El poblamiento del Cerro de la Almagra se remonta a la Prehistoria. Su inicio, posiblemente motivado por su gran potencial geoestratégico podría asociarse a la cultura argárica, aunque todavía no se han encontrado restos de cerámica que prueben esa vinculación. De una etapa posterior se han hallado restos de tradición ibérica situados en el siglo I a.C.
La tercera etapa de la Almagra, asociada al mundo romano, es el momento más conocido de la vida del Cerro, aunque la mayor parte de los materiales recuperados corresponden a su final y al período posterior, entre los siglos IV y VI d.C.
Con la caída del Imperio Romano y la instauración del gobierno visigodo La Almagra, junto a ciudades como Begastri o Carthago Nova, pasó a formar parte de este nuevo reino. La Almagra con la llegada de los visigodos pasó a funcionar como punto defensivo en la frontera con los bizantinos, que ya habían pasado a dominar buena parte del sudeste peninsular. Esta época se caracterizó por una conflictividad continua, que posiblemente motivara el refuerzo que presenta la muralla del yacimiento.
En el 711 con la conquista musulmana de la Península Ibérica se inició el proceso de decadencia de la Almagra, aunque esta junto a otros 6 núcleos urbanos conservó ciertos privilegios gracias al Pacto de Tudmir, que establecía su mantenimiento a cambio del pago de un tributo anual en especie y en metálico.
Gracias a este Pacto se inició para la Almagra una nueva etapa en la que el núcleo urbano se fortificó convirtiéndose en una de las fortificaciones islámicas más antiguas de Murcia, datada por algunos autores en el siglo VIII d.C.
Lentamente la población fue abandonando la ciudad descuidando el mantenimiento de los edificios y la muralla fue destruida. Con el abandono de La Almagra se fue formando un nuevo núcleo urbano bajo el actual casco urbano de Mula, produciéndose el abandono definitivo del cerro en el siglo IX d.C, pasando sus ruinas a actuar como materiales de construcción de los nuevos edificios de Mula, la Puebla y Los Baños.
Aunque a pesar de su abandono progresivo, el Cerro mantuvo su importancia estratégica hasta el siglo XIII d.C con la incorporación del Reino de Murcia a la Corona de Castilla.
El yacimiento se encuentra situado en un cerro localizado en el margen izquierdo del río Mula, a unos 5 kilómetros al Este de la ciudad de Mula, y a unos 500 metros en línea recta al Oeste de la pedanía de los Baños. Al Sur, la ciudad de la Almagra cae a pico sobre el río desde los 60 metros de altitud. En esta zona también pueden verse unas cuevas de difícil acceso. El lado sureste del cerro fue utilizado como cantera, lo que explicaría su aspecto desmontado y aterrazado. Este punto también debió presentar esta apariencia durante la vida de la ciudad. Y, por último, la ladera norte presenta una pendiente que tiende a suavizarse de Oeste a Este. En conjunto la altitud media del yacimiento es de unos 276 metros.
El asentamiento de la Almagra destacó por sus condiciones naturales que lo hicieron prácticamente inexpugnable en algunos puntos, especialmente los más próximos al río Mula. Por este motivo la mayor parte de las estructuras enfocadas a la defensa se situaron en los puntos de fácil acceso a la ciudad.
En la parte Norte del yacimiento, orientados de Oeste a Este aparecieron los restos de una gran muralla casi completamente arrasada, aunque sus últimos 50 metros se mantienen en muy buen estado de conservación.
Según Gratiniano Nieto, uno de los profesionales que trabajó sobre el yacimiento, la muralla» estaba hecha de grandes piedras informes, entibadas por otras más pequeñas, trabadas con argamasa. Aunque durante la excavación de la muralla aparecieron bloques muy trabajados y posiblemente también estuviera compuesta por grandes sillares procedentes de edificios arruinados o desmontados, como lo probaría la aparición de algunos de ellos caídos junto a la parte externa de la muralla.
También se han hallado evidencias de la existencia de 4 torres de planta cuadrada de al menos 4’5 metros de lado que estaban separadas entre sí por unos 7 metros de muralla. Estas estructuras estaban situadas en la parte oriental del lado norte del yacimiento y se encargaban de proteger la entrada a la ciudad. Se concentraron en este punto debido a la función de acceso al recinto de la entrada y por la curvatura que ejerce el terreno en esta zona hacia el interior del yacimiento haciendo este punto especialmente vulnerable sin las torres. Según Matilla Séiquer,G. y Pelegrín García, I. posiblemente existiera otro torreón más del que apenas se han conservado restos debido a la explotación de la cantera y el trabajo de las máquinas para adecuar el acceso al interior del recinto amurallado.
Estos autores sitúan la Acrópolis al este de la entrada al recinto fortificado. Esta se encontraba situada en la zona más accesible del yacimiento. Característica que explicaría el gran volumen de construcciones realizadas en este lugar. Estas llegaron a tal punto que actualmente estando barridas las demás estructuras defensivas los muros de esta zona se conservan casi íntegros.
La ciudad contaba con una superficie aproximada de 45000 metros cuadrados, con notables edificios públicos y privados, además de numerosas viviendas de menor entidad de las que quedan visibles grandes montones de piedras dispersos por el cerro. Algunos de ellos compuestos por fragmentos reutilizados en otras construcciones.
En las prospecciones por la meseta se encontraron restos como: fragmentos de fuste de columna, un sillar con un gatillo y una imposta. Pueden verse algunos ejemplos de reutilización de estos restos en lugares como la Ermita Vieja y otros lugares de la pedanía.
La primera mención al yacimiento la hizo D. Eulogio Saavedra Pérez de Meca en una carta escrita a sus padres en 1857 y ya hacia las últimas décadas de este siglo se escribieron noticias referidas a la aparición de materiales arqueológicos en esta área, como las de Nicolás Acero y Abad.
Un siglo más tarde, en 1959, apareció la publicación de la obra del padre franciscano Pablo Manuel Ortega, primera referencia escrita del Cerro de la Almagra. Habría que mencionar también a D. Gregorio Boluda del Toro que en una obra inédita fue el primero en separar el yacimiento de la Almagra del de la zona del Arreaque, el cual pasó a llamarse Villaricos por D. Emeterio Cuadrado Díaz, en 1950. Y a partir de la obra del franciscano empezaron aparecer menciones del yacimiento y los hallazgos allí realizados en las historias escritas sobre la ciudad de Mula.
Habría que destacar entre los trabajos referidos a este asentamiento el de Matilla Séiquer y Pelegrín García en los que se plantearon seriamente, por primera vez, la identificación de la Almagra con la Mula de Tudmir.
Se empezó con la Prospección en el año 1996, después ha habido varias campañas en los años 97,98,99,2000,2001.
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Ultima actualización 30/08/2022
para Mahulalarica.net por Angel Garcia.
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