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Juan de la Cierva y Peñafiel

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Juan de la Cierva y Peñafiel nace en Mula 11 de marzo de 1864 y  fallece 11 de enero de 1938, Madrid, hijo de Juan de la Cierva y Soto y Petronila Peñafiel Fernández fue Político español, padre del inventor Juan de la Cierva, ocupó importantes puestos en las administraciones de los presidentes Marcelo Azcárraga, Raimundo Fernández Villaverde y Antonio Maura.

Perteneciente a una familia de clase media-alta, Juan de la Cierva y Peñafiel inició sus estudios en su ciudad natal. Terminado el bachillerato, se trasladó a Madrid con el fin de estudiar la carrera de derecho. Tras obtener la licenciatura y doctorarse en el colegio español de San Clemente de Bolonia, regresó a su ciudad natal, donde comenzó a ejercer como abogado, especializándose en derecho criminal.

 

Muy pronto inició su carrera política. Miembro del Partido Conservador y monárquico convencido, gracias a su prestigio fue elegido diputado provincial. Nombrado concejal en el año 1894 conocía a Cánovas del Castillo que su vez no tardó en percatarse y elogiar las cualidades políticas y administrativas de su seguidor, se responsabilizó de una concejalía del Ayuntamiento de la ciudad del Segura, cuyo ayuntamiento rigió de manera fugaz pero muy fecunda durante menos de un año (1895). Hacienda, salubridad, comunicaciones y enseñanza se descubrieron como los ejes articuladores de su gestión, considerada por De la Cierva en el plano abstracto como la de más arduo desempeño de la Administración pública. Mediante una típica peripecia de la política caciquil de la Monarquía de Sagunto y de sus consabidas redes clientelares y entramado oligárquico, en 1896 el importante distrito de Mula le entregó su representación en el Congreso de los Diputados, donde no tardó en granjearse una sólida reputación de trabajador concienzudo y capaz, provisto de una elocuencia menos brillante de lo habitual en los primates del sistema, pero eficaz y muy contundente, llegada la ocasión. un año después fue elegido alcalde de Murcia. En 1896 obtuvo un escaño en el Congreso de los Diputados.

Se introducido en la esfera más cercana a Cánovas, el diligente cumplimiento de los servicios e incluso los favores que éste le solicitaba, acrecentó la estima y la confianza con que le distinguía el estadista malagueño en el crepúsculo de su existencia. Crítico y hasta debelador en varias coyunturas de la clásica figura en el sistema electoral del régimen alfonsino del encasillado, la insistente petición de diversos primates conservadores le llevó a abrir un hueco al republicano Castelar en las listas electorales de abril de 1899; bien que más que un gesto de docilidad o inconsecuencia lo fuera de generosidad o, sobre todo, de afecto por el desaparecido Cánovas, permanente diputado por Murcia e íntimo amigo del ex presidente de la Primera República.En el año 1902 fue nombrado director general de los Registros.

 

Hombre destacado en las filas de su partido, con fama de honrado, fue nombrado gobernador civil de Madrid en 1903; desde este puesto, Juan de la Cierva llevó a cabo una importante reforma de la policía. Un año después el presidente Marcelo Azcárraga lo nombró ministro de Instrucción Pública, puesto en el que continuó tras la llegada al poder de Raimundo Fernández Villaverde, aunque poco tiempo después tuvo que dimitir tras producirse una importante huelga de estudiantes.

 

En 1907 se inició el denominado Gobierno largo de Antonio Maura, y Juan de la Cierva y fue nombrado ministro de Gobernación. Durante los años que permaneció en el cargo emprendió importantes reformas con las que pretendía mejorar las costumbres de los españoles. Elaboró una estricta reglamentación para controlar el horario de apertura y cierre de locales públicos, como teatros, cafés y tabernas; reglamentó la prostitución y, tras encargar la redacción de un informe sobre el funcionamiento de la policía en otros países, decidió aplicar algunas reformas, e impuso como condición necesaria para ascender dentro del cuerpo la realización de un examen ante un tribunal.

 

Decidido a modernizar España, Juan de la Cierva y Peñafiel aumentó los presupuestos de la sanidad pública y potenció la vacunación masiva contra el cólera, que en años anteriores había afectado a muchas provincias españolas; inició además algunas reformas sociales, destinadas a reducir la enorme presión que ejercían las clases trabajadoras en todo el país. Por último hay que destacar que, tras fundar el Instituto Nacional de Previsión, intentó llevar a cabo la modernización del servicio estatal de Correos y Telégrafos.

Los sangrientos acontecimientos de la Semana Trágica de Barcelona, en el año 1909, provocaron las protestas de muchos ciudadanos y congresistas, lo cual tuvo como consecuencia inmediata la caída del gobierno de Maura.

 

Alejado de las responsabilidades de gobierno, de la Cierva tuvo tiempo de dedicarse a cuestiones más directamente relacionadas con la provincia de Murcia. En este sentido, Archena fue agraciada por los intentos de la Cierva de modernizar la provincia.

   Juan de la Cierva estaba unido a este municipio por poseer grandes extensiones agrícolas en la pedanía de La Algaida. Consiguió para esta localidad la construcción de las oficinas de correo y telégrafo, por lo que fue proclamado en 1915 Hijo Pródigo de la villa como muestra de agradecimiento.

   Tuvieron que pasar ocho años para que de la Cierva volviese a entrar en algún gobierno conservador, concretamente en 1917 como ministro de la Guerra en el gobierno de concentración de García Prieto durante la crisis de 1917. Su papel en esta ocasión fue el de hombre de confianza de los militares que habían creado las Juntas de Defensa.

  

Tras sobreponerse a la crisis, de la Cierva pasó por la cartera de Hacienda en 1919 y de Fomento en 1921. Esta último cargo lo abandonó ya que Maura le volvió a ofrecer el ministerio de la Guerra ante otra situación de crisis nacional, cargo que desempeñó entre 1921 y 1922.

El día 14 de agosto de 1921, cuatro días después de la caída de Monte Arruit, se constituye el gabinete de concentración presidido por Antonio Maura, del que forma parte como ministro de la Guerra, Juan de la Cierva. Al frente de dicho ministerio, dirigió con mano firme, la reconquista de los territorios perdidos tras el desastre de Annual. Para ello, nombró comandante militar de Melilla al general Cavalcanti. Su labor, apoyada por los militares africanistas, se vio enturbiada por la campaña de desprestigio que llevaron a cabo las Juntas Militares de Defensa, a través de su portavoz, el periódico La Correspondencia Militar. Intentó, sin conseguirlo que las Cortes aprobaran una ley que reconociera los méritos de los militares que llevaron a cabo la reconquista de los territorios perdidos.

Nombró en sustitución de Cavalcanti al general Sanjurjo como comandante militar de Melilla, frente a la opinión de las Juntas de Defensas, que propugnaban que el mando debía ser conferido al general de mayor antigüedad en el escalafón. A finales de diciembre de 1921, realizó un viaje al Protectorado, en el transcurso del cual, se produjo un incidente al visitar un hospital de campaña. La situación sanitaria del hospital era tan deplorable, que allí mismo, en presencia de los directores de los más importantes diarios madrileños que le acompañaban, amonestó a los oficiales de sanidad encargados de dicho establecimiento. Para más inri, el general Weyler, jefe del Estado Mayor Central del Ejército, el 5 de enero de 1922, presentó su dimisión, aduciendo que no se tenía en cuenta a este alto organismo del ejército, en la planificación y dirección de los asuntos relativos a la campaña de África. Todos estos hechos produjeron tal escándalo en el seno de las Juntas de Defensa que se dirigieron directamente al rey, exigiendo la inmediata sustitución del ministro.

 

Como reacción a la indisciplina de las Juntas, de La Cierva presentó al rey un decreto en el que se establecía el encuadramiento orgánico de dichas Juntas en el seno del Ministerio de la Guerra, donde debían residir sus sedes. Igualmente, los dirigentes de dichas Juntas de Defensa debían ser elegidos por el propio ministro. El rey, en un primer momento, se negó a firmar el decreto y el gobierno de Antonio Maura en pleno, solidarizándose con el ministro de la Guerra, presentó su dimisión el día 12 de enero. El día 14 de enero, Estado Mayor, Artillería e Ingenieros disuelven sus Juntas. El resto de las fuerzas políticas consultadas por el rey se negó a formar gobierno mientras no se solucionara el problema de las Juntas. Finalmente, el día 15 de enero, el rey vuelve a llamar a Antonio Maura, confirmando en su cargo a todos los ministros. Ese mismo día, el Ejército de África telegrafió al gobierno expresándole su adhesión.

   Con el golpe de Estado del general Primo de Rivera en septiembre de 1923 y la posterior instauración de la Dictadura, de la Cierva se vio alejado de la vida política hasta el año 1930, en el que nuevamente entró a formar parte del último gobierno de la monarquía, presidido por el almirante Aznar, quien le puso al frente de ministerio de Fomento, puesto que tuvo que abandonar precipitadamente tras la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931,de la Cierva trató de evitar por todos los medios la marcha de Alfonso XIII al exilio, pero fue inútil. Tras la marcha del rey, él también decidió marchar al extranjero, concretamente a Francia, donde escribió sus memorias, Notas de mi vida, que fueron publicadas a título póstumo.

   Regresó del país galo en 1933 para votar en las elecciones de aquel año. El triunfo de la derecha sirvió para que alternase su estancia en Francia con largas temporadas en España. Fue precisamente en uno de esos periodos de visita cuando le sorprendió en Madrid,el estallido de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, y se vio obligado a refugiarse en la embajada de Noruega, puesto que su vida corría grave peligro. En la embajada, la escasez de medicinas y las privaciones a las que se vio sometido por causa de la guerra empeoraron su salud, y murió a la edad de setenta y cuatro años, el 11 de enero de 1938. Su muerte fue prácticamente ignorada en Madrid, pero en las zonas controladas por el ejército sublevado del general Francisco Franco se sucedieron los homenajes hacia su persona.

 

Fuentes y Bibliografia:

 

Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Juan de la Cierva y Peñafiel».

Real Acadenia de la Historia.

PÉREZ GÓMEZ, A., Don Juan de la Cierva. Ministro de Alfonso XIII (1864-1938), Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, 1965.

SÁNCHEZ MAURANDI, A., Don Juan de la Cierva, Murcia, 1962.

SERRA RUIZ, R., Juan de la Cierva, jurista murciano, Murcia, 1962.

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Ultima actualización

11/3/23