soldados. El periódico las provincias de Levante publicó el 5 de agosto de 1897 una gran esquela en su primera página en la que hacía referencia a «soldados muertos en Filipinas pertenecientes a esta región». En lo referente a Murcia, el rotativo refleja la muerte de los oficiales Mariano Borrajo, de Totana, y Emilio López, de Cartagena. Además, según el periódico también se habían registrado las bajas de los soldados Julián Bermúdez y Joaquín Valera, de Murcia, Dionisio Alonso, de Moratalla, y Mateo Guevara, de Lorca. Este tipo de informaciones eran habituales en los periodos de conflictos bélicos y eran difundidos por el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra.

 

Fuente:  http://www.laopiniondemurcia.es/ – Daniel J. Rodríguez

 

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 La ciudad de Mula le concede el nombre al parque conocido popularmente como "la pista verde", junto a la senda de la morera,

pasará a llamarse "LUIS CERVANTES DATO, Héroe muleño de los últimos de Filipinas".

 

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Quienes fueron los últimos de Filipinas.

 

Tres siglos después, sumida en constantes luchas internas, España se afanaba por preservar un añejo imperio ultramarino del que sólo quedaba Cuba, Puerto Rico y Filipinas.Durante un año, 50 españoles iban a protagonizar en un pequeño pueblo filipino la única victoria del Desastre de 1898: fueron los llamados “los últimos de Filipinas”.

 

A mediados de los años 90, estallaron sendas rebeliones por su independencia en las colonias españolas de Cuba (1895) y Filipinas (1896).

El Gobierno español, animado por la opinión pública, el respaldo del Congreso y las exigencias de los españoles establecidos en los dos territorios, respondió con el envío de tropas.

 

En ese contexto de expansión colonial estadounidense, y escudándose en el equilibrio internacional, los británicos preferían que Filipinas cayese en poder de EEUU en vez de Alemania o Francia. Así las cosas, si la lucha contra los rebeldes filipinos era difícil, pero según expertos, posible, la defensa del archipiélago frente al ataque de una potencia como Estados Unidos apoyada por Gran Bretaña (Londres permitió que la flota del almirante George Dewey se aprovisionase en Hong-Kong, comprase barcos y hasta reclutase personal para las tripulaciones e impidió que una flota española, la Escuadra de Reserva, acudiese al Pacífico al prohibir su paso por el canal de Suez), era casi imposible.

 

En Filipinas, una parte de la población tagala comenzó en 1896 una sublevación que España trató de controlar con la fuerza de las armas. En la isla de Luzón, la mayor del archipiélago, las tropas españolas arrinconaron a los rebeldes, encabezados por Emilio Aguinaldo. Superado militarmente, Aguinaldo llegó a un acuerdo para abandonar las armas en 1897 y fue deportado a Hong Kong. Cuando las autoridades españolas creían controlada la situación, Estados Unidos declaró la guerra a España y desembarcó en mayo del 98 a Aguinaldo en la bahía de Manila para reactivar a insurgencia.

 

Pocos meses después, España perdería a manos norteamericanas Cuba, Puerto Rico y el archipiélago filipino.

 

Baler contaba con una población de 1.700 habitantes y fue escenario, a finales de 1897, de una violenta escaramuza entre las tropas españolas y los rebeldes tagalos. Allí tuvo que emplearse una fuerza de 400 hombres para restablecer el control español y pacificar el territorio. Cuando todo quedó en calma las columnas de socorro se retiraron, pero desde Manila se envió un nuevo destacamento de 50 soldados para mantener el orden.

 

Iniciada la guerra hispano-estadounidense, las partidas rebeldes estaban de nuevo activas en la región. Baler quedó incomunicada por tierra, por lo que en su momento no llegó la noticia de la destrucción de la flota española en Cavite ni del cerco de Manila.

 

La guarnición temía que en cualquier momento los rebeldes lanzaran un ataque a gran escala, sin embargo, el 27 de junio la población amaneció desierta lo que aprovecharon los españoles para convertir la iglesia en un fortín capaz de resistir un asedio en toda regla a la espera de la ayuda desde Manila.

 

La iglesia de Baler era un pequeño edificio rectangular de 30 metros de largo por 10 de ancho, con una casa parroquial adosada. Sus muros, de metro y medio de grosor, eran sólidos, aunque una parte era de mampostería. Los soldados convirtieron el campanario en puesto de observación, excavaron dos trincheras ante los portalones principales, inutilizaron el resto de entradas y transformaron las aberturas en aspilleras desde las que disparar al enemigo. Tras introducir provisiones, fabricaron un horno de pan y excavaron un pozo para obtener agua.

 

 

La guarnición la formaban 50 militares (el capitán De las Morenas, los tenientes Juan Alonso Zayas y Saturnino Martín Cerezo, el oficial médico Rogelio Vigil de Quiñones y 46 soldados) a los que se unieron después el párroco y otros dos religiosos más.

 

 

Al día siguiente, los rebeldes les informaron de la derrota sufrida por la flota española frente a la estadounidense y les instaron a rendirse (fue la primera de las nueve tentativas de negociación). Todo fue inútil. Durante los 337 días que duraría el asedio, los defensores del fortín de Baler se negaron a creer la noticia de la derrota de su ejército.

 

Un año encerrados

 

Al principio, los insurgentes se dedicaron a tirotear intensamente la iglesia mientras esperaban refuerzos para iniciar un asalto decisivo. Los filipinos eran más numerosos y dominaban bien el terreno. Eran temidos por sus "bolos" o cuchillos largos, pero disponían de escasos fusiles. Un cañón de pequeño calibre tampoco supuso una amenaza insalvable para los sitiados.

 

Los filipinos también utilizaron tácticas de guerra psicológica para minar la moral de los asediados: les impedían dormir con ruidos de todo tipo; hacían cantar a las mujeres para recordarles los placeres a los que debían renunciar o mostraban a muchachas desnudas que les hacían gestos lascivos.

 

A finales de julio, llegaron a Baler varias columnas insurgentes que solicitaron de nuevo la rendición, a lo que el capitán De las Morenas respondió: "La muerte es preferible a la deshonra". Los ataques continuaron a lo largo del verano, pero sin gran eficacia.

 

Durante todo el asedio los españoles sólo debieron lamentar dos muertos por heridas de bala, mientras que por su parte causaron unas 700 bajas a los atacantes, entre heridos y fallecidos. En realidad, la mayoría de bajas españolas se debieron a las enfermedades (de los 19 muertos, 12 lo fueron por el beriberi, tres por disentería, dos por fuego enemigo y dos fusilados.

 

La mala alimentación y el hacinamiento continuado en un recinto reducido y oscuro favorecieron la propagación de la disentería y, sobre todo, del beriberi, un mal provocado por la carencia de vitaminas de los alimentos frescos y que causa una debilidad progresiva e incluso la muerte si no se recibe tratamiento. Hasta el final del asedio murieron 15 defensores por estas enfermedades, entre ellos los oficiales De las Morenas y Alonso Zayas, por lo que tomó el mando del destacamento el teniente Saturnino Martín Cerezo.

 

En otoño, el teniente ordenó una salida nocturna para conseguir fruta fresca y airear el recinto, lo que conllevó la mejoría de los enfermos.

 

Los soldados celebraron la Navidad de 1898 "con estrépito", incluso improvisando un concierto con cornetas, tambores y latas de petróleo vacías usadas como instrumentos. No sabían que apenas quince días antes el Gobierno español había firmado con Estados Unidos un tratado de paz por el que cedía a éstos sus posesiones de Cuba, Puerto Rico y Filipinas a cambio de 20 millones de dólares.

 

Los filipinos, que en febrero de 1899 se rebelaron a su vez contra la ocupación norteamericana, volvieron a intentar dar a entender a los defensores de Baler que habían perdido la guerra, pero estos no cedieron.

 

Emilio Aguinaldo

A finales de mayo se libró el último gran combate, cuando los tagalos intentaron inutilizar el pozo de agua para rendir de sed a los sitiados. Poco después llegó desde Manila un alto mando español (el teniente coronel Aguilar) con la misión de instar a los defensores a abandonar la resistencia. Para demostrarles que la guerra había terminado les dejó un fajo de ejemplares del periódico madrileño El Imparcial con noticias al respecto.

 

Pero los defensores consideraron que se trataba de falsificaciones.Pero viendo ya que las fuerzas mermaban y que las provisiones estaban agotándose, y al final dándose cuenta de que las noticias de la derrota eran ciertas, Martín Cerezo planeó una salida nocturna para abrirse paso hasta Manila. Antes de partir, el teniente destruyó el armamento sobrante y ordenó fusilar a dos soldados que mantenía presos desde febrero, acusados de intentar desertar. La claridad de la noche frustró una primera tentativa de salida. Consciente de que la marcha a Manila era una operación casi suicida, comunicó a su tropa la situación y propuso parlamentar con los filipinos para acordar una capitulación.

 

El 2 de junio de 1899 se arrió en Baler la bandera española (confeccionada, según se cuenta ya falta de otra cosa, con casullas de monaguillo y tela de mosquitera). Los 33 supervivientes depusieron las armas y fueron conducidos a Manila. Desde allí viajaron en barco hasta Barcelona, donde se les recibió como a héroes el 1 de septiembre de 1899. En la audiencia que les concedió la reina regente María Cristina, el teniente Martín afirmó que él únicamente había cumplido con su deber, a lo que le respondió al parecer la reina: "¡Ay, Martín!, si todos hubieran cumplido con su deber...".

 

Valor militar

El que fuera después primer presidente filipino Emilio Aguinaldo, mostraría su admiración por la “muy heroica” resistencia de los españoles en Baler. Los estadounidenses, por su parte, hicieron traducir las memorias del teniente Martín Cerezo como modelo de resistencia de una posición aislada.

En sus memorias, Martín Cerezo dijo orgulloso que ni un día dejó de ondear la bandera nacional en la iglesia. En el prólogo a las Memorias de Martín Cerezo, Azorín escribió: “¿Qué nación en Europa puede mostrar ejemplo de tal heroísmo?”.

 

Pero por inusitado que parezca, el Gobierno español apenas recompensó su sacrificio. En 1901 se concedió a Martín Cerezo la Laureada dotada con 1.000 pesetas anuales. Aunque alcanzó el generalato, sus ascensos los tuvo que pelear mediante recursos, porque para muchos oficiales y políticos era un personaje incómodo. No volvió a mandar tropa.

 

Los demás tuvieron que esperar hasta 1908 para que el Congreso les concediese una pensión: 60 pesetas mensuales, que también cobraron los parientes de los fallecidos.

Vigil de Quiñones se retiró en 1923 como comandante médico a los 61 años de edad. Pasó estrecheces y como sus medallas no estaban pensionadas solicitó al Ayuntamiento de Marbella, donde nació, una ayuda económica que se le negó. Murió en 1934.

 

Marcelo Adrián, uno de los mejores tiradores, solicitó un empleo en el Palacio Real, y estaba junto a los reyes cuando se proclamó la II República.

En la guerra civil, los héroes de Baler sufrieron como los demás españoles: perdieron hijos en ambos bandos Martín Cerezo recibió en su casa la visita de unos milicianos a los que espetó que si querían matarle lo hicieran en la cama donde yacía enfermo. Los asesinos se conformaron con llevarse a su único hijo varón, de 18 años, y le mataron en Paracuellos.

 

En 1936, un sargento de la Guardia Civil mató a Santos González Roncal en Mallén (Zaragoza) por envidias. En 1945, cuando se estrenó la primera película sobre su gesta, quedaban vivos ocho de ellos y se les ascendió a tenientes honorarios. El más longevo, Felipe Castillo, natural de Martos (Jaén), falleció en 1964 a los 86 años.

 

Aunque hoy en España casi nadie recuerda esta efemérides de los 337 días de resistencia de “los últimos de Filipinas”, en 2002, el Gobierno filipino declaró el 30 de junio como Día de la Amistad Hispanofilipina “para recordar el acto de benevolencia que ha allanado el camino para tender una mejor relación entre Filipinas y España” y “para conmemorar los lazos culturales e históricos, la amistad y la cooperación entre Filipinas y España”.

 

En el acto se interpretó el himno de los dos países y se depositó una corona de flores ante la Iglesia de San Luis, en la que una lápida en inglés recuerda a los soldados españoles.

 

 

Fuentes:

artycultura

Wikipedia

Historiageneral

 

 

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La familia, junto con el Ayuntamiento, coordina una serie de actos entre los que cabe destacar el traslado de sus restos al panteón municipal.
 
El muleño, Luis Cervantes Dato, fue uno de los soldados españoles que vivió el asedio al que fue sometido un destacamento español por parte de los insurrectos filipinos en la iglesia del pueblo de Baler, en la isla filipina de Luzón, durante 337 días, Cuando Filipinas todavía era colonia española.
 
 
El héroe muleño fue nombrado “caballero cubierto ante el rey”, condecorado con la Cruz de plata del Mérito Militar con distintivo rojo y recibió la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
 
 
En estos días es proyectada en todos los cines de España, la película "Los últimos de Filipinas". Una película que ha despertado un especial interés en el pueblo de Mula, pues narra la historia de uno de sus hijos, Luis Cervantes Dato, héroe de España, una historia que viven con orgullo los oriundos de Mula, pero sobre todo sus nietos, bisnietos y tataranietos, por la gesta de su abuelo.
 
 
117 años después el pueblo de Mula rendirá un homenaje póstumo a este héroe muleño. Desde el ayuntamiento se han puesto en contacto con los familiares, los más cercanos sus nietos y hermanos Luis y Encarna Hurtado Cervantes, y con sus bisnietos, con el fin de preparar el homenaje.
 
 
Aún no ha sido concretada fecha, aunque podría enmarcarse a finales del mes de enero, para conseguir reunir al mayor número de familiares, así como dar el tiempo suficiente para realizar los trámites burocráticos oportunos para trasladar los restos mortales del soldado heroico, desde el panteón donde reposan al panteón municipal en donde se encuentran muleños insignes. Desde el ayuntamiento también quieren que la corporación municipal llegue al acuerdo de nombrar una calle de la ciudad a Luis Cervantes Dato, así como preparar un acto público de homenaje póstumo.
 
 
 
El nieto mayor, vivo, del héroe de Baler, Luis Hurtado Cervantes, dice sentirse muy orgulloso de la gesta de su abuelo y agradecido con todos aquellos que estén trabajando para realizar ese homenaje póstumo “Llevamos muchos años detrás de hacer este homenaje pero nunca cuajo. Ahora parece que va en serio
Defendieron a España durante casi un año, pese a que la guerra había terminado.
 
 
Fuente: Jose L.Piñero

 

 

Juan Ortega y Rubio nace en la Puebla de Mula (Murcia) el 6.2.1845 y fallece en Madrid, 28.3.1921

Hijo de Juan Ortega del Toro labrador de Yechar y Joaquina Rubio López de La Puebla de Mula, Juan ortega y rubio nace el día 6 de febrero de 1845, tubo como hermanos a Francisco, Juana y Diego, el padre casa de segundas nupcias con Carmen de Lara Hidalgo el día 28 de mayo de 1858 , que tienen como hijos Josefa, Juan P, Nicolas, Gines, José M, Antonio José A, Águeda y Joaquín.

Juan Ortega y Rubio casa en Valladolid el 4 de febrero de 1878 con Dª Brígida Pérez Pereda y de este matrimonio nacieron, David, Julio, Felisa, Alberto, Angel.

  Algunos estudiosos sobre su figura afirman que Ortega y Rubio era oriundo de La Puebla de Mula, en base a su partida bautismal, el profesor y catedrático don Pedro Ortega, así como como el cronista oficial de la ciudad de Mula y presidente de la Real Academia de Alfonso X el Sabio, don Juan González, coinciden en afirmar que su nacimiento en La Puebla fue algo circunstancial y casual, dado que su madre se refugió para el alumbramiento en casa de su madre, que en ese momento estaba ubicada en dicha pedanía muleña.

Dicho esto, la realidad es que puede confirmarse sin ningún tipo de duda que Ortega y Rubio se afincó en Yéchar desde prácticamente su nacimiento hasta que, ya adolescente, partió hacia Murcia, y de ahí a la capital española, para comenzar su formación en el Instituto de San Isidro de Madrid. La casa donde vivió en Yéchar, y a la que acudía en periodos vacacionales ya en época adulta (no con la regularidad que a él le hubiera gustado, como así manifestó en varias ocasiones), sigue encontrándose en pie a la entrada de esta población, conocida popularmente como “la casa de la balsa”.

Tras hacer sus primeros estudios en la capital municipal de Mula, ingresó en el Seminario de San Fulgencio de Murcia. Aunque la intención no fuera la de realizar enteramente estudios eclesiásticos, era usual, en la época, que el seminario resultara una primera etapa en la formación académica, sobre todo si existían intenciones de hacer estudios superiores.

Tras su etapa por el Seminario Diocesano se trasladó a Madrid para ingresar en el Instituto de San Isidro, donde se graduó como Bachiller en Artes en el año 1866. Su formación secundaria y universitaria se había desarrollado en la capital de España, muy influido por los agitados años del Sexenio Revolucionario. Obtuvo el grado de doctor en Filosofía y Letras en 1871. Antes de hacer oposiciones a una Cátedra de instituto de enseñanza secundaria, Juan Ortega fue nombrado auxiliar de la Cátedra de Historia Crítica de España en la Universidad Central por espacio de dos años, contando entre sus alumnos a Marcelino Menéndez Pelayo y a Leopoldo Alas Clarín.

En 1874 ganó una Cátedra de Psicología de instituto, junto con otros futuros ilustres de la enseñanza institucionista de ese final de siglo: Macías Picavea, Burrieza Bratos o Hermenegildo Giner de los Ríos. A Ortega y Rubio le correspondió el Instituto de Guipúzcoa, en 1876, fue nombrado catedrático de Historia Universal en la Universidad de Valladolid, donde permaneció casi veinte años.

Allí consolidó no solamente su carrera como historiador a través de la publicación de algunas de sus mejores obras, sino que se presentó como un profesor renovador que se enfrentaba con los poderes establecidos, entre los que se hallaban los eclesiásticos. En 1895 fue trasladado como catedrático a la Universidad Central de Madrid.

Fue académico correspondiente de la Real Academia de la Historia (desde 1877) y académico de número de la de Bellas Artes de Valladolid, y tuvo numerosas participaciones en la prensa. Como universitario, a pesar de ser catedrático, continuó sus estudios y se licenció en la Facultad de Derecho. Su ámbito de dedicación docente no fue únicamente la historia de España sino también la universal, destacando muy especialmente como catedrático en su labor de investigación y publicación.

Para ello, contaba en Valladolid con la infraestructura de la imprenta de Hijos de Rodríguez, una de las más importantes de la ciudad y a cuyo propietario le unía una gran amistad.

En 1881, dio a la imprenta la segunda síntesis de la Historia de Valladolid que había sido publicada después de la de Matías Sangrador, aunque seis años después editaba el texto inédito de la primera de ellas, la escrita en el siglo XVII por Juan Antolínez de Burgos.

Hasta llegar a las prensas, había comparado diversas copias manuscritas. En la de su autoría, Ortega y Rubio no descontextualizaba la historia de la ciudad con la general de España, dando con ello una visión científica a su aportación intelectual, mucho más que una recopilación erudita. No fueron éstas las únicas páginas escritas por Ortega y Rubio en referencia a su primera ciudad de adopción.

Presentó algunas obras de carácter biográfico, como Pequeños Bocetos o Vallisoletanos Ilustres, junto con Las Comunidades de Castilla, y otras de carácter docente, como Compendio de Historia Universal o Historia de España, con distintas ediciones hasta el siglo XX.

En 1883 se trasladó a Madrid, donde ejerció como catedrático hasta 1918. Además de su labor académica se ocupó de la redacción de la Revista Contemporánea, siendo director de la misma desde 1901, una publicación donde a veces escribía con el seudónimo de Pedro Ansurez.

En ocho volúmenes publicó en Madrid (entre 1908 y 1910) una Historia de España, presentándose como un especialista en el período de la regencia de María Cristina de Habsburgo. Aportó, además, una obra de gran interés para recorrer estas tierras: Los pueblos de la provincia de Valladolid, continuando después este mismo esquema con los de la provincia de Madrid, cuando fue trasladado a la Universidad Central. También dirigió traducciones de distintas lenguas de obras como la Historia de Holanda de James Edwin Thorold Rogers o la Historia de los Godos de Enrique Bradley, continuada después por Ortega y Rubio en Los visigodos en España.

 

El Ayuntamiento de Mula lo nombró “Hijo Predilecto” de Mula y en 1919, dos años antes de su fallecimiento, su pueblo le honró dedicándole la calle principal de la ciudad en ese momento, conocida popularmente como “calle Boticas”, denominándose desde entonces como calle de “Juan Ortega y Rubio”.

En la actualidad, puede encontrarse la placa original con su nombre en la fachada de la conocida “Casa de los Coy”.

Un Instituto de Secundaria y Bachillerato de la ciudad de Mula también lleva su nombre, así como el centro educativo de Infantil y Primaria de La Puebla de Mula. Yéchar designó una de sus principales calles con el nombre de quien fue su vecino.

Don Juan Ortega y Rubio pertenece a lo que Laín Entralgo definió como la «Generación de Sabios», esa misma generación a la que también pertenecieron, entre otros, don Marcelino Menéndez Pelayo o don Santiago Ramón y Cajal y que fueron el punto de partida de la que luego se conocería como la “Edad de Plata” de la cultura española.

 

Obras

Compendio de Historia Universal, Valladolid, Imprenta y Librería de Hijos de Rodríguez, 1878

Las Comunidades de Castilla, Valladolid, 1879

Estudios de filosofía de la historia, Madrid, Imprenta de Gregorio Hernando, 1880

Historia de Valladolid, Valladolid, Imprenta Hijos de Rodríguez, 1881 (ed. facs., Valladolid, Grupo Pinciano, 1991)

Leibniz, su sistema filosófico (discurso de inauguración del curso 1882- 1883 de la Universidad de Valladolid), Valladolid, Imprenta L. Garrido, 1882

Ensayos literarios, Valladolid, Imprenta Hijos de J. Pastor, 1883

Noticias de Casos Particulares ocurridos en la ciudad de Valladolid, año 1808 y siguientes, Valladolid, Imprenta Hijos de Rodríguez, 1886

Discursos académicos, Valladolid, Imprenta Hijos de Rodríguez, 1887

Investigaciones acerca de la Historia de Valladolid, Valladolid, Imprenta Hijos de Rodríguez, 1887

J. Antolínez de Burgos, Historia de Valladolid, corr., notas y adiciones de ~, Valladolid, Imprenta Hijos de Rodríguez, 1887

Documentos curiosos acerca de Valladolid y su provincia, Valladolid, Imprenta Hijos de Rodríguez, 1888

Cervantes en Valladolid, Valladolid, Imprenta Hijos de Rodríguez, 1888

Compendio de Historia de España, Madrid, 1889

Pequeños Bocetos, Valladolid, 1891

Vallisoletanos Ilustres, Valladolid, Imprenta y Librería Heliografía y Taller de Grabados de Luis N. Gaviria, 1893

Los pueblos de la provincia de Valladolid, Valladolid, Imprenta Hospicio Provincial, 1895 (ed. facs., Valladolid, Grupo Pinciano, 1979)

Los visigodos en España, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1903

Apuntes de Historia de la Civilización de los judíos y musulmanes, tomado de las explicaciones del catedrático [...], Madrid, 1904

Historia de la regencia de María Cristina Habsburgo-Lorena, Madrid, Felipe González Rojas, 1905-1906

Historia de España, Madrid, Bailly-Baillière, 1908-1910

Historia de América: desde sus tiempos más remotos hasta nuestros días, Madrid, Sucesores de Hernando, 1917

Historia de Madrid y de los pueblos de su provincia, Madrid, Imprenta Municipal, 1921.

 

Fuentes y Bibliografía

C. Almuiña Fernández, “Evolución de la historiografía vallisoletana”, en Historia de Valladolid, I, Prehistoria y Edad Antigua, Valladolid, Ateneo, 1977, págs. 11-22.

“Prólogo”, en Los Pueblos de la Provincia de Valladolid (ed. facs.), Valladolid, Grupo Pinciano, 1979, págs. V-XVI.

"Historiadores clásicos”, en Vallisoletanos: semblanzas biográficas, t. III, Valladolid, Caja de Ahorros Popular de Valladolid, 1984, págs. 225-252 (n.º 27).

Concejal de Cultura y Patrimonio Histórico de Mula / Diego Boluda.

 Javier Burrieza Sánchez.

Wikipedia.

Antonio Sánchez Maurandi Familias de Mula ,Serie II, tomo XL Pp 1.235-37.

 

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Ultima actualización

19/4/23

 

 

 La Cueva Antón se encuentra situada en la comarca del Río Mula; su posición en el centro de la Región, rodeada de amplias serranías, determina su carácter de transición entre las comarcas del Este y del Oeste en diversos aspectos como el climático, de cultivos y estructuras agrarias.

El río Mula discurre entre varias alineaciones montañosas que lo cierran por tres de sus lados dejándolo únicamente abierto por el Este. Estas estribaciones son, la Sierra de Ricote por el Norte, las primeras estribaciones de las Sierras Occidentales que lo hacen por el Oeste mientras que por el Sur lo hace la Sierra de Ponce y Espuña, que separan la comarca del Valle del Guadalentín.

El  único acceso libre es el Este, por el que el río Mula desemboca en el Segura, y que ha servido desde la Prehistoria de vía natural de comunicación entre la vega Media del Segura (y por medio de esta el litoral) y el noroeste murciano y las tierras altas de Andalucía.

El entorno natural de Cueva Antón en época prehistórica debió ser diferente al actual, debiéndose limitar probablemente  plantas como el tomillo, esparto, romero y algunos rodales de pinos. La vegetación está condicionada no sólo por el clima, también por el carácer estacional del río Mula.

Afluente por la margen derecha del río Mula, nace en la confluencia de varias ramblas y arroyos que bajan de las Sierras de Ceperos, Plaza de los Pastores y El Charco, en el término municipal de Bullas. Tras recorrer poco más de 60 km, termina desembocando en el río Segura. El régimen de río es torrencial, acentuando de este modo la escasez de cobertura vegetal protectora, alternando en épocas la ausencia total de circulación hídrica con auténticas avalanchas de agua y arrastres sólidos, dada la fuerte pendiente de su cauce.

El medio natural condicionó por tanto la subsistencia de los pobladores de Cueva Antón, cuya económica, de subsistencia, se basó únicamente, como todas las sociedades paleolíticas, en la caza de animales y recolección de frutos silvestres.

Las excavaciones llevadas a cabo en Cueva Antón documentaron una ocupación del abrigo durante el Musteriense, cultura englobada durante el Paleolítico Medio, en la que predomina el hombre de Neanderthal y cuya cronología oscila entre el 300.000 al  40.000  a.C.

   El tipo de hábitat era idóneo, salvo por su orientación al Norte, para su ocupación durante la Prehistoria.  La proximidad del río Mula, es decir,  su emplazamiento en una valle fluvial, y por tanto  vía de comunicación que sería utilizada por animales gregarios en sus migraciones estacionales; la disponibilidad de recursos hídricos, no sólo para los habitantes de la Cueva, también por que el río era lugar de bebedero  para diferentes especies cinegéticas, lo que debía facilitar la posibilidad de cazar animales.

   No se conoce con certeza el carácter de la ocupación musteriense en Cueva Antón, si fue de carácter permanente o estacional. Parece que la relativa abundancia de agua, recuros cinegéticos y materias primas para la elaboración de herramientas hacen pensar que existía una mayor estabilidad y por tanto una permanencia prolongada en el asentamiento. Sí parece claro que el  hábitat se mueve en un período de transición entre el hombre de Neanderthal y el hombre moderno.  El hombre de Neanderthal es una especie del genero homo que habitó en Europa y parte de Asia Occidental durante el Paleolítico Medio y que desaparece del registro fósil, por causas que aún no están bien determinadas, en torno al 30.000 a.C.

 

    En el caso del yacimiento de Cueva Antón, habitado por Neanderthales, el registro lítico y los análisis geológicos llevados a cabo en el abrigo, sitúa el uso del abrigo en un Musteriense final, con una cronología que podría situar el momento final de su ocupación en torno al 38.000-36.000 a.C.

La mayor parte de la industria lítica documentada en las primeras excavaciones en Cueva Antón, dirigidas y publicadas por Consuelo Martínez Sánchez, corresponde a industria sobre lascas. Las lascas son el producto de la talla intencional realizada por el ser humano sobre una roca (caliza, sílex...etc.), es por tanto el fragmento que se desprende de la masa pétrea, que bien puede ser utilizado como elemento cortante o bien posteriormente retocado.

   La materia prima empleada mayoritariamente en el yacimiento muleño es la caliza, y en segundo lugar el sílex, de diversas tonalidades, y recogidos seguramente de afloramientos localizados en las proximidades del abrigo. En cuanto a las calizas, casi siempre cantos, se extrajeron de las graveras del río Mula, que proporcionó, por tanto, la materia prima necesaria para la fabricación de buena parte de la industria lítica.

   La mayor parte de los útiles líticos en Cueva Antón corresponde a raederas, herramienta utilizada tanto para raer, mediante un movimiento transversal, como para cortar, con un movimiento longitudinal. Durante el musteriense predomina la talla Levallois, consistente en preparar la cara superior de la piedra sobre la que se va a trabajar, predeterminando la forma y el tamaño de la lasca antes de ser extraída. Sin embargo, en cueva Antón, la mayoría de las lascas retocadas documentadas en las excavaciones corresponden a la técnica de lascado simple y no a la talla Levallois, lo que ha permitido a los investigadores, junto con otros indicios, como el alto índice de raderas, la ausencia de otros útiles como bifaces o cuchillos de dorso, fechar la industria lítica de Cueva Antón en un momento final del Paleolítico Medio.

 

 

Cueva Antón, el enclave neandertal más reciente

 

En 2010, el equipo publicó evidencia del sitio de Cueva Antón, en el término de Mula (Murcia), que proporcionó pruebas inequívocas de simbolismo entre los neandertales. Poniendo esa evidencia en contexto y usando las últimas técnicas radiométricas para fechar el sitio, los investigadores muestran que Cueva Antón es el sitio más reciente conocido ocupado por neandertales.

"Creemos que el mecanismo discontinuo, puntuado e irregular que proponemos debe haber sido la regla en la evolución humana, lo que ayuda a explicar por qué la cultura material paleolítica tiende a formar patrones de similitud geográficamente extensa, mientras que los genomas paleolíticos tienden a mostrar remiendos de ancestros complejos ", comentó Zilhão.

La clave para entender este patrón, dice Zilhão, radica en descubrir y analizar nuevos sitios, no en volver a visitar los antiguos. Aunque encontrar y excavar nuevos sitios con las últimas técnicas lleva mucho tiempo, él cree que es el enfoque que da sus frutos.

"Todavía hay mucho que no sabemos sobre la evolución humana y, especialmente, sobre los neandertales", dijo Zilhão. "Nuestras ideas de libros de texto sobre neandertales y humanos modernos se han derivado principalmente de hallazgos en Francia, Alemania y Europa Central, pero durante la Edad de Hielo estas fueron áreas periféricas: probablemente tanto como la mitad de las personas del Paleolítico que alguna vez vivieron en Europa fueron ibéricos. La investigación en curso ha comenzado a dar sus frutos, y no tengo dudas de que hay más por venir".

El entorno de la población de Mula, en Murcia, resulta un lugar privilegiado para conocer la evolución durante el Paleolítico en el sureste peninsular. La estratigrafía combinada de varios yacimientos arqueológicos situados en sus cercanías permite obtener una secuencia muy completa de este periodo de nuestro pasado.
Fue en 2005 cuando João Zilhão, investigador del ICREA (Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados) inició las excavaciones en Cueva Antón. Varias campañas de excavación arqueológica dieron a conocer su gran importancia como hábitat de ocupación neandertal. Posteriormente se iniciarían las investigaciones en los abrigos de Finca de Doña Martina y La Boja, situados en Rambla Perea.
Las investigaciones de Zilhão en Murcia se han convertido ya en referente por su enfoque innovador y por los importantes datos obtenidos acerca de los grupos que habitaron este área durante el Pleistoceno.


Durante el intervalo de tiempo que abarca el registro arqueológico de estos tres yacimientos, se produjeron grandes transformaciones en el clima, en la geología y en el ámbito evolutivo, a nivel global. La información arqueológica obtenida pone de manifiesto el modo en que diferentes sociedades de cazadores-recolectores desarrollaron sus estrategias de supervivencia. Hasta hace unos 75.000 años lo hacían en un medio semejante al actual, aunque sin contar con el impacto de la agricultura, y posteriormente en un contexto más frío y seco propiciado por el último periodo glaciar, que finalizó hace unos 11.500 años.
El análisis en conjunto de las estratigrafías de Cueva Antón, Finca de Doña Martina y La Boja pone a nuestra disposición una secuencia completa del Paleolítico medio y superior en la zona, lo que supone una novedad excepcional. Por primera vez se conoce de manera tan detallada una secuencia diacrónica de un marco cronológico tan amplio para una zona concreta.
Hace entre 40.000 y 35.000 años se produjo un cambio importante en la cultura material, directamente relacionado con la desaparición de los grupos neandertales. Con una historia evolutiva que se remonta a hace medio millón de años, este proceso de desaparición resulta a los investigadores muy repentino y enigmático, por lo que ha motivado abundantes trabajos de investigación.


   Josefina Zapata, profesora de Antropología de la UMU, subraya que los enclaves arqueológicos del entorno de Mula "aportan un gran conocimiento sobre ambas poblaciones, la de los neandertales y la de los [humanos] modernos", y por tanto sobre ese momento crucial de la evolución.
Hay dos mecanismos clave que han facilitado la buena conservación de los restos arqueológicos. Por un lado, las abruptas avenidas de agua de ramblas y cauces favorecieron la deposición de arenas en los abrigos que cubrieron los restos de las ocupaciones. Y por otro, estas ocupaciones eran breves y de pocos individuos, por lo que sus desechos no sufrían las importantes alteraciones que se producirían en un espacio restringido habitado de continuo.
A través de los vestigios se ha estimado que estos grupos poblacionales estarían compuestos por unas 10 a 15 personas, que buscaban lugares adecuados para estancias cortas, por lo que habitaban el territorio en movimiento casi constante.


 Ignacio Martín Lerma, de la UMU, destaca que "las hogueras encontradas están aportando gran cantidad de información, ya que en otros yacimientos están alteradas y erosionadas, mientras que aquí se encuentran en muy buen estado de conservación. Datando los carbones que se encuentran en el interior de estas estructuras de combustión sabemos en qué momento cronológico nos encontramos y, por ejemplo, en el abrigo de la Boja hay más de 40 fechas radiocarbónicas".
La vista está ahora puesta en el yacimiento de la Cueva del Arco, en el Cañón de los Almadenes (Cieza, Murcia). Este yacimiento alberga pinturas rupestres Magdalenienses y Solutrenses, un hogar datado en 30.500 años de antigüedad y herramientas neandertales, y posee una gran potencia estratigráfica, por lo que la próxima campaña de excavación, programada para septiembre, puede deparar sorpresas.

IMAGENES DE LA CUEVA DEL AÑO 2012

 

Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
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Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
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Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012
Cueva de Anton 2012

 

 

En la Plaza del Ayuntamiento, altiva, se yergue la Torre del Reloj, cuyos sones marcan el día a día muleño. No son muy comunes las torres levantadas exclusivamente para albergar un reloj, sí los instalados en campanarios de iglesias y ermitas. En la Región de Murcia podemos encontrar las torres- reloj de Yecla, Calasparra, Pliego, Bullas, Campos del Río y la de Mula.

Si bien la torre actual data de 1806, en Mula contamos con reloj desde, al menos, 1524. Ese año, el Concejo nombra los cargos municipales en el mes de junio, como se acostumbraba anualmente, y entre ellos se cita a «Maese Alonso, çerrajero, abitante desta villa» como fiel del reloj.

Aquella primera torre tuvo un triste final y es que, en la madrugada 14 de noviembre de 1651, fue víctima de unas terribles lluvias que asolaron la villa: las conocidas lluvias de San Calixto. Las escorrentías de agua, procedentes de las zonas más altas de la villa, produjeron el colapso de la estructura que se vino abajo. Pese a los tremendos contratiempos sufridos por aquellos años en Mula, como el azote de peste en la primavera de 1648 que acabo con más del 60% de la población, pronto construyeron otra torre que prestó servicio a la villa hasta acabar el siglo XVIII.

Para entonces, la torre estaba falta de una importante restauración y la maquinaria se había conformado en una amalgama de retales, producto de las continuas reparaciones. Así pues, en 1802, contratan al arquitecto murciano Juan Cayetano Morata para redactar el proyecto de restauración de la torre. Sin embargo, no será hasta 1806 cuando se inicien las obras. Esos cuatro años transcurridos entre la redacción del proyecto y la construcción se dedicaron a la obtención del capital necesario, a base de quemar buena parte de los montes públicos de la villa para fabricar carbón y venderlo, y a la compra de materiales para la obra, la maquinaria del reloj y la refundición de las campanas aprovechando las antiguas.

Una vez comenzados los trabajos, con los maestros de obras muleños Rodrigo Lentisco y Diego Duarte al frente, se ven obligados a derribar la torre por completo y edificarla desde los cimientos, puesto que no cumplía las condiciones que a priori creía el arquitecto. En octubre de 1806, ya se habían colocado la maquinaria y campanas en la torre y se habían puesto en funcionamiento. Al poco tiempo estaban terminados los trabajos restantes, a falta de enlucir las fachadas de la torre. Aun pasarían tres años con la torre sin enlucir y con la andamiada instalada, pues una vez en funcionamiento el reloj, la estética parecía importar poco a los señores del Concejo. Por fin, en 1809 deciden poner fin a la obra por los numerosos problemas que el andamio de madera estaba dando y el peligro que suponía para los viandantes.

Poco a variado desde entonces la torre, a excepción del acabado de la cúpula con azulejos de distintos colores, fruto de una reparación en 1903, y muy probablemente el color azul tan característico. Aunque no tenemos la certeza, es muy posible que cuando se decidió enlucir la fachada, algo que como hemos visto no era una prioridad para el Concejo, se hiciera de la forma más sencilla posible: un enlucido de yeso y cal al uso, en color blanco. De ser así, el azul que caracteriza a la torre sería fruto de la restauración realizada en 1905.

El hecho de que el Ayuntamiento velara por la continua existencia de un reloj público en la villa, denota la necesidad de este elemento para la vida de los muleños. Importancia que radica en el peculiar reparto del agua que desde antaño se impuso en Mula. A diferencia de lo que suele ocurrir comúnmente, las propiedades de agua y tierra se dividieron en la villa en un momento indeterminado de la historia. Esto suponía que tener terrenos que cultivar, no garantizaba el derecho a disponer de agua con que regarla. Es así como surgen los “Señores del Agua”, nombre con que se conocía a todas aquellas personas propietarias de alguna hila del agua que discurría por la Acequia Mayor. La privatización del líquido elemento supuso la necesidad de dividirlo para que cada propietario dispusiera de su parte a su antojo: bien regar sus tierras o bien subastarla en el acto del concierto. Es así como surge el sistema de la tanda que dividía el agua por tiempo, el cual estaba marcado por la campana de cuartos del reloj.

En definitiva, se trata de un monumento que ha sido vital en la historia de Mula y que, como tal, fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. Un digno reconocimiento a la labor cumplida por este edificio durante casi quinientos años.

FUENTE : 

 

Yacimiento

 

El Complejo ibérico del Cigarralejo es un yacimiento arqueológico cuya época corresponde al pueblo ibérico (entre finales siglo V a.C - I. a.C) y esta considerado como uno de los más importantes de la Región de Murcia.

Está localizado en el término municipal de Mula (Murcia), entorno también conocido por los lugareños como "La Ciudad Perdida", en un cerro de flancos abruptos suavizados en la vertiente SE que desciende hacia el río Mula.

Situado a 3 Km de Mula, limita al N con la margen derecha del río Mula, al E con un banco calizo vertical(macizo rocoso del eoceno llamado "Piedra plomera")que constituye una defensa natural del poblado. De forma paralela existe otro afloramiento rocoso donde se asienta el Santuario Ibérico.Además al O limita con el camino comunal de bajada al río Mula y, al S con otro bancal que actualmente se encuentra plantado de almendro. El yacimiento cuenta con una superficie aproximada de 3000m². Se puede acceder a dicho yacimiento desde Mula, o bien desde la carretera que lleva al pantano de La Cierva.

El estudio del yacimiento se inició en 1946 a raíz del descubrimiento casual del santuario y de sus famosos exvotos de piedra. Durante la excavación del mismo se descubrió el poblado que, si bien nunca llegó a excavarse, Emeterio Cuadrado si lo examinó con detenimiento... Pero también en el año 1947,la aparición casual de la necrópolis desvió la atención de Emeterio Cuadrado, una vez finalizados los trabajos en el santuario, en favor de este.

Una de las peculiaridades que confieren especial importancia al estudio del yacimiento de El Cigarralejo es el haber conocido, prácticamente desde el principio de las investigaciones, los tres espacios diferenciados que configuran cualquier asentamiento ibérico urbano. Nos referimos al Poblado propiamente dicho,su Necrópolis y por último,el Santuario. Pocos son los casos en los que se ha localizado tan útil trilogía espacial. La existencia de vados naturales en las cercanías de este asentamiento urbano, explican el emplazamiento físico de este importante yacimiento ibérico que formaba parte de un territorio estructurado por toda una red de vías de comunicación que aprovechaban las necesidades del terreno.Todavía hoy se conserva parte de una calzada, si bien de época romana, que atravisa el río cerca de la citada Piedra Plomera.

El poblado del complejo del Cigarralejo se encuentra aún sin excavar y por ello apenas sabemos que estaba amurallado y que los zócalos de las casas rectangulares fueron elaborados con piedras sin escuadrar de la zona, gracias sobre todo en base a los restos que aún hoy en día se vislumbran en superficie.

 

Necrópolis

La necrópolis está situada al nordeste del cerro, teniendo una extensión aproximada de 2.000 metros cuadrados.Una de las peculiaridades de esta necrópolis ibérica es que su descubridor, Emeterio Cuadrado Díaz, le dedicó cuarenta años de trabajos sistemáticos, practicados entre 1948-1988, excavándola en extensión y en profundidad hasta agotar los depósitos arqueológicos en la parte del yacimiento que era de su propiedad. Este hecho le permitió delimitarla por tres de sus caras: Norte, que linda con un camino vecinal; Sur, con la vaguada que lleva a la piedra Plomera; Este, con el cantil que cae al río Mula. En esta hipotética extensión de más de 1400 m2, localizó 547 tumbas.

Queda por documentar una franja indeterminada del bancal superior, que podría alcanzar hasta los 1100 m2, situada al oeste y en cuya cima se ubica el santuario ibérico. En la actualidad se encuentra plantada con almendros. Aquí nunca se han podido practicar campañas arqueológicas científicas, puesto que se trata de una propiedad particular, siendo muy difícil estimar, por tanto, la proporción de sepulturas que restan por exhumar en esta importante estación ibérica, a lo que hay que añadir el destrozo ocasionado por las labores agrícolas realizadas a lo largo de los siglos y los continuos expolios a los que se ha visto sometida esta zona por parte de los clandestinos.

Los estudios y posteriores publicaciones de los trabajos realizados por este investigador nos han introducido en uno de los conjuntos mayores en cuanto a cultura material ibérica se refiere y, sobre todo, el tener por primera vez un amplio conocimiento de los sistemas constructivos funerarios ibéricos, ya que estableció una completa tipología de las fosas de enterramiento y de las estructuras de piedra o encachados tumulares que recubrían a la mayor parte de ellas.

La potencia estatigráfica de este yacimiento es muy grande, llegando en algunas zonas hasta los dos metros de profundidad, a diferencia de otras necrópolis ibéricas del entorno que crecen en extensión, siendo pocas las superposiciones, o incluso inexistentes. Aquí la media de superposición de tumbas es de cuatro niveles, aunque se han podido documentar hasta ocho superposiciones distintas.

Se iniciarían los enterramientos sobre terreno virgen, pero los derrumbamientos de los túmulos de adobes que remataban las tumbas propiciaron una estratigrafía de tierra sobre las que se fueron incorporando los sucesivos enterramientos más recientes. El margen cronológico oscila entre los inicios del s. IV a. C. y el s. II-I a. C, distinguiendo E. Cuadrado, en ese lapso de tiempo, dos ritos. El destructivo, empleado hasta los inicios del s. III a. C. y, a partir de esta fecha, el conservador, consistente en colocar alrededor de la urna cineraria todo el ajuar, sin destruirlo previamente.

El comienzo de la necrópolis fue datado por su excavador E. Cuadrado a finales del s. V a. C. y se extendería hasta el s. I a. C. La cantidad de fragmentos escultóricos que coronaban las tumbas que fueron reaprovechadas como parte de los encachados de piedra, o esparcidos por la necrópolis, como simples piedras, le indujo a pensar que debió existir una necrópolis anterior, de la que no han quedado rastros a la que pertenecerían estos monumentos escultóricos funerarios y que, una vez destruidos, fueron aprovechados como meras piedras.

No obstante, la excavación en profundidad del yacimiento hasta niveles estériles rechaza la hipótesis de una necrópolis antigua y, sobre todo, la revisión de los materiales arqueológicos que sirven de datación fiable para el resto del ajuar funerario a ellos asociados, a falta de monedas, confirman una cronología más reciente para los inicios de uso de esta necrópolis. Las precisiones cronológicas de las sepulturas se basan en tres parámetros distintos:

Criterios de datación cronológica:

-1. La presencia de abundantes cerámicas importadas entre el ajuar funerario, ya sean áticas, campanienses o de algunos de los talleres esparcidos por el Mediterráneo Occidental y que operaron entre los s. III y II antes de nuestra era. Éste es sin duda el criterio más fidedigno y ha permitido a distintos especialistas datar las sepulturas más antiguas en el segundo cuarto del s. IV a. C. Si bien existe algún objeto de importación algo más antiguo, su asociación a cerámicas áticas, ya sean de figuras rojas o vajilla de mesa de barniz negro, de inicios o mediados del s. IV, hacen que se le aplique a todo el conjunto, como fecha de deposición, la más reciente.

-2. Las fíbulas o imperdibles de La Tène.

-3. La estratigrafía basada en la superposición y, por tanto, en la seriación de tumbas que no deja de proporcionar fechas relativas, en la que las deposiciones antiguas estarán a mayor profundidad que las recientes, colocadas encima de aquellas.

En cualquier caso, el grueso de los enterramientos corresponden al s. IV a. C., momento de auge y predominio de los encachados tumulares y de ajuar dispuesto en la fosa con el rito, denominado por E. Cuadrado destructivo.

A lo largo del s. III a. C. van reduciéndose los empedrados tumulares, hasta desaparecer y los enterramientos se tapan con barro amarillo y algunas piedras de protección de la fosa. En este periodo los ajuares son más homogéneos y menos suntuosos que en la época precedente. Así mismo se utiliza el rito conservador.

Las 547 tumbas de cremación con sus respectivos ajuares funerarios constan de dos partes bien diferenciadas: la fosa con los restos quemados del cadáver y sus pertenencias, con el fin de que le sirviesen en el más allá y la cubierta que la protege al sellar todo el conjunto.

-Las fosas:

Respecto a las fosas existe una amplia gama de variantes, pero podemos decir que se trata de una oquedad practicada en el suelo de forma ovalada o cuadrangular. El tamaño medio de las mismas puede alcanzar el metro o metro y medio de longitud por 0,60 m. de anchura, la profundidad varía mucho en función del ajuar funerario y, especialmente, del tamaño de la urna cineraria depositada en ella y que contenía los restos cremados del difunto, esto es, si se empleó como urna una gran ánfora, el nicho o fosa es muy profunda -1 m. o más-, pero si la urna es pequeña o inexistente, la profundidad no alcanza ni los 30 cm.

Normalmente presenta un reborde, formado al echar, junto al ajuar y las cenizas, carbones y brasas incandescentes que requemaron las paredes del nicho, endureciéndolas por el calor y dándole ese color rojizo tan característico. A otras se les aplicó directamente un revoco de barro blanquecino que deja el nicho perfectamente delimitado del resto del suelo. Una vez preparado se colocó cuidadosamente en su interior el ajuar funerario del difunto, a continuación se cubrió el resto de la oquedad con tierra y, en ocasiones, se ha podido documentar la existencia de una fina capa de barro de color amarillento que pretendía sellar la tumba.

-Las cubiertas:

Finalmente fue construida encima una estructura de piedra de forma cuadrangular y tamaño variable. A otras sepulturas más modestas únicamente se les colocó unas pocas piedras irregulares que delimitan el perímetro de la fosa y en el centro más tierra compactada. Como depósitos cinerarios no faltan los reaprovechamientos de espacios entre empedrados tumulares o, incluso, se han llegado a destruir total o parcialmente tumbas antiguas o parte de su encachado de piedra, con el fin de encajar en el hueco resultante tumbas más recientes y, generalmente, mucho más modestas que aquellas. Emeterio Cuadrado llegó a clasificar los depósitos cinerarios en veintitrés tipos distintos, que abarcan desde el modelo más simple de hoyo circular sin enlucir hasta la fosa rectangular enlucida, las ovales, o las dobles o independientes de las cuales una es para la urna y la otra para el ajuar. Las tumbas son anónimas y no sabemos a quienes pertenecieron. Será en base al ajuar funerario y a la estructura que los cubría de donde extraeremos los datos para el conocimiento del difunto: sexo, oficio, status social, riqueza, etc.

Don Emeterio reunió en el volumen nº XXIII de la Biblioteca Praehistorica Hispana el estudio de cerca de 350 ajuares funerarios de la necrópolis de El Cigarralejo. Llama la atención la abundancia y homogeneidad de los materiales, si bien van variando a lo largo del tiempo y sustituyéndose las importaciones de cerámicas griegas del s. IV a. C. por las fabricadas en alfarerías que operaron en distintos puntos del Mediterráneo a lo largo de los s. III-I a. C. como Rosas (costa catalana), o la Campania (Italia), pero en esencia los ajuares suelen mostrar:

-Tumbas masculinas

Para las tumbas masculinas: una falcata, una lanza con su regatón, un soliferreum y las manillas del escudo. Unavajilla de mesa compuesta por copa/s -ya sean de cerámica ática o indígena- algún plato, fuente o escudilla para los alimentos y uno o más recipientes cerámicos de mediano o gran tamaño, amortizado uno de ellos en la tumba como urna cineraria. No suelen faltar objetos personales como las fíbulas para sujetar la ropa, pendientes o anillos, hebillas o broches de cinturón, botones metálicos, etc. Muchos de estos ajuares de tipo masculino cuentan también con objetos de uso cotidiano, indicadores del oficio que el difunto desempeñó en vida aunque, llegado el caso, contara con un mínimo armamento con el que defenderse.

Las tumbas del Cigarralejo han proporcionado rejas de arado, hoces, podaderas, tijeras de esquilar, chiflas y objetos destinados al curtido de las pieles, balanzas y un juego completo de pesas,' si bien destaca la abundancia de armas. Con respecto a estos últimos objetos, lo que puede ser indicativo de que o bien sólo se enterró en esta necrópolis la élite del poblado o sólo lo hicieron los hombres libres con sus objetos más preciados. En los pocos poblados ibéricos del entorno apenas hay armamento, mientras de los útiles, herramientas y aperos de labranza se incrementan considerablemente del mismo modo que las vajillas de cocina o los grandes recipientes para los alimentos y las bebidas.

-Tumbas femeninas

Las tumbas femeninas, además de la ya mencionada cerámica de mesa o urna cineraria, suelen presentar objetos de adorno como cuentas de collar, agujas o punzones de hueso, colgantes metálicos,. etc, y sobre todo elementos relacionados con la industria textil, es decir, fusayolas, agujas de hierro o cobre y placas de hueso interpretadas por muchos autores como lanzaderas del telar. Santonja analizó 184 restos óseos de tumbas y normalmente coinciden el tipo de ajuar con el sexo del difunto, aunque hay excepciones como tumbas femeninas sin adornos y tumbas masculinas con algún adorno femenino.

 

 

SANTUARIO

 

El santuario propiamente dicho se encuentra ubicado en la margen derecha del río Mula, al oeste del cerro de La Piedra Plomera dominante en la zona, en la cima de un cerro menor.

Calizas y margas configuran un paisaje casi desértico en altura, pero la riqueza agrícola de la vega regada por los ríos Mula y Trascastillo fosilizan lo que debió ser un territorio climáticamente más temperado y de una riqueza agrícola notable.

El descubrimiento del Santuario de "El Cigarralejo", fue casual. En efecto, la aparición "al pie del cantil de la cumbre del cerro" de un fragmento de exvoto (una dama decapitada), permitió a don Emeterio Cuadrado deducir la existencia de un posible santuario ibérico en lo alto del citado cerro.

Tres fueron las campañas de excavación que llevó a cabo entre 1946 y 1948, si bien fue la segunda de ellas, en 1947, cuando aparecieron la práctica totalidad de los exvotos ritualmente enterrados (ocultados) dentro de la habitación denominada H-11 en los Diarios del excavador. Aquella ocultación deliberada acometida,además, de manera ritual se entiendo hoy en día como una favissa, que supuso en aquellos años algo revolucionario que hasta décadas después no se documentarían en otros yacimientos ibéricos otras favissas.

La pronta publicación del hallazgo de los exvotos(apenas dos años después) permitió un rápido conocimiento de la comunidad científica. No obstante, el descubrimiento durante las excavaciones del santuario de la necrópolis, y provocado por ello, su excavación que se prolongaría durante más de 40 años, impidió a don Emeterio acometer una segunda publicación centrada en el contexto material y urbano en el que habían aparecido los exvotos.

Durante la segunda campaña de excavación del santuario (1947), un hijo del propietario de los terrenos avisó a don Emeterio, del descubrimiento de una olla entre carbones y cenizas en un hoyo hecho para plantar un olivo, por lo que efectivamente, se trataba de la Necrópolis.

El santuario de El Cigarralejo fue construido con total consciencia en la parte más alta del cerro gracias a un inteligente aprovechamiento de las irregularidades del terreno.

El límite norte de la construcción se apoyó en lo que parecía ser el cinturón murario del poblado que, en este punto, alcanzaba 1,5 m de grosor, si bien hoy analizada con detenimiento la pendiente del cortado quizá pudiera interpretarse como un oportuno aterrazamiento o contrafuerte.

La excavación del edificio permitió documentar una planta rectangular de notable dimensión (29 x 12m)atravesada, longitudinalmente, por un largo pasillo central de casi metro y medio de ancho. Éste debió funcionar como eje axial de todo el conjunto al ordenar el resto del espacio: sucesivas habitaciones, bien cuadrangulares bien rectangulares, dispuestas a uno y otro lado. El citado pasillo acababa en un segundo corredor, perpendicular al primero, presuntamente a cielo abierto y que corría a lo largo de una habitación "sagrada" a tenor de los exvotos que aparecieron enterrados dentro de ella.

Los contornos norte y sur del complejo se hicieron coincidir con las afloraciones calizas del terreno que, dada su marcada verticalidad, conferían a la construcción una fácil e intencionada inaccesibilidad. También, la ubicación del edificio en lo alto debió proporcionar a este una incuestionable preponderancia visual en todo el territorio de su entorno. Por lo que respecta al lado oeste las margas allí existentes fueron cortadas a pico dejando de esta manera sólo el lado este para acceder a este edificio sacro, tal como hoy sigue sucediendo, facilitado por la construcción de una rampa que lo comunicaba a su vez con el área del poblado.

El notable deterioro de la construcción propia del paso de los siglos resultó acentuada por su ubicación en lo alto. Ello impidió a su excavador detallar la planta total del edificio, así como definir de manera precisa la función de las habitaciones excavadas.

La piedra empleada para su construcción, como era habitual entre los pueblos ibéricos, fue la del lugar acomodada con barro para paliar la falta de talla. Estos detalles constructivos no deben ser considerados como evidencias de una falta de calidad en su realización sino, más bien, reflejo de un inteligente uso de las disponibilidades naturales del entorno.

Pasado más de medio siglo de su descubrimiento, el avance científico permite realizar interesantes matizaciones, como por ejemplo, el alzado de una de las habitaciones H5, parece ser que se llevó a cabo mediante un mampuesto notablemente mayor que el empleado en el resto de los espacios cercano a lo ciclópeo; de igual manera, numerosos muros fueron construidos con un grosor superior a los 40 cm, medida ésta la habitual en las construcciones domésticas...Éstos y otros detalles apuntan a que los alzados de todos ellos se hubieran realizado en piedra.

Recientes estudios han defendido un único periodo cultural ibérico y no dos (ibérico y romano) parta todo el edificio basándose en la aparente "organicidad del espacio", en el papel de las plataformas escalonadas a partir del desnivel natural del terreno o en la falta de cerámica romana.

La habitación de la favissa es de planta cuadrangular (4,55 x 5,15 m) y es donde aparecieron los exvotos y carecía de vano de entrada. Tan solo en el muro oeste, pero volado sobre la cortada, se pudo documentar "restos de hueco de puerta" cuyo vano alcanzaba los 2,40 m. Se debe decir, pues, que al interior de esta habitación se debía entrar solo por el techo, contando para ello con la ayuda de algún tipo de escalera móvil. Esta circunstancia, que puede parecer extraña hoy en día, era propia de los espacios sagrados de la protohistoria peninsular por influencias de las culturas del mediterráneo a lo largo de todo el primer milenio a.C.

Dentro de la habitación, en una de sus esquinas, la noreste, y bajo un pavimento de barro amarillento se enterró debidamente un conjunto de exvotos de diversa tipología pero de obligada lectura religiosa: anillos, sortijas, fíbulas, cuentas de collar, alguna que otra arma, fragmentos de cerámica griega y, destacando sobre todo el conjunto de 179 esculturas arenisca, más o menos completas, y gran cantidad de fragmentos de otras varias, o de las mismas reconstruidas incompletamente.

Iconográficamente, la práctica totalidad de las figurillas corresponden a animales(équidos) mientras que las humanas, no sobrepasan la veintena. Ello determinó a don Emeterio a interpretar el edificio en su conjunto como un santuario y su advocación a una divinidad protectora de los animales, concretamente los caballos. No obstante, hoy hay matizaciones encaminadas a una mejor compresión, tanto del conjunto de exvotos como del edificio en sí, posible gracias al avance de la investigación en estas últimas décadas.

Bien es verdad que el conjunto de caballos es el de mejor calidad artística, pero es igual de cierto que el número de representaciones no supera los 40, siendo el de asnos, posiblemente mulas y la asociación yegua-potro superior al centenar. Por ello, más que una advocación a una diosa Espona protectora de los caballos debería pensarse en el culto más directamente entroncado con la tradición indígena y, por ello, en relación con las labores agrícolas y ganaderas del día a día, sin excluir, por ello, aspectos relacionados también con la fecundidad y protección de los animales.

Para concluir, la cronología del santuario no se puede determinar, todavía hoy,con precisión. Emeterio Cuadrad llamó ya la atención sobre la similitud existente entre la vestimenta y el estilo de los exvotos en bronce altoandaluces y los aparecidos, ya en piedra, en El Cigarralejo. De igual manera paralelizó éstos con algunos de los aparecidos en el santuario albacetense de El Cerro de los Santos los cuales, de manera tradicional, se fechaban a partir del s.IV a.C. Por otro lado, fragmentos de cerámica griega apuntaban también la cronología al s.IV a.C. Ahora bien, hoy se sabe que el propio carácter religioso de todos aquellos espacios justifica la presencia de elementos más antiguos al tener un incuestionable carácter "de prestigio", caso de la citada cerámica griega entre las élites ibéricas. En esta línea recientes estudios vienen rebajando las fechas iniciales de algunos de estos santuarios a, prácticamente finales del s.IV a.C o del s.III a.C.

Mayor precisión se tiene sobre el momento de destrucción-abandono del santuario de El Cigarralejo gracias a la presencia de cerámica campaniense, así como la ausencia de la "tardía" cerámica romana sigillata. La combinación de ambos factores apuntan la fecha del siglo II a.C.

 

DESDE EL AIRE

 

Fuente: Museodelcigarralejo

A Doña Virginia Page del Pozo, Directora y Arqueóloga del Museo Monográfico de Arte Ibérico " El Cigarralejo".